HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

viernes, 30 de septiembre de 2016

CAPITULO 17 (SEGUNDA HISTORIA)




Ha trabajado durante tres días y, en ese tiempo, no nos hemos dicho más de diez frases.


Ella y Emi se están acercando, lo cual es genial, y Camila y yo tenemos una pequeña rutina por la noche.


Mamá se va y nos dirigimos al gimnasio del garaje. Después de dos minutos en la cinta, se sienta en el suelo.


Hoy, está sobre mi espalda, riendo mientras corro. Es la más linda pequeña cosa en el mundo. Le gustan las uvas, se las come a montones mientras ve Sofia the First… no Firs.


Luego leemos.


Paula tiene la noche libre y, desde la distancia, puedo ver una luz regresando a sus ojos. Bromea con mis hermanos y Emi y parece casi a gusto. La única vez que oí algún tipo de fricción fue cuando ella y Martin discutieron sobre su alquiler.


Él le dijo que no; ella le dijo que se iría.


―Eres un dolor en el culo, sabes ―refunfuñó cuando ella empujó el sobre hacia él.


Y cuando compré un asiento de auto ―un puto asiento de auto― para la Escalade, se enojó.


―Cuando tengas que llevarla al doctor, no estarás tan enojada conmigo ―grito mientras me alejo.


Negando, vuelvo al presente y me doy cuenta de que tengo que poner un poco de distancia entre nosotros, así que voy a hablar con mamá. Luego me dirijo al bar, donde bebo mucho.


Recibo ofertas, muchas, y ni siquiera puedo pensar en aceptarlas. Todo lo que puedo pensar es en ella. Al terminar la noche, no puedo conducir, así que espero al taxi que Sally, la camarera, ha llamado para mí y luego vuelvo a casa,
donde me tambaleo por el pasillo hacia su puerta.


Me detengo en la puerta, observándolas dormir. Se ve impresionante con el pequeño ceño fruncido desaparecido, la preocupación parece haber sido borrada.


Tengo a una chica extraordinaria frente a mí y ni siquiera puedo tocarla.


No sé cuánto tiempo llevo contemplándola cuando sus ojos se abren. Me ve, entonces me fulmina con la mirada.


Tan sólo muevo la cabeza y me alejo.


Oigo la puerta cerrarse y miro hacia atrás mientras camina hacia mí, envolviendo su bata a su alrededor.


―¿Qué demonios estás haciendo? ¿Me observas todas las noches?


―Síp. ―Quiero inclinarme hacia adelante y tocarla. Sin embargo, no lo hago.


―Bueno, no lo hagas. Es escalofriante e incorrecto. Es jodido, Pedro.


Asiento.


―Es tu culpa.


―¿Mía?


―He deambulado por aquí durante días, viéndote sonreír, reír y bajar la guardia con todos. ―Me inclino hacia delante un poco―. No tienes ni idea de lo sexy que es para mí.


―No. ―Su voz tiembla.


Niego.


―Te deseo todo el maldito tiempo. Me pongo duro cuando pasas por mi lado. Podría haberme follado a cinco mujeres diferentes esta noche… Dios sabe que necesito una liberación, pero no lo hice, porque todo lo que quería era volver aquí y contemplar a la mujer más hermosa que jamás he visto. El que estés aquí, Paula, la Paula acostada con su hija, durmiendo sin el ceño fruncido o cualquier preocupación visible, es a la que prefiero. Pero esa Paula no quiere tener nada que ver conmigo. Así que perdóname si me gusta verte dormir. Te prometo que no lo haré de nuevo.


No dice nada, pero su labio inferior sobresale y tengo que evitar morderlo, o simplemente tocarla, porque sé lo que le hace a ella, a los dos.


Así que en vez de eso, me alejo.






CAPITULO 16 (SEGUNDA HISTORIA)





Nos detenemos frente a la casa de Martin en un taxi y Camila se asoma por la ventana.


―Está verde aquí.


―Claro que lo está. ―Salgo y tomo a la pequeña porque, honestamente, estoy pensando que Paula podría cerrar la puerta y bloquearla antes de decirle al taxista que arranque y la saque de aquí.


Sostengo a Camila en un brazo y tomo las bolsas del maletero del taxista.


Después, le pago y veo a Paula echar un vistazo a su alrededor con escepticismo.


―Mira lo que trajo el gato. ―Miro hacia atrás cuando la puerta del garaje se abre para ver a Martin, Lucas y Emilia caminar hacia nosotros.


―Sorpresa. ―Me río―. Camila, estos dos payasos son mis hermanos, Martin y Lucas, y esta de aquí es Emi, mi cuñada.


Sale de mis brazos y hace una pequeña reverencia de princesa.


―¿Cómo están?


―Pequeña, son sólo personas como nosotros; guarda esa mier… ―Paula me da un codazo―. Ups, mi culpa. Guarda esas cosas para la reina. ―Empiezo a presentar a Paula―. Esta es mi… eh... mi...


―Soy Paula, amiga de Pedro. ―Se acerca y estrecha sus manos.


―Vamos a llevarnos la camioneta ―digo―, dirigirnos a la carretera, encontrar un lugar donde alojarnos y…


―Tonterías, se quedarán aquí. ―Emi se agacha y le sonríe a Camila―. No quieres quedarte en un soso y viejo hotel, ¿verdad?


Sonríe y se encoge de hombros.


―Tenemos un montón de espacio aquí.


―Emi ―Martin envuelve el brazo alrededor de su cintura―, son más que bienvenidos a quedarse, pero si no quieren…


―¿Qué te parece, Paula? ―pregunto―. ¿Quieres quedarte aquí por un par de días?


―Eso sería agradable. Gracias ―responde con timidez, mientras sigue asimilándolo todo.


―Bien. Ahora los chicos pueden tomar las maletas y las chicas vamos a encontrar la habitación de Camila. Ya es tarde, deben estar cansadas ―dice Emi, de pie y sonriéndole a Paula.


―Nop. ―Camila sonríe y toma tanto la mano de Emilia como la de Pau.


Una vez en el interior del garaje, miro a mis hermanos.


―No me juzguen. Sí, debería haber llamado, pero no hubo tiempo y no estaba seguro de que ella fuera a venir.


―¿Es tu chica? ―pregunta Martin.


―Joder, es sexy. ―Lucas me guiña.


―Es una amiga que está en problemas con su futuro exmarido, escoria de la tierra, prestamista de Las Vegas. Cree que le debe algo y amenazó con llevarse a la niña. No sucederá en mi turno.


―¿Por qué la cuidas si no te la follas? ―pregunta Lucas.


―Respeta, Lu ―le advierte Martin.


―Encuentro fortuito, ni siquiera sabía que tenía una niña.


―¿Estás bien con eso? ―cuestiona Lucas.


―Es la chica más sexy que he tenido. Erección asegurada. Puede que tenga un problema.


―¿Un problema? ―inquiere Martin.


―Sí. Es obstinada, tiene muros tan altos como el sol. Cree que tiene que mantener las cosas a mano, tiene miedo de deberle a alguien. Y es igual con el sexo. Insiste en estar al mismo nivel.


―¿Dónde está el problema con eso? ―pregunta Lu, luego se ríe.


Martin y yo simplemente lo miramos.


―Bueno, está bien, no se lo daremos así. ―Asiente.


―Se lo daremos mejor ―digo mientras le palmeo la espalda―. Estoy hambriento. Vamos y pediré la cena.


La cena es divertida. A Camila le encanta la pizza y nos entretiene. Esa niña es lo bastante pequeña para no mostrar heridas de batalla. Va a romper este maldito ciclo. ¿Por qué? 


Debido a que su mamá es muy fuerte y la quiere muchísimo y va a hacer que suceda.


Paula está callada, muy callada. No puedo incluso contar la cantidad de veces que la veo mirar a la puerta como si quisiera huir. No soy el único que se da cuenta. Mis hermanos y Emi también ven esa mierda.


Camila escoge la habitación en la que nunca hemos dormido, la habitación que Martin había montado pensando en mamá. Un dormitorio donde no se quedó ni una sola vez.


Después de que Paula baña a Camila, las dos agradecen a todos y luego se van a la cama.


Martin se dirige de nuevo al bar para cerrar y Lu dice que va al gimnasio.


Ya es tarde. Estoy seguro de que va a golpear algo, pero mi conjetura es que no sólo será el gimnasio.


―Las cosas seguro que cambian en un abrir y cerrar de ojos ―dice Emi mientras limpia la mesa de café donde todos hemos comido.


―Es una buena chica, sólo necesitaba un descanso.


―Eres un buen hombre, Pedro. Todos ustedes lo son. Pero, por favor, concédeme una cosa.


―Lo que sea, ya lo sabes.


―No dejes caer a Paula si no eres lo suficientemente fuerte como para sostenerlas a las dos. Y no olvides cuán importante es esa niña, si su madre y tú terminan juntos. Recuerda, estaba junto a su madre primero. Y no caigas si no piensas que Paula puede devolverte el amor que sé que eres capaz de dar.


―Escucha, Emi, ni siquiera voy a tocar eso otra vez. ―Le doy un codazo juguetonamente.


―Ajá. Estoy hablando en serio, Pedro. También mereces ser feliz. Es tan vulnerable y está tan asustada, y no puedes…


―Pau, fui criado por una mujer que fue lo suficientemente fuerte como para quedarse. Nunca pondré a una mujer en una posición así. La ayudaré a ganar su libertad. Eso es todo lo que quiere para sí misma y esa pequeña niña.


Por la mañana, me despierto temprano y salgo de mi habitación para encontrar a Paula allí de pie, mirando alrededor. Me detengo y la observo, queriendo saber en qué está pensando. En sus ojos, veo una mirada perdida. De
hecho, no se ve sólo perdida, sino como si se sintiera enjaulada.


No quiero que tenga la idea equivocada sobre por qué la observo.


―Buenos días ―le digo cuando paso a su lado―. ¿Café?


―Eh… yo… eh…


―¿Lo tomas negro?


―Tengo que encontrar una tienda de comestibles.


―Bien. Pero hasta entonces…


―¿Vienes mucho aquí? ―me interrumpe―. Tienes una habitación. ¿Tú…?


―Me quedo en Las Vegas hasta que junto lo suficiente como para volver a casa por un tiempo. Entonces, me quedo con mi familia. Si quiero trabajar, lo hago en el bar. Martin es propietario de un lugar más abajo en la calle.


―Necesito…


―Cualquier cosa que sea, lo conseguiremos.


―Necesito un trabajo ―espeta.


―Hecho ―escucho decir a Martin mientras baja por las escaleras―. Atrapé a una de mis chicas drogándose cuando fui a recoger el dinero anoche. Esa mierda no sucederá en Alfonso’s. Si estás limpia y deseas un puesto de trabajo, es tuyo. Emi o yo podemos entrenarte…


―Ella trabajaba… ―lo interrumpo.


―Tengo experiencia ―me corta―. Trabajaba como camarera de cóctel en Las Vegas, incluso he sustituido a los barman cuando necesitaban un descanso.


―En mi bar se sirve cerveza de barril y tragos ―dice Martin.


―No puedo empezar esta noche. Necesito encontrar cuidado de niños. ―Veo sus ojos moverse sin control, como si estuviera tratando de resolver todas las cosas por sí sola. Joder, lo odio.


―¿Confías en mí para que la cuide? ―pregunto.


―Como si tuviera alguna opción ―murmura.


Me dirijo hacia el baño antes de que diga algo de mierda de la que no me pueda retractar, pero me detengo cuando la escucho hablar.


―No vas a llevarla a ningún lugar, ¿verdad? No tienes asiento de auto y no conozco la zona.


―No, vamos a pasar el rato aquí.



CAPITULO 15 (SEGUNDA HISTORIA)




Finalmente está dormida. Por fin.


Cuando era niño, vi a mi madre llorar. La vi unas pocas veces, en realidad.


Cada vez que le preguntaba qué le pasaba, se paralizaba y me decía que todo estaría bien. Me consolaba. Cuando me hice más mayor, ya no tuve que preguntar.


A la edad de siete años, recuerdo saber exactamente lo que estaba mal.


Recuerdo oírlo regañándola y degradándola. Recuerdo a Martin paseándose de un lado a otro y viéndose como si quisiera escapar de la pequeña caja de mierda de habitación donde los tres dormíamos. Se encontraba en la parte de atrás del apartamento y era la habitación más pequeña, pero no recuerdo al viejo borracho idiota yendo allí más de una vez, quizás dos.


Mamá nos escondía, suponiendo que allí nos podría proteger.


En su momento más débil, me dijo todo sobre su vida, sobre su madre, cómo se crió y por lo que había pasado.


Paula. ¡Jodido enigma, Batman! La vida de esta chica ha sido un nivel de infierno completamente diferente al de mamá. No fue abusada físicamente… bueno, no de la misma forma que mamá, de todas maneras.


El sentirte como si tuvieses dueño y que de alguna manera le debías el resto de tu vida a algún pedazo de mierda que te recordaba todos los días que te poseía, te despoja de tu orgullo, de tu confianza y de cualquier puta esperanza que un ser humano pudiera tener. Y, a pesar de lo que mamá y nosotros soportamos, al menos teníamos esperanza. La esperanza es el sentimiento más fuerte que se puede tener. 


La esperanza no desaparece. Se puede ocultar, como
en este momento, pero regresa con venganza.


Paula dijo que no tenía ninguna y no pude decirle que se equivocaba; sólo pude escuchar. Sin embargo, estaba equivocada. Tiene esperanza… esperanza para su hija. Y si pudiera darse cuenta, estaría en buen camino a la curación, a la superación de la tormenta de mierda que es su vida.


En la oscuridad de la noche, su cuerpo tiembla y comienza a hacer esos pequeños sonidos, sollozos casi silenciosos, mientras yace sobre mi pecho. La abrazo más fuerte y se desvanecen.


Dios, se siente bien saber que puedo hacer eso por ella.


Me gustaría que alguien pudiera haber hecho eso por mamá.


Sin embargo, ella tenía razón: Monte es una serpiente. 


Jugué contra él en uno de los torneos clandestinos de Las Vegas, pateé su culo y me fui con dinero suficiente para comprar esta casa. Durante una semana, fui muy cuidadoso,
porque él y sus matones estaban por todas partes. No cambié una mierda de mi día a día, pero en ese mismo momento, decidí que no jugaría en ese circuito de nuevo.


Por mucho que me guste la emoción del juego, me encanta mi rostro y mis demás posesiones, y no quería terminar jodido. Seamos sinceros; no soy el puto Jackie Chan, pero frente a frente, podría derrotar a cualquiera. Demonios, el viejo me pegaba mucho y yo se lo permitía. ¿Por qué? Porque lo enojaba que fuera más fuerte que él y eso me enseñó a no temerle a ningún hombre. El dolor no es nada.


Pero tampoco soy estúpido.


Si mis hermanos estuvieran aquí, podríamos destrozarlos y Monte y sus matones no tendrían ni una oportunidad. Sin embargo, sosteniendo su todavía tembloroso cuerpo, sé muy bien que la lógica y la razón estarían comprometidas con la preocupación y el miedo de que le quitara su esperanza, representada en esa muy linda y pequeña niña que está durmiendo en la habitación de invitados.


Cuando se me enciende la bombilla, finalmente descubriendo qué hacer, me río y ella se mueve, pero después de unos pocos momentos, se hunde de nuevo en el sueño.


Me despierto cuando el sol comienza a colarse por la ventana. Mientras me muevo de debajo de ella, abre los ojos.


―Deberías ir a la cama con la pequeña y dormir un poco más.


―¿Te vas? ―Se sienta y se estira.


―No, sólo tengo que hacer algunas cosas.


―Está bien. ―Se levanta y se estira de nuevo, la camisa se levanta y veo un poco de sus bragas de encaje.


―Oye, resbaloso ―chasquea sus dedos―, ojos aquí arriba.


―Atrapado. ―Sonrío.


―Sí, bueno, gracias por anoche, por ayer, por ayudarnos a salir.


―El gusto fue mío. Ahora ve a la cama. ―La forma en que lo digo refleja los pequeños pensamientos sucios que hay en mi cabeza. Me encojo de hombros y pone los ojos en blanco―. Lo siento cariño. Te ves tan increíblemente deliciosa en este momento. Tienes que irte antes de que deje de ser tan caballeroso y…


Pedro ―me interrumpe―. Realmente te lo agradezco.


―Lo sé. Ahora vete.


Lo más gracioso del agradecimiento es que no te hace echar un polvo.


Entro en la ducha y miro hacia mi pene.


―Ha pasado mucho tiempo desde que los dos tuvimos intimidad; años, en realidad. Pero aquí está el asunto ―envuelvo mi mano alrededor de mí mismo―, esa chica de ahí, la que te tiene firme y mira a escondidas a mi pantalón, rogando estar dentro de ella… Bueno, lo ha pasado mal. Ahora cálmate ahí abajo. No es el tipo de “rudo” que te gusta. Te ve a ti y a mí como un trabajo. »Ahora, lo sé ―digo, acariciándome más rápido―, no actuó de esa manera antes, pero con el conocimiento viene la responsabilidad. Así que tú y yo vamos a llegar a conocernos tan bien como a los dieciséis años, porque la próxima vez que esté así y que te pongas duro, cercano y personal, Betty Ruda va a haber rogado por ello. Te va a conocer y no voy a ser un trabajo, un pago o una obligación, sino un regalo. ―Cierro los ojos y pienso en ese buenísimo culo, enloquezco y bombeo una y otra vez más duro, más rápido―. Te lo prometo ―gruño―. No hay manera en el infierno de que te deje ir platino.



***

―¿Qué quieres decir, Detroit?


Empujo su mano hacia ella.


―Mira los billetes. Nos iremos en un par de horas, sólo por un poco de tiempo, el suficiente para que esto pase.


―Hay un torneo este fin de semana y puedo ganar, Pedro. ¡Puedo ganar y pagarle!


―Tienes que pensarlo seriamente. ―Miro a Camila, que está sentada en mi sofá de cuero con un cuenco de uvas, llevando mis auriculares inalámbricos de la marca Bose y cantando junto con algunos dibujos animados.


―¿Te gusta Sofia the Firs8? ―grita cuando me ve mirándola.


Sonrío y asiento, incluso aunque no tengo ni puta idea de lo está hablando.


Y estoy seguro de que va a derramar esas pegajosas uvas sobre todo mi sofá, pero no me importa. No lo hace, maldición.


―¿Me has oído?


Miro hacia Paula, que me frunce el ceño, y niego.


―A menos que sea “Pedro, sé que tienes razón, porque anoche admití que nada es más importante que la pequeña y cantarina chica en tu sofá, y estoy tan jodidamente…”.


―Vigila tu boca frente a ella ―me regaña.


―No me puede oír. ―Me río―. No más trapicheos,Paula.


―Tengo que mantenerla a salvo.


―Bueno, eso significa que tienes que estar segura. ¿A quién tiene sin ti? ―Sí, estoy exagerando, pero su jodido muro se ve mucho mejor derrumbado a sus pies.


―Lo único que quieres es poseerme, follarme…


―Vigila tu boca frente a ella ―le devuelvo, y frunce el ceño de nuevo, pero no dice nada―. Hay otra cosa que necesito que sepas: no voy a tocarte y no quiero ser tu dueño. Quiero hacer algo correcto. Le prometí a una mujer que haría el bien en este jodido mundo y he sido un egoísta imbécil hasta ahora. Por lo tanto, si necesitas mantener esta mierda de ojo por ojo con el equilibrio de poderes, añádelo en el lado de te lo debo. Ahora mueve tu pequeño culo y empaca un par de maletas, así no perderemos nuestro vuelo.


No se mueve.


―Pequeña mamá, no me hagas repetirlo.




8 Sofia the First: conocida en España como La Princesa Sofía y en Hispanoamérica como Princesita Sofía, es una serie de televisión creada en 2013. Actualmente es emitida por Disney Junior.