HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

miércoles, 21 de septiembre de 2016

CAPITULO 27 (PRIMERA HISTORIA)





Estamos sentados en el bar, comiendo hamburguesas, cuando entra Sadi. Inmediatamente resopla:
—Pensé que estaba trabajando los jueves por la noche sola.


—Pau no trabaja, Sadi. Estamos cenando juntos. —Le hago un guiño a Pau, y sonríe, sus ojos se iluminan—. Le sigo diciendo que se vaya a casa, trabaja demasiado, pero quiere pelear conmigo al respecto —bromeo.


—No es como si aguantaras mierda de una…


—Ten cuidado, Sadi.


—Así que iré de puntillas alrededor de…


—Escucha, Sadi, las cosas que me dijiste la otra noche, bueno, no es que sea tu asunto, pero él ya lo sabe. Sadi ríe como si se tratara de una broma, y me rio de Pau intentando ser ruda. —De hecho, vivimos juntos. —Oírla decir eso hace que sea... bueno, verdadero.


—Sí, claro —se burla Sadi con una risa malvada y me mira. Cuando no me río ni lo niego, su mandíbula cae—. Está bromeando.


—No, no lo hace. —Me rio ahora, porque la expresión de Sadi es de perplejidad—. Hace casi una semana.


—¿Recoges perros callejeros ahora?


Miro a Pau, y ahora no es tan ruda. No, se ve avergonzada.


—No, la mudé conmigo. Así que, como dije cuando entraste, cuidado con lo que dices. Ella es una muy buena amiga.


Le doy a Pau un guiño, luego llevo nuestros platos a la cocina. Cuando salgo, está recogiendo sus cosas.


—¿Cansada? —pregunto, rozando su mejilla con mi dedo.


Asiente.


—Bueno, descansa un poco. Te veré pronto. —Me inclino y beso la parte superior de su cabeza mientras Lucas entra, negando.


—Nos vemos.


—Mierda. —La acerco a mí y susurro—: ¿Cuándo tendrás tu, tu…?


—Debería ser cualquier día —responde en un tono frío.


Mientras el bar comienza a llenarse, Sadi empieza a crear problemas. Una camarera en la noche de damas es algo estúpido para empezar, pero una maliciosa perra ciertamente no es lo que necesito.


Lucas y Gonzalo están jugando bien con la multitud y terminan sin camisa antes incluso de que empiece el baile en la barra. Estoy en la parte de atrás cuando Lucas aparece.


—Ella es una mala puta idea. —Se refiere a la bruja de Sadi—. ¿Dónde está Pau?


—La envié a casa. Está trabajando demasiado.


—¿Me estás vacilando? Le encanta esto. ¿Cómo se lo ha tomado? —Lucas está siendo un tonto, tratando de presionarme, y no estoy de humor para explicarme.


—Realmente no es asunto tuyo cómo toma nada. Es mi preocupación.


—¿Qué quieres decir con que es tu preocupación? —pregunta, levantando una ceja.


—No utilicé preservativo la otra noche. Pensé que ella estaba tomando la píldora o algo así. Hay una posibilidad de que podría…


—¡Mierda, hombre! —Lucas está radiante mientras lo dice.


—No, amigo, esto no es bueno. No tengo nada que hacer siendo el viejo de alguien.


—Vamos, P. —Se ríe.


—Ninguno de nosotros lo hacemos —espeto—. No sabríamos cómo serlo.


—¿Estás bromeando? Mamá fue ambos, así que seguro como la mierda que lo hacemos. —Frunce el ceño y después ríe—. Si no eres lo suficientemente hombre, sé que yo lo soy. Sólo di la palabra y me deslizaré —hace una pausa—, justo en ese pequeño…


—Joder, cuidado, hombre.


—No tengo miedo. Tú, en cambio, eres un gallina de mierda y es jodidamente divertido de ver.


—Nada de esto es divertido.


—¿Te gusta ella?


—Por supuesto que me gusta. —Niego y miro hacia abajo—. Papá amó a mamá una vez, también, y mira cómo…


—Eres un Alfonso, no papá. Ella ni siquiera nos dio su apellido. —Nos miramos en silencio por un momento—. Algo me dice que a mamá le encantaría Pau, Pedro.


Asiento.


—La extraño.


—Un poco menos en las últimas semanas, ¿eh?


Lo ignoro, recostado contra la pared. Supongo que por fin estoy llegando al final de la etapa de duelo: la aceptación. Al fin. Igual que la muerte, todo es tan definitivo. Desprenderme de mamá, de la pérdida sin hacerlo de su vida. Es todo tan definitivo. Jodidamente duele.


—No necesitas responder. Creo que todos nos sentimos mucho mejor con Pau alrededor. Es buena gente, Pedro.


—Sí, lo es. —Sonrío mientras siento la alegría inundarme.


 Aceptación.


—Y, joder, está muy buena. No metas la pata, hombre, porque no tendrás la oportunidad de etiquetarlo, y voy a…


—Vete a la mierda. —Lo empujo y me río—. Ahora manos a la obra.



***


Cuando llego a casa, Floyd no está en la puerta esperándome. A decir verdad, no lo ha hecho en toda la semana. Me quito los zapatos y subo las escaleras. No puedo quitarme la ropa más rápido. Todo lo que quiero es caer en la cama, acercar a Pau, oler su cabello y sostenerla toda la noche. Así que eso es lo que hago.



***


El viernes por la noche, Pau va retrasada. Bueno, no retrasada, sino no muy temprano, y siempre llega temprano. 


Cuando por fin entra, siento que una calma se apodera de mí. Es la misma sensación que siempre tenía cuando veía que mamá no había sido golpeada por papá.


—Hola, Pau. —Lucas sonríe y envuelve su brazo a su alrededor—. ¿Cómo está nuestra chica?


Lo mira y luego a mí.


—¿Bieeeen?


—Perfecto. —Besa la parte superior de su cabeza y ella me mira.


Gonzalo aparece desde la parte de atrás, cerrando la cremallera de sus pantalones mientras le da un guiño.


—Hola, Paaauuuu. —Pasa su brazo alrededor de su cintura y la abraza.


Sostiene su cabeza en su pecho y cubre sus ojos con la mano. Entonces, dos chicas salen de la habitación de atrás y cuando él hace un gesto con la cabeza hacia la puerta, corretean hacia allí.


Me río, incluso él quiere protegerla. Las palabras “Deja un buen legado en un mundo de mal” suenan en mi cabeza. 


Aceptación, sin duda aceptación.


Lanzo una mirada asesina a Lucas, sabiendo que se lo dijo a Gonzalo y que es por eso que está actuando como un tonto.


—¿Gonzalo? —Oigo la voz de Pau amortiguada contra su pecho.


—Déjala ir. ¿Qué diablos estás tratando de hacer, asfixiarla? —Lucas empuja su hombro.


Él la suelta y retrocede.


—¿Estás bien?


—Estoy bien. —Nos mira a todos y luego a mí—. ¿Todo está bien?


Me acerco y tomo su mano.


—¿Cómo estuvo el trabajo?


Pedro, ¿qué está pasando? —pregunta, mirándonos con recelo.


—Creo que los chicos te extrañaron ayer por la noche. —Agarro sus caderas y la acerco a mí—. Yo te extrañé anoche.


Me inclino para darle un beso, y sus ojos se amplían.


Pedro, gente.


—Me importa una mierda.


—Esto es el trabajo.


—No, esta es familia. —Me inclino y beso sus labios. Se congela—. ¿Pau? —digo contra su boca.


—¿Sí?


—Me estás haciendo quedar como un tonto.



Siento sus labios subir y entonces me besa de regreso. 


Cuando doy un paso atrás, está sonriendo, aunque todavía se ve confundida.


—¿Fue tan malo anoche?


—Sí —contestamos los tres al mismo tiempo.


El resto de la noche está repleto de gente; como resultado, cada vez que tengo la oportunidad de salir de la cocina, lo hago.


Lucas y Gonzalo están manteniendo los refrigeradores surtidos y Pau está caminando con la cabeza bien alta, a pesar de que Sadi está aquí.


Sadi está en su salida, sin embargo. No estoy teniendo esta mierda con Pau.





No hay comentarios:

Publicar un comentario