HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

domingo, 16 de octubre de 2016

CAPITULO 29 (TERCERA HISTORIA)




El apartamento está callado cuando llegamos. Después de que Pedro desbloquea la puerta detrás de mí, se abre, y yo simplemente me quedo de pie en la entrada.


Nada está fuera de lugar. Todo está exactamente como estaba cuando me fui.


¿Siquiera vivió aquí mientras estuve fuera? Mentalmente, trato de calcular el tiempo que no estuve antes de que fuera asesinado. Sólo dos días, así que supongo que en su preocupación por mí, no tuvo mucho tiempo para hacer un lío.


Honestamente, pensé que iba a estar saqueado. Me imaginaba que iba a encontrar almohadas tiradas, mesas volcadas. ¿Sólo desquitaba su rabia conmigo?


Mientras los recuerdos me inundan, alzo la mano y toco la cicatriz en mi mejilla, y el dolor parece cortar a través de mí a pesar de que hace tiempo que sanó.


Una mano en mi espalda baja me hace saltar.


―Estás a salvo ―susurra Pedro en mi oído, guiándome al interior lo suficiente para cerrar la puerta.


Entro en la pequeña cocina y arrastro el dedo a lo largo de la encimera. El laminado frío no hace nada para calmar mi corazón. Miro la estufa y la nevera, pensando en las muchas veces que cometí algún error y pagué por este en sus
manos. ¿Cómo puedo dejar atrás los recuerdos?


―No tienes que quedarte aquí ―dice Pedro, como si eso solucionara todos los problemas.


Creo que debería compartir con él mi mayor problema, el que está en el fondo de mi mente, esperando que alguien lo resuelva.


Pedro, no puedo quedarme aquí.


Él levanta una ceja en pregunta.


―No sé si realmente se me permitirá quedarme en tu país.


―¿Por qué diablos no?


―Mi padre me trajo aquí cuando era un bebé. No cree en los bancos. Sólo pagaba impuestos para que el gobierno no apareciera e investigara. Siempre me dijo que si pedía ayuda, me enviarían de vuelta a Rusia. El señor Adkins puede echarme. ―Las lágrimas pinchan mis ojos, pero me niego a dejarlas caer. Voy a enfrentar esto sin embargo, tengo que hacerlo.


―¿Johnny putamente te dijo eso?


―No. No mencionó mi ciudadanía en absoluto. Sólo sé lo que se me ha dicho toda mi vida.


―Bueno, tu padre no era la más honorable de las personas, así que tal vez metió eso en tu cabeza y no hay problema. Hasta que alguien llame a la puerta, trata de no preocuparte por ello.


―No puedo ser enviada de vuelta allí ―le susurro, dejando ganar al miedo.


―No voy a permitir que eso ocurra, pequeña.


Me gustaría poder estar tan segura. Me gustaría poder sentir que todo estará bien. No puedo, sin embargo. Esta es sólo otra forma en que mi padre todavía tiene poder sobre mí.


Moviéndome a través del espacio, me pregunto cómo se sentiría un verdadero hogar. Solía soñar con tener uno de los pisos vacíos para mí sola. Poder usar mis zapatillas y poder mostrar mis tesoros. Más que nada, poder respirar. No
estar contando los días, preguntándome qué traería la noche cuando llegara a casa.


No tener que preocuparme por él yendo y viniendo y teniendo todo bien. Al pensar en el futuro, me pregunto lo que realmente se sentirá estar emocionada a la espera del regreso a casa de alguien. ¿Cómo me sentiría disfrutando de la compañía de otra persona cada noche en vez de sentir temor de lo que estaba determinado por llegar?


El teléfono de Pedro comienza a sonar. Mientras responde, voy a la habitación de mi padre, donde su cama es un completo desastre y su ropa está por todas partes. Con aire ausente, comienzo a recogerlas y a hacer la cama. Entonces
pongo lo que puedo en una cesta y empiezo a ir a la puerta.


Pedro me detiene.


―¿A dónde vas?


―Al primer piso a lavar la ropa.


Él ve la cesta.


―Pauly, ¿esa es su ropa?


Asiento.


―Él no va a volver.


Dejo caer la canasta y sollozo, y Pedro envuelve sus brazos a mi alrededor.


―Shhh ―susurra, acariciándome el cabello.


Sé que no va a volver. Los antiguos hábitos son difíciles de dejar, sin embargo. ¿Seré normal? No debería sentirme triste. Debería estar llena de felicidad de no tener que estar a su entera disposición.


Soy libre. Soy libre para ser yo.


Sólo que no sé cómo ser yo sin ser la persona que quería que fuera. La ropa lavada, casa limpia, comida preparada y buenas calificaciones; esa era mi vida.


¿Ahora qué?


―Está bien estar perdida, pequeña.


Una vez más, Pedro Alfonso alivia mis problemas y los aleja, y me siento un poco más segura. ¿Podría encontrar una manera de aferrarme a él, de aferrarme a esto por el resto de mi vida?


―Juntos, Pauly. Juntos, vamos a recoger los pedazos. Perdí a mi mamá. Mis hermanos y yo hemos luchado duro para recoger los pedazos. Lo hicimos junto con la ayuda de Emilia, Carolina, y Camila. Estoy aquí, Pauly. Todos lo estamos. Te ayudaremos a recoger los pedazos, también.


Lo aprieto.


―Que buen toque, Pedro Alfonso.


Él gime, besando la parte superior de mi cabeza.


―Todo bueno ―susurro en su pecho―. Eres todo lo bueno.




2 comentarios:

  1. Me encanta cómo Pedro contiene con ternura a Pauly.

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  2. Hermosos capítulos! Y sí. Es obvio que a Pau le va a costar empezar una vida con todo lo que vivió!

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