HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
miércoles, 5 de octubre de 2016
CAPITULO 32 (SEGUNDA HISTORIA)
Renunció a su casa por mi hija… y, sin embargo, no me ha pedido nada a cambio. ¿Puede alguien ser realmente tan desinteresado?
La duda me consume. He pasado las últimas dos semanas obsesionándome, pensando demasiado e intentando seguir adelante. Fiel a su palabra, Pedro me ha dado espacio.
También ha tenido sus noches de miércoles con Camila, sin
fallar.
Tomo el sobre de la encimera de mi cocina por lo que parece la milésima vez. El contenido sigue siendo el mismo… un vuelo de ida y vuelta a Las Vegas, Nevada. Un último viaje para resolver todo y dejarlo atrás. Una última oportunidad para enfrentar a Monte y verlo desaparecer con mis propios ojos.
Una oportunidad de estar allí y mostrarle lo que he hecho sin él. Un último momento para mantenerme firme en mi futuro mientras dejo el pasado donde pertenece… en el pasado.
Ya no tiene el poder. La balanza se ha roto sin remedio y no han quedado pesos y contrapesos, sin deuda que pagar. No soy más su puta.
Un viaje al lado del hombre que ha sido mi salvación. Una oportunidad de avanzar hacia mi incierto pero prometedor futuro. Una oportunidad para demostrarle a Pedro que quiero que sea mío y que soy suya. Un momento para comenzar mi futuro mientras de verdad dejo ir mi pasado. Pedro me da
libremente sus “bolas”, como dice. Ahora puedo darle mi corazón.
Para alguien que nunca ha conocido el verdadero amor de un hombre por una mujer, estoy completamente asustada.
¿Puede ser esto real?
En el juego del amor, la reina de corazones es salvaje. Es impredecible. Es indomable. Ve la belleza en la más fea de las situaciones. Sabe lo que el corazón desea y puede tomarse su tiempo para darlo, pero cuando está lista, pone todo ante tus pies.
Todo lo que siempre soñé está justo delante de mí si puedo encontrar el valor para dar el salto. Tengo mi libertad. Tengo a mi hija. Por primera vez en mi vida, tengo un verdadero compañero. Pedro toma en cuenta mis necesidades
primero. Es paciente, es comprensivo y es malditamente bueno en la cama.
Me río ante el pensamiento. Provoca emociones en mí que nunca antes había sentido.
También me asusta absolutamente. Pedro Alfonso tiene la capacidad de romperme de una manera en la que Monte nunca podría. Monte sostuvo mi cuerpo, sostuvo mi lealtad por deber y controló mi vida. Pedro sostiene mi corazón, captura mi cuerpo con un simple toque y controla mi futuro.
La simple idea de no ver a dónde podrían llevar las cosas con él me tiene tan asustada como el pensamiento de las cosas desmoronándose.
Pesos y contrapesos… la balanza aún está igualada. Si no nos doy una oportunidad, podría desaprovechar el tener un futuro del que los cuentos de hadas están hechos. Si tomo el riesgo y se desmorona, me derrumbaré y no estoy segura que pueda levantarme.
El amor es una apuesta. Es un juego donde el ganador se lleva todo y el perdedor se queda vacío.
Mi teléfono suena, alertándome de un mensaje y sacándome de mis pensamientos. Mirando la pantalla, encuentro que en realidad no es de Pedro como esperaba. Es de Emilia.
Se fue al aeropuerto. Pensé que querrías saberlo. Se acabó el tiempo, nena.
Sus palabras me alcanzan.
Se acabó el tiempo.
El tiempo es una cosa caprichosa. Pasa en un abrir y cerrar de ojos, en un borrón y, antes de saberlo, se ha ido. En un zumbido… desaparece y no es visto de nuevo.
Mi madre nunca tuvo la oportunidad de conocer el amor verdadero. La mamá de Pedro nunca sintió amor incondicional fuera del que tenía con sus hijos. Me dije que cuando me alejara de Monte iba a romper el ciclo por mi hija.
Bueno, hoy es el día.
Observo la pantalla de mi teléfono una vez más, el reloj en negrita me mira fijamente con desafío. Con manos temblorosas, deslizo la pantalla y aprieto responder.
¿Me recoges?
Dos simples palabras sellan el trato. Voy a saltar. La pregunta ahora es:
¿Caeré o nos elevaremos juntos?
Afuera esperándote.
El texto de Emi llega inmediatamente, seguido de un emoticón sonriente.
Sin dudar, comienzo a llenar una bolsa de ropa, luego recuerdo las bragas.
No me preocupo por una bolsa para Camila ya que se va a quedar y Emi tiene la llave de repuesto de mi casa si la necesita.
Alzando a Camila, me apresuro a bajar las escaleras y salir por la puerta.
―Te quedarás con la señorita Emi durante unos pocos días. Lucas ha prometido leerte y Emi me llamará todas las noches y te pondrá al teléfono. Te quiero, Ris Priss. ―Beso su frente mientras la pongo en el asiento del auto y Emi
me sonríe desde el lado del conductor.
―Es una fiesta de pijamas, mami. No te preocupes, vamos a divertirnos.
Oh, el mundo sin preocupaciones de una niña de tres años. Intacto, ileso e inocente. Aunque su padre es una mala persona, la protegió con su ausencia. Un día, voy a tener que enfrentar todo esto, pero por ahora, ella no tiene ni una sola preocupación… mientras que mi mente corre con preguntas. ¿De verdad voy a hacer esto? ¿Es inteligente?
Una vez más, ¿de verdad voy a hacer esto?
Salimos deprisa hacia el aeropuerto con Emi conversando con Camila, manteniendo el humor ligero. No pasa mucho tiempo antes de que me deje allí.
Entregándome una pequeña bolsa de regalo, Emi me guiña mientras la abrazo y doy un beso de despedida a Camila antes de tomar mi bolsa y entrar.
El aeropuerto es abrumador y mis emociones están a flor de piel. En un borrón, me las arreglo para facturar, pasar por seguridad y encontrar mi puerta.
Llego a la sala de espera y de inmediato lo veo inclinado contra la pared y lo contemplo.
Su cabello es un desastre, como si constantemente hubiera estado pasando las manos a través de él. Lejos quedó el mañoso y trajeado hijo de puta que conocí esa primera noche. No, enfrente de mí hay un hombre que está dispuesto a llegar hasta el final por sus chicas. Mi corazón late más rápido cuando me admito todo eso.
Pedro Alfonso no es un imbécil titulado como tantos otros.
No lleva a la gente a la locura ni manipula situaciones en su beneficio. No, toma a todos en su vida como son. Los buenos, los malos, los feos… él está allí completamente.
Es un hombre con corazón, dedicación y un propósito para ser mejor de lo que ha sido antes.
Cuando su cabeza se levanta, se encuentra con mi mirada y sus ojos se llenan con pensamientos y emociones, pero no se mueve. De todos modos, continúo caminando hacia él y cuando estamos frente a frente, todavía no se mueve.
―Pedro ―susurro.
―¿Estás aquí? ―cuestiona como si estuviera soñando.
Asiento.
―Estoy aquí.
Sin decir palabra, sin vacilación, sus brazos se envuelven a mi alrededor mientras su boca cae sobre la mía. Cuando se retira, me sonríe con suficiencia y mis labios se curvan hacia arriba.
―¿Qué?
―Mi pequeña mamá no tiene miedo.
Suelto una risita.
―Te dije que no tengo miedo de nada.
―¿Eres mía?
Me muerdo el labio y miro sus ojos.
―Somos tuyas.
―Joder, sí ―responde antes de besarme hasta dejarme sin aliento de nuevo.
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