HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
lunes, 3 de octubre de 2016
CAPITULO 26 (SEGUNDA HISTORIA)
En cuanto entro en el bar, Emi toma sus cosas y luego me da un abrazo.
―Gracias.
―No hay problema.
Prácticamente corre a la puerta.
El sitio está animado. Lleva así unos meses. Alfonso’s es el lugar para estar.
Paula está detrás de la barra, moviendo su pequeño trasero, por lo que me acerco allí.
―Estoy aquí para ayudar.
―¿Parece que necesito ayuda?
Enfadada, pienso.
―El lugar está bastante concurrido, así que sí, necesitas alguna ayuda.
―Hay que rellenar las neveras y el barril de Miller Lite se está acabando. Podrías cambiarlo. Aparte de eso, yo me encargo. ―No pierde el ritmo, continúa sirviendo tragos, llenando copas y recibiendo dinero en efectivo, mientras habla.
―Claro, jefa. ―Me río, incapaz de evitarlo y se para en seco, luego me mira, molesta.
No aparto la mirada.
―Oye, trasero dulce, tengo la copa vacía ―grita un chico.
Giro la cabeza, preparado para perder los papeles, cuando le contesta:
―¿Trasero dulce? ¿Es todo lo que se te ocurrió, Romeo? ―Se ríe mientras le sirve un trago.
―Es muy lindo ―indica el imbécil, guiñándole un ojo.
Le sirve el trago y él le da diez dórales.
―¿Piensas que está bien hablar mierda como esa conmigo?
―Maldición. ―Sonríe el chico. Probablemente no. Probablemente debería estar sobre una rodilla, pidiéndote que te cases conmigo.
―Sabes que tienes una mejor oportunidad de ver a Dios, ¿correcto, Ricky?
―Eso dicen.
Ella mira a Julian.
―El hombre tiene cabeza dura, pero da buenas propinas.
―Quédate con el cambio, chica. ―Se ríe Rick.
Ella le sigue la corriente, después lanza los ocho dólares extra en su desbordante tarro antes de mirarme.
Todavía estoy enojado.
―Di la palabra y lanzaré su trase…
―El tipo está borracho y le gusta hablar mierda, Alfonso. No hace ningún daño. ¿Vas a interponerte en mi camino o cambiar el barril?
Mientras cambio el barril, lleno las neveras y me aparto, miro cómo trabaja con la multitud. Es tan seria con ellos como es conmigo. La excepción es Julian, con quien parece ser cercana. Ahora también viven en el mismo edificio.
Julian puede parecer como si tuviese unos cuarenta con esa barba poblada y cabello salvaje, pero solo tiene treinta y pocos. Realmente espero que no esté pasando nada entre ellos, porque me gusta el chico y no quiero tener que matarlo.
Ella trabaja duro toda la noche y en cualquier momento que trato de ayudar, recibo la mirada, la que se supone que me intimida pero que en realidad me excita mucho. Así que tomo la silla detrás de la barra y me siento.
―¿Pedro? ―Levanto la mirada hacia una pareja de mujeres viniendo hacia mí.
―Hola, Patsy, Tina, ¿qué pasa? ―Les doy la sonrisa que acostumbro.
―Es jueves, “noche de chicas” y llegamos aquí pensando que podríamos verte a ti y a tus hermanos en la barra.
Me río.
―Martin se casó… ―Muevo la mano en el aire―. Parece que esta noche, muchas chicas se quedaron en casa. Hay un montón de hombres, sin embargo, ¿eh?
―Pero solo un Alfonso. ―Tina me guiña un ojo.
―Solo estoy atrás de la barra, pero Paula aquí ―informo mientras Paula se nos acerca―, estaría encantada de ayudarlas con sus bebidas.
―¿Qué puedo conseguirles para beber?
―Nos gustaría un cóctel Alfonso. ―Patsy me sonríe.
―Perdón ¿podría repetirlo? ―pregunta ella.
―Deseo que lo haga él. ―Tina se ríe―. Tú y tu hermano Lucas… ¿Recuerdas ese tiempo?
Paula pone un gesto sorprendido mientras me mira.
―¿Sabes lo que hay en un cóctel Alfonso, Paula? ―Se ríe Patsy.
―No ―responde Paula mientras sirve un trago y lo empuja por la barra a una de las chicas esperando tomar una copa.
―Bueno, empieza con una de nosotras sobre nuestras rodillas ―comienza Tina.
―Entonces labios con labios, ¿verdad, Pedro? ―añade Patsy.
No me jodas.
Asiento.
―Después, un poco de revuelo, sin agitación, con la lengua plana. ¿No son esas las instrucciones que nos diste? ―Tina se muerde el labio.
―Tómalo en lo más profundo, no sientas náuseas, solo traga ―continua Patsy donde lo dejó.
―¿Están jodidamente hablando en serio de las mamadas que le dieron? Si es así, guárdenselo. No estoy interesada. Lo que me interesa es su pedido de bebidas; pero si están aquí solo para follar con él, avísenme, para poder servirles
a algunos otros clientes ―reprende Paula.
―Dos Miller Lite ―pide Tina con rapidez.
―¿Quieres servirlas tú o lo hago yo? ―me murmura Paula.
―Adelante, nena.
Me frunce el ceño, luego va por sus bebidas, me vuelvo de nuevo hacia las chicas.
―Miren, ya no sirvo esos. Aunque fue grandioso verlas a las dos.
Luego me alejo mientras Paula les sirve.
Da la una de la mañana, antes de que las cosas se calmen.
Paula habla con los clientes, sonríe e incluso les pide taxis a algunos de ellos. En el momento en que el bar está vacío, son las dos de la mañana. Paula gira la señal y cierra la
puerta del frente.
No se sienta ni un segundo, solo se mantiene caminando y es obvio que me está evitando.
―¿Quieres cambiar tus propinas y conseguir billetes más grandes antes de que cierre la caja?
―Sí. ―Coloca el trapo bajo la barra y se acerca a la caja registradora.
No me muevo. Quiero que tenga que venir a mí.
―Eres una camarera increíble.
―Sí, bueno, no es una cirugía cerebral.
―Ese tipo, el que te llamó…
―Es inofensivo.
―¿Estás segura de eso?
Se gira, moviendo sus pequeñas trenzas y me mira.
―Una chica como yo puede detectar a un imbécil a un metro de distancia.
―Una chica como tú no merece silbidos ―replico.
―Bueno, parece que tienes algunas “gatas” pidiendo por ti.
―No soy amante de los gatos. ―Me inclino un poco y miro sus labios, la veo tomar una respiración corta, rápida.
Rápidamente aparta la mirada.
―No, eres una persona de niños. Mi hija te tiene en gran estima. De hecho, habla de ti todo el tiempo.
Tomo un trago, tratando de calmar mi mierda.
―¿Hay algún juego que desees tener conmigo? ¿Twitch?
Casi me ahogo con la bebida.
―Paula…
―No estoy segura que sea una buena idea que pasen tanto tiempo juntos. Va a pensar en ti como en algo más…
―Espera un minuto.
―No, ¡escucha! Cree en los cuentos de hadas, en los príncipes azules, en los finales felices; en la mierda que obviamente no es una realidad. Necesita saber que puede ser fuerte sola.
―¿Terminaste? ―No me gusta a donde va esto.
Aparta la mirada.
―Evidentemente.
CAPITULO 25 (SEGUNDA HISTORIA)
Me detengo en la puerta de la habitación destinada en un principio a mamá, luego ocupada por Paula y Camila. Odio ver que está vacía, aunque por un tiempo no pudo haber sido más perfecta… para ella y para esa pequeña chica. Ni
siquiera voy a mentirme, su marcha es la segunda cosa más difícil con la que he tenido que lidiar.
Paula era fuerte cuando la conocí, feroz, en realidad. Nunca, ni en un millón de años, hubiese pensado que ella sintió que ese imbécil realmente era su dueño. Teniendo en cuenta lo que pasó, entiendo que necesitase construir un muro. Quería un muro fuerte y no solo por ella.
La pequeña necesita a su mamá fuerte, feroz e independiente; y lo está viendo en este momento. Incluso el miércoles por la noche, en mi noche con ella, me dijo: Mami está feliz todo el tiempo. Esas noches la saco del nido, por así decirlo, y tenemos nuestra cena.
El nuevo nido de Paula. El nido original, la casa en la que mi familia adoptó a mis dos chicas, era genial para las dos. Y para nosotros, también. Estoy triste de ver que ese momento terminó.
Sin embargo, ahora la pequeña chica y yo tenemos nuestro uno contra uno los miércoles por la noche y maldita sea si no me hace abrirle las puertas y esas cosas. Es la primera vez en mi vida que invité a cenar a alguien que en realidad ha tocado la fibra sensible Alfonso. Bueno, fueron pollo frito, patatas fritas y batidos, pero maldita sea, era un paso.
Algún día, pronto, le daría eso a la pequeña mamá Paula.
―¿Estás bien? ―pregunta Martin detrás de mí.
―Los lunes por la noche, quiero el bar ―le indico a Martin, mirando por encima del hombro.
―¿Para?
―Cartas, hombre. Necesito eso. También necesitaré un par de noches en la barra.
―Estoy de acuerdo con eso. Emi se molesta cuando entrena a alguien y luego los atrapa jodiéndola, por lo que insiste en estar ahí un par de noches. Sin embargo, me gustaría su pequeño trasero en casa más a menudo. Los fines de semana son increíblemente ajetreados, también, si puedes trabajar entonces. Sally, yo, Emi y, en ocasiones, Lucas apenas podemos mantenernos al día. Si quieres…
―Voy a echar una mano cuando sea, pero tengo planes propios.
―¿Atlantic City? ¿Reno?
―No, hombre, me quedaré aquí para siempre. Dejé a As en Las Vegas, se retiró. También venderé mi casa en Atlantic City. Ahora quiero algo más. Aprecio el trabajo y sé que es solo para tres o cuatro horas los viernes y sábados cuando
estés abrumado. No tengo intención de quitarte dinero del bolsillo.
―Dile eso a ti mismo, porque sé que necesito la ayuda. Es más barato pagarte a ti que a uno de esos idiotas que me quieren robar a ciegas.
―Por ahora, voy a tomarlo.
―“Gánatelo”, hombre. No “tomes” mierda.
―Excelente. Con mucho gusto entraré, incluso cuando haya ordenado mi mierda.
―¿Quieres compartir tus planes conmigo?
―Aún no. Todavía tengo que observar lo que vendrá antes de hacer el movimiento.
―¿Estás libre esta noche? ―pregunta Martin en mi puerta.
―Seguro, ¿qué pasa?
―Hoy hace dos meses que Emi y yo nos casamos. Iba a cenar en el bar, pero prefiero comer en la cama. ¿Te importaría bajar y ayudarme a cerrar más tarde?
―¿Quién está trabajando?
―¿Importa? ―cuestiona.
―Es noche de jueves, Paula está trabajando ―determino y asiente―. Claro, puedo manejarlo.
―El correo llegó hoy con algo de una compañía de seguros y algo de la policía de Las Vegas.
―¡No me jodas!
Me acerco y tomo los sobres del mostrador, luego voy a mi habitación, donde abro el de la policía de Las Vegas. Al parecer, Monte se declaró no culpable. No tengo ni idea de cómo cree el idiota que puede lograr eso. Me hace reír a carcajadas, hasta que leo la parte de que seré llamado a declarar en su contra.
Ahora la pequeña mamá lo sabrá y sé que va a estar molesta. Quería decírselo antes que después. Sin embargo, tengo un par de semanas. Tres, para ser exactos.
Joder, ya está enojada. Realmente me esfuerzo mantener el contacto físico al mínimo, pero todavía le doy un abrazo de vez en cuando. Juro que es rápido, sin embargo, o estaría andando con una erección.
La veo mirarme los labios y sé que me quiere en esa boca tanto como yo; pero todavía no, no puedo hacerlo. Las cosas tienen que estar sólidas y estoy malditamente seguro que es la que hará el primer movimiento. Pero que Dios la ayude cuando lo haga.
El siguiente sobre es el cheque en su totalidad del seguro de mi auto.
El dinero me vendrá muy bien, pero todavía me molesta la forma en que ese imbécil trató de joderme. Obtendrá lo suyo.
En prisión alguien le joderá por el culo y, entonces, verá cómo se siente ser follado desde atrás sin una puta advertencia.
CAPITULO 24 (SEGUNDA HISTORIA)
Días. He pasado días sintiéndome como que me estoy aferrando a algo mientras me pregunto si realmente estuve allí en primer lugar.
Pedro y su viaje por carretera… La frustración se acumula más dentro de mí.
¿De verdad piensa que le compré la mierda que está vendiendo? ¿Está molesto porque me metí y jugué? ¿Está enojado porque gané mi propia olla para pagar mi salida? ¿Estropeé algún plan que tenía para que estuviera en deuda con él?
Mi cabeza está por todo el lugar, como mis emociones.
Quiero tan desesperadamente confiar en él. Cuanto más cerca estoy de Emi, más puedo ver que los chicos Alfonso son buenos. Entonces, cuando no escucho de Pedro, la duda me llena. ¿Habré cerrado los ojos? ¿Estoy viendo lo que quiero ver, no lo que realmente está allí?
Teniendo en cuenta mi historia, no soy buena en juzgar el carácter de las personas. Honestamente, nunca he estado en una situación de determinar quién es bueno y quién es malo, nunca se me dieron opciones. La gente que conocí y
que estaban asociados con Monte era gente suya. Incluso Yamila, al comienzo, fue elegida por Monte para ser mi mejor amiga, aunque estoy segura que nunca esperó que se convirtiera en una verdadera amiga y no sólo otro peón en su juego.
Claro, Pedro responde cuando lo llamo, pero no ha hecho ningún intento propio de llegar a mí. Su regreso de Las Vegas tomó más tiempo del que nunca esperé, también. Su respuesta a eso es que estaba disfrutando el escenario.
Una vez más, yo lo llamo mierda.
Limpio la barra delante de mí. Oh, bueno, es lo que es, ¿verdad?
―Estás en profundo pensamiento por allá, chica ―gruñe Julian hacia mí.
Me apresuro a él, entonces doy otro vistazo alrededor para asegurarme que en realidad estaba hablando conmigo antes de sonreírle con dulzura.
El hombre lleva bien el licor. También retiene tanto detrás de esos ojos oscuros mientras escupe broma tras broma con sus amigos. Servirles a los clientes habituales, noche tras noche, me ha hecho aprender lo que las amistades parecen
formar, y al final, después de una sencilla copa o dos, o tres…
―Golpéame con tu mejor línea. ―Levanta una ceja en desafío hacia mí. Es lo mismo que intenta todas las noches, y cada vez, su respuesta es la misma: El ceño fruncido y una réplica para intentarlo de nuevo en un día diferente.
―¿Por qué Alice hace tantas preguntas?
Él se encoge de hombros esperando mi respuesta.
―Porque es del país de las maravillas. ―Sonrío, y Julian niega.
―Mamá, tenemos que sacarte más a menudo. Cada noche entro aquí y me das una pequeña broma. Mis días de lectura de cuentos antes de dormir hace tiempo que pasaron. Sírveme, querida, y vamos a mantener este pequeño secreto como nuestro.
Me río alto, haciendo que me mire de forma extraña.
―De hecho, ¿te puedo servir sin hacerte reír, realmente?
―Bueno, estoy bastante seguro que es lo que dije.
―No dejes que nadie te sirva hasta que consigas al menos una sonrisa ―añado, sin ocultar mi diversión.
―Todo el mundo necesita un descanso a veces, Paula, y creo que tú tienes que tomar uno. Así que toma mi bebida y vamos a charlar.
Hago eso, y me quedo tan cautivada en la conversación que se necesitan varios segundos para que mi ansiedad crezca cuando mi teléfono vibra en mi bolsillo de atrás. Nadie tiene este número excepto Yamila, Emilia, los chicos Alfonso, y Marshall.
Marshall. Las Vegas. Es tiempo de conseguir un teléfono nuevo.
Monte es un hombre de palabra en el negocio el noventa por ciento del tiempo. ¿Estoy a punto de formar parte de ese diez por ciento?
―Paula, debes responder el teléfono, no te pongas como si hubieras visto un fantasma ―gruñe Julian, sacándome de mis locos pensamientos.
Tomando el teléfono, miro la pantalla y veo el número de Pedro. Por supuesto que llamaría ahora, cuando estoy ocupada.
Suspirando, contesto rápidamente.
―Hola, pequeña mamá.
Con su voz, me estremezco. Dios ¿por qué soy tan vulnerable con él?
―Ris Priss y yo queríamos saber si está bien si vamos a cenar.
―¿Estás aquí? ¿Estás en casa? ¿Cuándo volviste a la ciudad? ―Le disparo las preguntas sin detenerme para dejar que eso se hunda.
Pedro Alfonso está finalmente en casa de hacer quién sabe qué, quién sabe dónde, ¿y lo primero que quiere hacer es llevar a mi hija a cenar? No sé si quiero sonreír o llorar.
No importa la distancia de Pedro de mí, se ha asegurado de hablar con Camila en el teléfono todos los días, y la primera pregunta que hace es cómo está ella. Es una prioridad para él.
No me di cuenta plenamente hasta este momento.
―Más despacio, Paula. Llegué hace aproximadamente treinta minutos y descubro que estás trabajando. Quería llevar a Camila a cenar y tomar batidos, pero antes de ir a alguna parte, queríamos tener tu permiso y ver si querías que te trajéramos algo.
―Ummm… no ―digo entre dientes, todavía tratando de comprender el hecho de que este magnífico, hombre que-todo-lo-consume podría estar haciendo lo que quisiera en este momento y prefiere llevar a mi hija a cenar y por
batidos. Nadie además de Yamila había querido nunca hacer algo con ella a solas.
―Está bien, voy a seguir aquí, en la casa de Martin, entonces. Vamos a pedir pizza, si puede tener eso ―dice, sonando decepcionado. Cuando no dice nada más, caigo en la cuenta que malinterpretó mi respuesta.
―¡Espera! ―Diablos, me doy cuenta que no estoy diciendo las palabras correctamente―. Quise decir que sí, puedes llevarla, pero no consigas comida para mí. Gracias por la oferta, sin embargo.
―Está bien. Nos veremos después del trabajo, pequeña mamá.
A medida que termino la llamada, Julian está mirándome.
―¿Qué? ―pregunto inocentemente.
Julian simplemente niega.
Les sirvo a un poco más de clientes antes de que Emilia venga a ayudarme, ya que Pedro tiene a Camila. En el tiempo en que he estado con su familia, he construido uniones sólidas con cada uno de ellos, especialmente con ella. Aunque todavía no estoy segura del porqué Emilia está constantemente frotando su trasero como está haciendo en este momento mientras habla con Julian.
―Señorita Independiente ―dice, moviendo su trasero, por lo que le sigo la broma. Después, las dos nos reímos.
―¿Quién es la señorita Independiente? ―pregunto, uniéndome a la conversación.
―Mis bragas de esta noche me recuerdan ser “Srta. Independiente” ―responde Emi con ese tipo común de conocimiento.
Mi cara debe mostrar mi confusión, porque Julian interviene:
―Ropa interior inspiracional. La chica vive para ellas.
Emilia me sonríe.
―¡Tenemos que conseguirte un par! Eres totalmente señorita Independiente.
Se me cae la cara de vergüenza.
―No, de verdad. Vine aquí por Pedro, huyendo de mi pasado. He vivido contigo y con Martin, y a pesar de que estoy pagando alquiler, sabes que Martin me está prestando más de lo que probablemente debería. Realmente no considero eso independiente.
―La buena ayuda es difícil de encontrar. ¿Conoces el índice de rotación aquí? Te está pagando bien porque eres confiable y trabajadora. Te ganas cada centavo, Paula.
Me encojo de hombros mientras mi mente se desvía.
―Necesito encontrar una casa.
―Sabes que eres bienvenida con nosotros todo el tiempo que desees.
―Gracias, Emi, pero realmente necesito encontrar una casa y empezar a establecerme en mi nueva vida. Además, estoy en el borde a la espera de que Monte envíe los papeles para firmar sobre sus derechos sobre Camila. Tal vez tener mi mente en buscar y luego mudarme a un nuevo lugar alivie algo de mi ansiedad.
Emi frota su trasero de nuevo.
―Srta. Independiente. ―Me sonríe―. Te encontraremos algo.
Julian se mete.
―Hay unos pocos lugares disponibles en mi edificio. No es nada del otro mundo, y no diría que es el mejor barrio, pero no es el peor. Y voy a estar allí para mantener un ojo en ella si necesita alguna cosa. Es solo un pensamiento.
Terminamos el resto de la noche en una conversación casual mientras mi mente continúa en si puedo pagar por mi propio lugar. Estoy aliviada cuando salgo de trabajar para encontrar que Pedro terminó conduciendo mi auto nuevo desde Las Vegas. Aunque es un pedazo de mierda, tener un auto significa una cosa menos con la cual lidiar para no apretar mi presupuesto ahora. También estoy sorprendida, debido a que el hombre tiene un Porsche, por el amor de Dios, así que, ¿por qué iba a conducir mi golpeado auto?
Se ve como el infierno, pero no me dice lo que pasó. Los moretones se han vuelto amarillentos, por lo que sé que son de pocos días. Parte de mí tiene que saber si uno de los chicos de Monte lo hizo; sin embargo, sé que Pedro no me lo va a decir.
***
Me lleva tres semanas de trabajo ahorrar para el depósito además de la renta y el depósito del apartamento de dos dormitorios y un baño del que ahora tengo las llaves. El edificio de apartamentos, por suerte para mí, tiene sólo tres unidades en mi piso. Uno pertenece a Julian; ahí está mi apartamento; y el otro pertenece a una viejecita que, cuando me oyó mudarme, llegó a su puerta con un bate de béisbol, totalmente lista para patear algún trasero. También pasa a ser una impresionante panadera y nos recibió con galletas con chispas de chocolate dos días después de que finalmente termináramos de mudarnos. Puede que no sea el
lugar más bonito o que esté en el mejor barrio, pero podría ser mucho peor.
Entre las muchas otras cosas que hizo Emi fue llevarme a una tienda de segunda, donde me ayudó a conseguir nuestra sala de estar con un futón y una pequeña televisión y centro de entretenimiento. No tenemos cable, pero tenemos más que suficientes DVDs para mantener a Ris Priss ocupada. Los colchones deberán ser de aire en nuestros dormitorios por ahora, pero es un comienzo, y se
siente bien.
Pedro ha estado tranquilo además de hablar con Camila.
Esos dos se han unido, y no estoy segura de lo que siento por eso. Trato de mantener mis sentimientos personales separados de su relación con mi hija.
Pica, sin embargo. Incluso no me ha besado. Para un hombre que tenía que tenerme de cualquier manera que pudiera conseguirme la noche que nos conocimos, ahora no me ofrece más que un rápido abrazo de pasada. ¿Mi pasado
lo desalentó tanto?
Por supuesto, en el gran esquema de las cosas, nada de eso importa. Tengo a mi hija, un trabajo, y ahora mi primera casa, por mi cuenta.
Pesos y contrapesos, mi báscula está equilibrada. Por primera vez en mi vida, nadie me posee. Por primera vez en mi vida adulta, puedo decir con confianza que no le debo a nadie.
Se siente bien.
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