Realmente, nunca imaginé que mi vida podría pasar de no tener a nadie a tener una familia, una verdadera familia.
¡Voy a ser una Alfonso! Seré parte de una familia, que quiero.
Nosotras, mis hermanas y yo, junto con mi futura sobrina, hemos pasado horas y horas para encontrar las más lindas decoraciones, e incluso accesorios de boda.
Mientras estoy guardando mi portátil después de otro momento de diversión con las chicas, hay un golpe en la puerta. Espero que sea Emi necesitando orinar.
Sin embargo, la persona de pie delante de mí, no es Emilia Alfonso.
―Jason ―digo mientras la sorpresa desaparece.
Él sonríe.
―Ratón.
Doy un paso hacia atrás por costumbre y me doy cuenta de que fue un movimiento en falso cuando interpreta el gesto como su invitación a entrar en nuestra casa, mi casa con Pedro.
―Sabes, fuimos amigos una vez ―comienza, y no estoy segura de si se está refiriéndose a él y a mí o a él y Pedro. Trago―. Yo y Alfonso ―aclara―. Hace mucho tiempo, llegué a entrenar con Salvador, pero no estaba en lo de subir y subir por quien era, así que me enviaron a volar. Su hombre es grande en honestidad.
El miedo se acumula en mí.
―¿Por qué estás diciéndome eso? ¿Por qué estás aquí?
―Alfonso, es bueno. No me gusta ese hecho, pero lo es. Missy corrió hacia él, corría directo a él cada puta vez.
―¿Qué quieres decir con todo el tiempo? ―Da un paso hacia mí y mantengo mi mano arriba.
―Sacaba una rabia de mí. Ya sabes, como tu viejo. No paraba de regañarme, no dejaba de presionarme. Me rompí. Me da vergüenza decir que más de una vez.
Ella corrió hacia él, pero siempre volvía. Lo hacíamos, y luego me comparaba con él y yo me ponía en marcha otra vez. ¿A dónde corría de nuevo? Directo a Alfonso. ¿Por qué no podía correr hacia mí? ¿Por qué no pudiste correr hacia mí?
―Eres mi amigo. Sólo somos amigos. No te veo de esa manera. ―Mi voz se quiebra―. Me asustas, Jason.
Él da un paso atrás.
―¿Ves? Honestidad. No empujas los límites. Sabes lo que hice por ti. Sabes cuál es mi redención. Te mantuve a salvo, no Alfonso.
Extiende la mano, y uso mi antebrazo para bloquearlo.
Cambio mi peso naturalmente, me preparo para defenderme.
―Pude perderlo todo. Todo por ti, y, sin embargo, corriste con él. Arriesgué todo por ti.
Está tranquilo, demasiado tranquilo.
―No te pedí nada.
―Vi las marcas. Vi el interés que Pedro tenía en ti, siempre el salvador. Pero fui yo esta vez, Ratón. Yo te salvé.
Niego. ¿Qué está diciendo? Esto no puede ser.
―Estaba borracho. Fue rápido, y fácil. Te salvé de tu futuro con él.
―¿Por qué debería dejar un pasado así por un futuro igual? ―le grito. Ahora estoy enojada.
Sus ojos se amplían con mi declaración.
―Dijiste que perdías el control. Ya sea que lo hagas o no, eres peligroso. ―Lucho por mantenerme fuerte. Él no me va a romper. No importa qué tan asustada esté, no voy a encogerme en la esquina. Pedro me dio eso.
―Lo soy ―susurra, y me preparo, detectando el cambio en él―. Ya sabes lo que dicen.... Claro, crecí con la cuchara de plata, mientras él creció en los barrios pobres, pero estamos
cortados por el mismo patrón: dos chicos jóvenes con padres que querían hacernos hombres, que nos enseñaron lecciones en la vida de un solo golpe a la vez. Pedro se romperá un día. ¿Entonces qué, Ratón? Por lo menos conmigo, ya sabes lo que hay ―se burla y veo rojo.
La rabia me golpea en el intestino.
―¡Cómo te atreves! Pedro no se romperá. No es el hijo de su padre. Es el legado de su madre. Cuida de mí y me ama. Moriría antes de traerme tristeza o daño. Libraste al mundo de un monstruo, pero eso no me protege. Estaba a punto de salir, de todos modos. Ten tu cabeza bien puesta, Cobra. Deja de ver a quién golpear primero y simplemente aprende a controlar la bestia dentro. No todo es una pelea. El amor no debe doler. Cuando encuentres a la chica adecuada, te
empujará, te empujará a ser mejor.
Él me mira, estudiándome.
―Hiciste mejor a Alfonso. Se dio por vencido en el circuito por ti. Salvador no pudo conseguir que hiciera eso. Lo haces mejor. ¿Lo amas?
―Con cada gramo de mi ser. ―Me mantengo firme.
―Sé feliz pequeño Ratón. ―Con esas últimas palabras, se va.
Dejo escapar el aliento que estaba conteniendo, el alivio me llena mientras cierro la puerta detrás de él. Por un momento, estuve preocupada porque las cosas salieran mal.
―Estoy feliz ―le digo al aire a mi alrededor.
Sentada en el sofá, me fijo en todo lo que dijo. Las emociones mezcladas toman el control. Él mató a mi padre.
Eso está mal. Eso lo hace peligroso.
Suspiro mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos. No debería sentir la pérdida, ¿o sí? Él estaba aquí, en busca de agradecimiento. Se lo agradecí, ¿no?
Así no debería ser la vida. No es cómo la amistad debe ser.
Es un ciclo: mi padre mata a mi madre, accidentalmente o no; mi “amigo” mata a mi padre. ¿Quién va a matar a Cobra?
Si no soluciona su vida, algo malo va a pasar.
Mi padre murió por mi causa. La culpa me llena con ese pensamiento, y no me gusta el sabor que deja en mi boca.
No se merecía morir, ¿verdad? ¿Estoy agradecida de tener el escape, sin embargo? Sí.
Vuelvo en mi mente a la noche en que me fui. Él podía haberme matado muchas veces a lo largo de los años. Un golpe más a la cabeza, una caída en la dirección equivocada, las costillas movidas después de que me las rompió, daños internos. Hubo tantas maneras a lo largo de los años que podría haber terminado igual que mi madre.
Sólo, que no lo hice. Golpe tras otro, sobreviví, exactamente
igual que Pedro.
Cobra sobrevivió a su infancia, también. Simplemente no puede ver que tiene que ser el que cambie. No le puedo dar eso. Tiene que elegir romper el ciclo. Yo lo elegí la noche en que dejé a mi padre. Elegí vivir libre de temor. Elegí romper mi ciclo, y Cobra tiene que hacerlo por sí mismo.
Miro hacia arriba cuando hay un ruido en la puerta para encontrar a Pedro, quien entra y limpio las lágrimas de mis ojos.
―¿Pauly?
―Cobra estuvo aquí ―contesto sin pensar.
Pedro se precipita, cayendo de rodillas frente a mí.
―Voy a malditam...
―Nada, Pedro. No harás nada. Vino para asegurarse de que soy feliz. Lo admitió, sin embargo. Sin andarse por las ramas, que hizo eso.
Pedro besa mi frente en respuesta.
―Lo hizo por mí ―digo solemnemente.
―¿Te tocó?
―Sí, pero lo bloqueé.
―Voy a maldita...―Salta hacia arriba, y estiro la mano para detenerlo.
―Así no. No, no, no. Trató de tocar mi cara, pero estaba en pánico porque no lo esperaba, así que utilicé el antebrazo para bloquearlo como me enseñaste. ―Sonrío con orgullo, y Pedro se relaja.
Le doy el resumen de lo que ocurrió con Cobra. Después, ambos nos quedamos preguntándonos qué hacer.
―Tenemos que llamar a Johnny. Tenemos que decírselo ―dice Pedro finalmente.
Sabiendo lo bueno-hasta-el-hueso de honesto que es, lo entiendo.
―Lo sé, pero Pedro, siento como si fuera mi culpa. Perderá cualquier oportunidad de cambiar porque estaba tratando de una manera retorcida hacer algo bueno.
―No hay nada bueno dentro de él.
―Tal vez no, pero lo intentó.
La cara de Pedro no oculta su frustración conmigo.
―Miras todo tan diferente.
―¿Es malo? ―pregunto.
―Sí. ―Niega―. No. ―Se ríe―. Me haces ver todo de manera diferente.
―Necesito un cierre, Pedro.
Él me mira.
―Necesito saber que Johnny no seguirá presionando esto. Al final, se cayó por las escaleras. Eso puede o no haber ocurrido sin Cobra.
Él pone las manos en sus caderas.
―Pauly...
―Pedro, quiero seguir adelante con la vida que tengo contigo. Quiero que el pasado sea el pasado y dejarlo detrás. Nada de eso necesita pesar sobre nosotros mientras empezamos nuestro futuro.
―Cualquier cosa que necesites, nena.
Puedo decir que esto es difícil para él. Tiene un instinto natural para proteger lo que es suyo. Y soy suya. Me levanto y me paro de puntillas para besarlo.
―Necesito un buen toque. Necesito a mi hombre. Te necesito ―susurro contra sus labios.
―Me tienes, nena. ―Me recoge y me lleva a nuestra habitación, y me da exactamente lo que necesito antes de llevarme a ver a Johnny.
****
No es fácil en la estación, y Johnny quiere cuestionar las cosas aún más.
Pedro ya me dijo que quiere que le diga quien pensamos que lo hizo. Decidimos que queremos dejarlo.
―Me conoces, y conoces a mi familia, Johnny. Cuando digo que quiero poner esto en el pasado, sabes que lo digo en serio.
―Alfonso, te conozco, y sé que hay más en esto. También sé que sabes más de lo que me estás diciendo ―presiona Johnny.
―Necesito un cierre. No me importa quién lo hizo, señor Adkins. Mi futuro no va a estar atado a mi pasado. Deje que hagamos esto para poder seguir adelante. Errores fueron cometidos por sus manos, sabe eso. Los errores no deben
prolongarse ahora que se ha ido ―declaro.
―Un borracho tuvo una caída. Sucede todo el tiempo ―dice Pedro sin problemas.
―Y eres un puto astronauta, Alfonso ―Johnny le da una sonrisa frustrada a Pedro.
Pedro me aprieta más cerca.
―Estoy sentado en la cima del mundo, Johnny Ley, así que sí, soy un maldito astronauta.
Me encanta con la ternura q Pedro trata a Pau.
ResponderEliminarHermosos capítulos! Me encanta lo valiente que es Pau ahora! Sin dudas Pedro hizo un gran trabajo!
ResponderEliminar