HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

miércoles, 5 de octubre de 2016

CAPITULO 33 (SEGUNDA HISTORIA)






El viaje en avión es normal. Pedro sostiene mi mano o deja su brazo a mi alrededor todo el tiempo. Bajamos, alquilamos un auto y me lleva a un hotel.


Wheels nos ofreció su lugar, pero Pedro pensó que alojarnos en su antigua casa podría recordarme el juego retorcido de Monte con Camila. Estoy más allá de agradecida por su previsión. A veces, pienso que sabe lo que necesito incluso
antes que yo.


Vamos a cenar con Yamila antes de volver por la noche. Al salir del ascensor, me congelo: De pie delante de nuestra puerta está Marshall.


―¡Diablos! ―brama Pedro antes de ponerme detrás de él. 


Caminamos por el pasillo y nos detenemos enfrente del matón y mano derecha de Monte.


―No soy una amenaza, As. Sólo quería hablar con Paula.


―No hay nada que decir, Marshall ―respondo, moviéndome al lado de Pedro, quien trata de que vuelva detrás de él. La caballerosidad es agradable, aunque no necesaria.


―Puedo entender eso. Sólo quería que supieras que siento no haber intercedido por ti o Camila. Tienes que entender a los jugadores y el juego. La vida en que estoy, no pude evitar eso.


―Razones y excusas, Marshall. Si tus razones son erróneas, no pongas excusas para tu comportamiento. Y si tienes que hacer excusas para algo, revisa tus razones. Al final, lo malo es malo y la vida en la que estás es la equivocada. Quiero lo mejor para mi hija y estoy absolutamente segura que voy a dárselo.


―Te deseo lo mejor, Paula.


―Has terminado aquí ―espeta Pedro, tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.


Marshall asiente y se aleja.


No digo nada más porque, sinceramente, no hay nada que decir. Marshall tenía un trabajo que hacer y lo hizo. Si no duerme por la noche debido a ello, esas son cosas que tiene que resolver. No es mi carga para llevar o mi deuda para
pagar.


Entramos. Pedro me dice que necesito relajarme y que va a prepararme un baño. Me dirijo a mi bolsa y saco mi pijama… y, por supuesto, con las prisas se me olvidó empacar las bragas.


En toda la confusión, la bolsa de regalo de Emi cae sobre la cama, así como el contenido. Me río, pensando que mi chica me conoce bien, cuando, no una, sino tres bragas caen sobre la cama.


Hay una tarjeta, que abro antes de estudiar las prendas interiores.



Paula,
Al leer esto, quiero que sepas que me inspiraste. Una vez, me quitaron mis elecciones y me tomó lo que se sintió como toda una vida entender que no fue mi culpa. Las cosas malas a veces le suceden a la gente buena, simplemente
porque las cosas malas pasan.
Monte te quitó tus opciones. Recuerda siempre que en la vida el consentimiento es jodidamente necesario. Te doy un nuevo par de bragas con ese recordatorio para ti. Monte se llevó tu consentimiento; recupéralo durante este viaje.
Pedro le importas, incluso si no te lo ha dicho todavía. Todos podemos verlo. Mandé hacer estas bragas para recordarte que te respalda. Todos lo hacemos. Tienes el as en el bolsillo. Tienes nada más que ases, nena. Ases Alfonso.
Después de pasar tiempo contigo y Camila, sé que eres una madre increíble,
Paula. También eres una diminuta mujer con espíritu de fuego. La pequeña
mamá Alfonso. Eres parte de esta familia. No olvides eso nunca.
Tómate tu tiempo en este viaje para ordenar tu pasado. Tu futuro está aquí
en Detroit y Camila va a estar bien con nosotros hasta que hayas terminado.
Con amor e inspiración, Emilia Alfonso



Las lágrimas llenan mis ojos mientras asimilo todas las palabras de Emi. Soy parte de una familia, una con tres fuertes hermanos y una peculiar y amable mujer, todos llevando orgullosamente el nombre Alfonso.


Pedro me dijo que su mamá les dio a todos su apellido para dejar un legado de bondad. Miro hacia el techo del hotel y sonrío.


―Él es mi cosa buena en un mundo de mal, mamá Alfonso ―susurro antes de limpiarme las lágrimas y reunir mis cosas.


Entonces, paso mis manos sobre la inscripción en las bragas antes de tomar unas e ir al baño, donde mi futuro me está esperando.



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