HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

miércoles, 21 de septiembre de 2016

CAPITULO 28 (PRIMERA HISTORIA)





El fin de semana pasa en un borrón, ya que también está repleto de gente. Pau está cansada y sospecho de ello. 


Quiero decir, busqué en Google señales de embarazo, y el cansancio es una.


Me aseguraré de que no vaya los domingos. Lucas abre por mí otra vez, así que pasamos el día en la cama, hablando, follando, y follando un poco más.


Después de al fin preguntar sobre su trabajo ayer, me presento en el hospital el lunes. Odio los malditos hospitales, pero me gusta Pau, mucho. No voy a dejar que mi odio por este lugar arruine mi día libre, así que tomo la oportunidad de relajarme con ella.


Bajo del ascensor en la cuarta planta y camino a su oficina. 


La puerta está abierta y oigo su voz, por lo que asomo mi cabeza. Mira hacia arriba, sonriendo.


—¿Estás libre para el almuerzo?


—Oh-oh, ¿qué hiciste para que el jefe viniera a buscarte? —bromea Antonia.


—Eh, nada. —Se sonroja y mueve su cabeza de un lado a otro—. Puedo encontrarte en diez minutos. ¿En el vestíbulo?


—Oh, demonios, ven adentro y espera. —Anto deja escapar una risa.


—¿Todo está bien, nena? —le pregunto, pensando si no se siente bien.


Una pajita podría haber caído y se habría escuchado, seguido de un susurro:
—Oh, Dios mío.


—Estoy bien. —Pau se pone de pie y le da a Anto una mirada asesina—. Estaré allí en diez.


Asiento y luego me vuelvo a Toni.


—Es agradable verte de nuevo. —Me voy, pero no muy lejos.


—Será mejor que hables —dice Anto.


—¿Qué? —pregunta Pau.


—¿Pedro Alfonso? Jesús, Pau, ¿haces eso y ni siquiera me lo dices? Es tan injusto.


—Bueno, eso es porque mi vida es privada.


—¿Primero el hombre en el armario en la recaudación de fondos, y ahora el atractivo y tatuado camarero?


—Propietario. Es el dueño del bar y...


—Escúpelo.


—Es el hombre en el armario —susurra.


—¡Y por qué diablos simplemente no oí hablar de eso! —chilla Anto.


—¡Shh! Una vez más, es privado. —La silencia Pau.


—Estoy tan enojada de haberme tomado medio día hoy, pero voy a tenerte después del trabajo, ¡y me lo contarás todo!


—¡Shh! Eh... yo... umm...


—¿Paula?


—Me estoy quedando con Pedro.


—¿Estás malditamente…?


Entonces todo se silencia.


—Quitaré mi mano de tu boca, siempre y cuando te abstengas de gritar.


—Hablaremos mañana.


Oigo a Pau acercándose, así que voy por las escaleras y bajo los cuatro pisos hasta el vestíbulo. Justo cuando salgo por la puerta de la escalera, el ascensor se abre y ella aparece.


—¿Fue una mala idea? —pregunto, deseando tomar su mano. Niega y sonríe—. Una cita real. No es una cena, pero…


—¿Me estás llevando a una cita?


—Sí. —Asiento—. Vamos.


Terminamos en un lugar al otro lado de la carretera, ya que sólo tiene media hora.


Después de pedir, saco un pequeño paquete y se lo entrego.


Sonríe.


—¿Una cita y un regalo?


—Te debo ambos. No es nada grande. Sólo tienes que abrirlo.


Estoy nervioso como el infierno, más de lo que pensaba que estaría. Las sostiene mientras se ríe y las empuña.


—¿Me compraste bragas?


—Arruiné algún par tuyo, así que pensé que era justo. Voy a ser honesto, sin embargo, odio que los necesites para sentirte fuerte.


—He dependido de ellas durante mucho tiempo.


—Pau, puedes depender totalmente de mí. —Clavo mis ojos en los suyos—. Léelas.


Mira hacia abajo y luego niega.


Pedro, me hice una prueba esta mañana en el trabajo.
No tengo ni idea de lo que está hablando.


—¿Cómo salió?


—Fue negativa. —Hay tristeza en su voz, y lo entiendo.


—No estoy seguro de qué decir, pero estoy muriendo porque leas las bragas.


Las mira y sonríe. Entonces se ríe y resopla.


—¿Propiedad de Alfonso?


—Sí, ¿qué dices?


—¿Sobre qué? —Se ríe mientras continúa mirando las bragas.


—Sobre ser mi chica


Levanta la vista, sorprendida.


—No estoy…


—No importa, Pau. Como dijiste la otra noche, las cosas se sienten bien entre tú y yo. Me gustas mucho y odio cuando no estás cerca. No quiero estar con cualquier otra persona, y cuando pienso en ti con alguien más, me siento hecho pedazos. Por lo tanto, sé mi chica.


—Creo que me encantaría.


—Bien.


—Bien—está de acuerdo.





CAPITULO 27 (PRIMERA HISTORIA)





Estamos sentados en el bar, comiendo hamburguesas, cuando entra Sadi. Inmediatamente resopla:
—Pensé que estaba trabajando los jueves por la noche sola.


—Pau no trabaja, Sadi. Estamos cenando juntos. —Le hago un guiño a Pau, y sonríe, sus ojos se iluminan—. Le sigo diciendo que se vaya a casa, trabaja demasiado, pero quiere pelear conmigo al respecto —bromeo.


—No es como si aguantaras mierda de una…


—Ten cuidado, Sadi.


—Así que iré de puntillas alrededor de…


—Escucha, Sadi, las cosas que me dijiste la otra noche, bueno, no es que sea tu asunto, pero él ya lo sabe. Sadi ríe como si se tratara de una broma, y me rio de Pau intentando ser ruda. —De hecho, vivimos juntos. —Oírla decir eso hace que sea... bueno, verdadero.


—Sí, claro —se burla Sadi con una risa malvada y me mira. Cuando no me río ni lo niego, su mandíbula cae—. Está bromeando.


—No, no lo hace. —Me rio ahora, porque la expresión de Sadi es de perplejidad—. Hace casi una semana.


—¿Recoges perros callejeros ahora?


Miro a Pau, y ahora no es tan ruda. No, se ve avergonzada.


—No, la mudé conmigo. Así que, como dije cuando entraste, cuidado con lo que dices. Ella es una muy buena amiga.


Le doy a Pau un guiño, luego llevo nuestros platos a la cocina. Cuando salgo, está recogiendo sus cosas.


—¿Cansada? —pregunto, rozando su mejilla con mi dedo.


Asiente.


—Bueno, descansa un poco. Te veré pronto. —Me inclino y beso la parte superior de su cabeza mientras Lucas entra, negando.


—Nos vemos.


—Mierda. —La acerco a mí y susurro—: ¿Cuándo tendrás tu, tu…?


—Debería ser cualquier día —responde en un tono frío.


Mientras el bar comienza a llenarse, Sadi empieza a crear problemas. Una camarera en la noche de damas es algo estúpido para empezar, pero una maliciosa perra ciertamente no es lo que necesito.


Lucas y Gonzalo están jugando bien con la multitud y terminan sin camisa antes incluso de que empiece el baile en la barra. Estoy en la parte de atrás cuando Lucas aparece.


—Ella es una mala puta idea. —Se refiere a la bruja de Sadi—. ¿Dónde está Pau?


—La envié a casa. Está trabajando demasiado.


—¿Me estás vacilando? Le encanta esto. ¿Cómo se lo ha tomado? —Lucas está siendo un tonto, tratando de presionarme, y no estoy de humor para explicarme.


—Realmente no es asunto tuyo cómo toma nada. Es mi preocupación.


—¿Qué quieres decir con que es tu preocupación? —pregunta, levantando una ceja.


—No utilicé preservativo la otra noche. Pensé que ella estaba tomando la píldora o algo así. Hay una posibilidad de que podría…


—¡Mierda, hombre! —Lucas está radiante mientras lo dice.


—No, amigo, esto no es bueno. No tengo nada que hacer siendo el viejo de alguien.


—Vamos, P. —Se ríe.


—Ninguno de nosotros lo hacemos —espeto—. No sabríamos cómo serlo.


—¿Estás bromeando? Mamá fue ambos, así que seguro como la mierda que lo hacemos. —Frunce el ceño y después ríe—. Si no eres lo suficientemente hombre, sé que yo lo soy. Sólo di la palabra y me deslizaré —hace una pausa—, justo en ese pequeño…


—Joder, cuidado, hombre.


—No tengo miedo. Tú, en cambio, eres un gallina de mierda y es jodidamente divertido de ver.


—Nada de esto es divertido.


—¿Te gusta ella?


—Por supuesto que me gusta. —Niego y miro hacia abajo—. Papá amó a mamá una vez, también, y mira cómo…


—Eres un Alfonso, no papá. Ella ni siquiera nos dio su apellido. —Nos miramos en silencio por un momento—. Algo me dice que a mamá le encantaría Pau, Pedro.


Asiento.


—La extraño.


—Un poco menos en las últimas semanas, ¿eh?


Lo ignoro, recostado contra la pared. Supongo que por fin estoy llegando al final de la etapa de duelo: la aceptación. Al fin. Igual que la muerte, todo es tan definitivo. Desprenderme de mamá, de la pérdida sin hacerlo de su vida. Es todo tan definitivo. Jodidamente duele.


—No necesitas responder. Creo que todos nos sentimos mucho mejor con Pau alrededor. Es buena gente, Pedro.


—Sí, lo es. —Sonrío mientras siento la alegría inundarme.


 Aceptación.


—Y, joder, está muy buena. No metas la pata, hombre, porque no tendrás la oportunidad de etiquetarlo, y voy a…


—Vete a la mierda. —Lo empujo y me río—. Ahora manos a la obra.



***


Cuando llego a casa, Floyd no está en la puerta esperándome. A decir verdad, no lo ha hecho en toda la semana. Me quito los zapatos y subo las escaleras. No puedo quitarme la ropa más rápido. Todo lo que quiero es caer en la cama, acercar a Pau, oler su cabello y sostenerla toda la noche. Así que eso es lo que hago.



***


El viernes por la noche, Pau va retrasada. Bueno, no retrasada, sino no muy temprano, y siempre llega temprano. 


Cuando por fin entra, siento que una calma se apodera de mí. Es la misma sensación que siempre tenía cuando veía que mamá no había sido golpeada por papá.


—Hola, Pau. —Lucas sonríe y envuelve su brazo a su alrededor—. ¿Cómo está nuestra chica?


Lo mira y luego a mí.


—¿Bieeeen?


—Perfecto. —Besa la parte superior de su cabeza y ella me mira.


Gonzalo aparece desde la parte de atrás, cerrando la cremallera de sus pantalones mientras le da un guiño.


—Hola, Paaauuuu. —Pasa su brazo alrededor de su cintura y la abraza.


Sostiene su cabeza en su pecho y cubre sus ojos con la mano. Entonces, dos chicas salen de la habitación de atrás y cuando él hace un gesto con la cabeza hacia la puerta, corretean hacia allí.


Me río, incluso él quiere protegerla. Las palabras “Deja un buen legado en un mundo de mal” suenan en mi cabeza. 


Aceptación, sin duda aceptación.


Lanzo una mirada asesina a Lucas, sabiendo que se lo dijo a Gonzalo y que es por eso que está actuando como un tonto.


—¿Gonzalo? —Oigo la voz de Pau amortiguada contra su pecho.


—Déjala ir. ¿Qué diablos estás tratando de hacer, asfixiarla? —Lucas empuja su hombro.


Él la suelta y retrocede.


—¿Estás bien?


—Estoy bien. —Nos mira a todos y luego a mí—. ¿Todo está bien?


Me acerco y tomo su mano.


—¿Cómo estuvo el trabajo?


Pedro, ¿qué está pasando? —pregunta, mirándonos con recelo.


—Creo que los chicos te extrañaron ayer por la noche. —Agarro sus caderas y la acerco a mí—. Yo te extrañé anoche.


Me inclino para darle un beso, y sus ojos se amplían.


Pedro, gente.


—Me importa una mierda.


—Esto es el trabajo.


—No, esta es familia. —Me inclino y beso sus labios. Se congela—. ¿Pau? —digo contra su boca.


—¿Sí?


—Me estás haciendo quedar como un tonto.



Siento sus labios subir y entonces me besa de regreso. 


Cuando doy un paso atrás, está sonriendo, aunque todavía se ve confundida.


—¿Fue tan malo anoche?


—Sí —contestamos los tres al mismo tiempo.


El resto de la noche está repleto de gente; como resultado, cada vez que tengo la oportunidad de salir de la cocina, lo hago.


Lucas y Gonzalo están manteniendo los refrigeradores surtidos y Pau está caminando con la cabeza bien alta, a pesar de que Sadi está aquí.


Sadi está en su salida, sin embargo. No estoy teniendo esta mierda con Pau.





CAPITULO 26 (PRIMERA HISTORIA)




Quiero hacer que sienta exactamente lo bueno que todo puede ser... con mi lengua.


Agarro sus caderas, empujando mis pulgares justo debajo de su cintura y espero a que el consentimiento sea jodidamente dado. Responde extendiendo la mano y acariciando mi erección.


Es jodidamente excitante.


Desabrocho su pantalón y se lo bajo poniéndome de rodillas.


—Coño de miel —digo mientras froto mi nariz a lo largo de sus bragas y las bajo, rasgándolas a propósito esta vez.


Sus manos van a la parte de atrás de mi cabeza, y gime mientras paso mi lengua sobre sus hinchados, calientes, pequeños labios rosados.


—Quítalas. —Tan pronto como lo dice, levanto su pierna izquierda sobre mi hombro, metiendo un dedo en su interior mientras hago círculos en su clítoris—. Me encanta tu lengua —gime mientras empuja su coño contra mi rostro.


—Mmm —replico mientras le doy lametazos.


—Oh, Dios —chilla—. Ya. Aún no. No… —Me alejo y luce conmocionada—. Te deseo.


—Has dicho que no…


Su mano empuña mi cabello y me empuja contra ella otra vez. Me río mientras chupo sus labios.


—Sí, sí, ¡e-e-espera! —Se aleja y, joder, ahora sé que está loca.


—Pau, vamos, nena. He tenido un AP durante toda la semana —me quejo. Me mira como si fuera yo el que está loco—. ¿AP? Qué borrachos…


—Sé lo que dijiste, pero...


—A de abstinencia… —Agarro su cadera y le meto un dedo—. P de Pau.


Comienza a frotarse contra mi mano.


—Pensé que querías decir... —Hace una pausa—. Oh, Dios... 


—Hijo de puta. —Muevo mi dedo con más fuerza, más rápido, mientras extiendo mi otra mano y empujo mi dedo en su boca—. ¿Tienes habilidad?


Le toma un momento entender lo que estoy diciendo y luego sus ojos se amplían. Mientras se aleja, pienso en lo estúpido que he sido al mencionar esa mierda.


—Nena, ¿qué tal si olvidamos esa conversación, traes tu culo de vuelta aquí y te sientas en mi rostro?


En su lugar, se pone de rodillas, buscando a tientas mi cinturón. Joder, me va a mostrar su habilidad, y luego voy a morir como un feliz hijo de puta.


Empujo por mis rodillas y la ayudo a quitar mis vaqueros. 


Entonces, está sobre mi polla como uno que acaba de cumplir veintiún años está sobre la cerveza. Está loca y gime y acaricia… y de verdad, realmente, es mala en esto.


Su puto ritmo es erróneo, y estoy intentando como el infierno hacerla sentir en control y esa mierda, pero lo que realmente quiero hacer es empujar mi rostro de nuevo en ese coño y olvidar que esta mierda ha pasado, porque ningún hombre odia una mamada. Joder, ningún hombre jamás se quejaría de una, y nunca detendría a alguien de chupar mi polla, pero Pau, bueno, es jodidamente Pau.


Cierro mis ojos. Trataré verdadera y malditamente duro de olvidar que apesta al chuparme, porque, joder, me encanta esta chica y de verdad deseo mantenerla alrededor. Sin embargo, molestias son molestias, y nunca puedes pasar por alto algo como esto. Ella se encuentra fuera de control y no estoy perdiendo mi erección, joder no, no lo hago, pero tengo que ponerle fin a esto muy rápido.


Retrocedo.


—Pau, quiero tan desesperadamente tu coño en mi boca en este momento.


Y lo hago. Gracias, joder, que no ha cambiado.


Se endereza de rodillas e intento ponerla de espaldas.


—No. —Me detiene.


—¿Vas a sentarte en mi rostro? —Oh, infiernos, sí, pienso y me echo hacia atrás.


Se mueve encima de mí, como una vaquera a la inversa, y hundo mis dedos en sus caderas, arrastrando su coño arriba y abajo por mi rostro mientras se inclina y comienza a acariciarme. Entonces, se dobla más y me empieza a chupar de nuevo.


Mierda.


Estoy tratando de no flaquear y decido sólo centrarme en el dulce coño de Pau en lugar de en mi polla siendo raspada por sus dientes y esa mierda. Empiezo a chupar su clítoris y luego lamo sus labios antes de follarla lentamente con la lengua. Estoy sosteniendo sus caderas, arrastrándola lentamente por mi rostro cuando ella empieza a aminorar. No bromeo, está imitando mi velocidad y placer, y ahora, hijo de puta, Pau me está dando la mejor mamada que he tenido. 


Su lengua se mantiene plana sobre mi eje y empieza a chupar con perfecta presión. Mis bolas al instante se sienten en llamas y estoy condenadamente cerca de correrme.


Levanto sus caderas indicándole que se detenga, pero no lo hace.


—Pau —gimo—, a menos que quieras una boca llena de un cóctel Alfonso, tienes que parar. No lo hace—. No te lo voy a advertir de nuevo —gruño.


Simplemente me toma más profundo.


Así que la pongo de nuevo en mi rostro y se lo hago duro. A medida que comienza a temblar, mis bolas están en llamas y juro como la mierda que nos corremos al mismo tiempo. 


Entonces, mi Pau, mi loca y pequeña Pau, me mantiene profundo y traga.


Cuando termino, se da la vuelta sobre su lado y luego se sienta.


—Vaya —jadea.


—La mejor mamada nunca. —Es sólo la mitad de una mentira. La segunda vez fue cierta.


—¿En serio? —Se sonroja.


—Sí, Pau, eres increíble.


Sonríe y muerde su labio mientras se sonroja.


—Me gustas mucho.


—Me gustas mucho, también.


Nos miramos uno al otro en la lujuria pre-orgásmica, y sé muy bien que, aparte de mi familia, nunca en mi vida me ha gustado alguien tanto como me gusta Paula.


—Por favor, vuelve a nuestra casa y descansa un poco.


—Me gustaría pasar tiempo aquí contigo. —Hace un pequeño encogimiento de hombros.


—Bien…


—No, Pedro, realmente te extrañé toda la semana. —Hay tristeza en su voz.


—¿Qué tal si preparo algo para comer y lo refrigeramos hasta ir al asunto? —Me río—. Será como una cita.


—Nunca he estado en una.


—Yo tampoco.