HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
viernes, 14 de octubre de 2016
CAPITULO 23 (TERCERA HISTORIA)
Miro mi reloj. Faltan cinco para la medianoche. Tengo flores en mi mano y un puto globo de feliz cumpleaños con un pequeño puto unicornio rosa. Necesitan seriamente una mejor selección en la tienda de la esquina. ¿Un puto unicornio?
Debería picar a la perra, pero no lo hago. Reanudo el ritmo.
Cuatro minutos y veinte segundos en el reloj.
Cuando llega la hora, toco en la puerta más duro de lo que esperaba, tres veces, pero cosas están pasando. Nada, no hay respuesta, por lo que agarro mi tarjeta llave de mi bolsillo y la deslizo. Entonces abro la puerta e inmediatamente entiendo por qué no me oyó.
Duro como una piedra no es una frase lo suficientemente fuerte como para explicar lo que siento viendo a Paula sentada en una camiseta sin mangas y zapatillas con su largo cabello castaño apilado en un descuidado moño en la parte superior de su cabeza, con una bolsa de palomitas de maíz de microondas entre sus piernas que están retorcidas como un pretzel, y su mandíbula casi cae mientras se sienta en el suelo, mirando hacia arriba a la televisión.
Cada gemido que sale de la televisión, cada gemido o sonido sexual que proviene de las bocinas hace que sus mejillas se llenen de color. Demonios, hasta se cubre la boca.
Decido que es un infierno de mucho más seguro simplemente inclinarme hacia atrás y observar su piel mientras mira Skin-A-Max, camino hasta estar al alcance del brazo de la chica que ya me dio su consentimiento verbal de mierda.
Cuando el hombre de la pantalla le da a la chica un facial, ella jadea, se tapa la boca, y se ríe. Mierda. No tiene precio, pero también me pone aún más duro si eso es posible.
―Oh, Dios mío ―dice cuando los créditos comienzan a pasar, y se pone de pie para apagar el televisor―. Vaya, sólo...
―Que bien, ¿eh? ―Me río.
Ella salta dos metros en el aire, con las palomitas volando por todas partes mientras grita.
―Mierda, pequeña. No tenía intención de...
―¿Alguna vez viste algo como eso? ―Jadea, apuntando al televisor.
No respondo, solamente la miro. Su boca abierta cae lentamente.
―Oh. Oh vaya.
Me aclaro la garganta antes de hablar.
―Feliz cumpleaños, Pauly.
Mira el reloj, luego a mí mientras camino y le doy las rosas blancas y el globo.
―¿Para mí? ―Una sonrisa que podría traer la luz del día en el cielo de la medianoche se extiende a través de su cara.
―Por supuesto que son para ti.
Las toma y huele las flores, y luego las pone en la mesa, se empuja hacia arriba sobre sus dedos, agarra mi sudadera, y pone sus labios suaves y llenos en los míos.
―Te habría conseguido más, pero no había planeado aparecer hasta mañana ―murmuro mientras frota sus labios en los míos.
―Un buen toque ―susurra con un guiño.
―Sí, eso es buen toque.
―Eres un buen toque, Pedro Alfonso.
Tira hacia atrás, y pasa los dedos por sus labios.
―Eso se siente bien, ¿verdad?
Ella me mira con confusión.
―Tus dedos en tus labios, pequeña. Eso se siente bien.
Mientras asiente y mira hacia abajo a mi erección saltona, su cara se ruboriza.
Levanta la vista a mis ojos y luego hacia abajo antes de lamerse los labios y comienza a ponerse de rodillas.
Rápidamente la agarro del brazo.
―Ven aquí. Tus ojos en mí. ―Le levanto la barbilla para que me esté mirando. Entonces froto mi pulgar en sus labios―. Eso se siente bien.
―Quiero mas ―dice sin ninguna pista de timidez en su voz. Me hace reír, y ella sonríe suavemente―. Te deseo.
Estoy en modo depredador. Con un movimiento equivocado, ella recibirá exactamente lo que está pidiendo y algo más.
Con un movimiento erróneo, nunca voy a volver a este momento y a la capacidad de darle su fuerza.
Tomo su mano y gimo.
―Ven conmigo.
Ella sigue detrás mientras me muevo para sentarme en el sofá. Ella se sienta en mi regazo, y gimo de nuevo cuando se empuja contra mi pene. La levanto, tirando mi pierna en el sofá, y la dejo caer entre mis piernas. Mi pene sigue presionando contra ella, pero no contra la tela húmeda que cubre su pequeño gatito dulce.
Mi presa.
Jalo de su cabeza a mi hombro, y ella me mira.
―Tengo dieciocho años, Pedro.
―Lo sé, Pauly.
―Te di mi consentimiento.
―Sé eso también.
―Entonces, ¿cual es el problema? ―No puedo controlarme, me acerco y la beso con fuerza en la boca. Busco una entrada agresiva con mi lengua, y sus labios se abren, cediendo. La degusto, jugando con ella, chupándola, lamiéndola.
Me alimento.
―Mmm ―gime, y gruño en respuesta. Se recarga y se mueva para que su espalda esté en uno de los brazos y esté mirando hacia mí―. Mas ―susurra en una voz sensual.
Mientras froto mi lengua arriba y abajo de la de ella lentamente, pero con más presión, su brazo cruza su cuerpo, y su mano busca mi pene. Mueve sus dedos suavemente arriba y abajo de la tela, y siento la quemadura de complicidad.
Sigo chupando su lengua mientras tomo su mano en la mía y la coloco en sus dulces pechos pequeños. No puedo sentirlos ya que su mano es mi escudo y mi herramienta le enseña la sensación.
Las llevo en un círculo lento, y ella gime en mi boca. Luego aprieto mi mano alrededor de ella, y grita.
―Una vez mas.
Lamentablemente alejo mi boca y miro sus ojos vidriosos, llenos de lujuria.
―Muéstrame, pequeña. Muéstrame lo que te gusta. Muéstrame lo que quieres. ―Cuando su mano se mueve a mi pene de nuevo, la llevo a mi boca, beso, lamo, mordisqueo la misma―. Dime lo que estás sintiendo.
―Calor ―grita.
―¿Dónde, pequeña?
―En todas partes ―dice, y me apodero de sus labios de nuevo. Mientras la beso, pongo su mano sobre su seno.
―Muéstrame ―digo en su oído.
―Aquí ―dice, mirandome a los ojos mientras levanta su camisa.
―Quiero que los toques, averiguar lo que mas te gusta, y que me digas exactamente lo que sientes. ―Vacila―. Muéstrame.
―Nunca he... ―Se muerde el labio inferior―. No delante de nadie. ¿Y si lo estoy haciendo mal?
―Si se siente bien, no está mal. ―la tranquilizo.
Frota la mano como yo lo hice y luego lo hago más duro.
Luego mira hacia abajo a sus pequeños guijarros. Duele, puedo decirlo. Quiero esa facilidad. Llevo su mano a mi boca y lamo sus dedos, luego los dejo en su seno.
―Aprieta suavemente. ―Ella se ve confundida―. Muéstrame, Paula. Muéstrame.
Ella aprieta sus pequeñas protuberancias de color rojo oscuro y grita de nuevo, lo que muestra la confusión en su rostro.
―No te detengas putamente, pequeña. Muéstrame más.
Y lo hace.
Con los ojos pegados a los míos, pellizca, frota, tira, y grita.
Levanta sus dedos a mi boca, y le doy lo que quiere. La chupo, y luego continúa.
―Tan atractiva, Paula. Tan jodidamente hermosa.
Mientras mira hacia arriba e inclina la cabeza, algo destella en sus ojos, en su expresión.
―Pequeña, nunca he visto a una mujer mas hermosa. ―Me inclino y la beso.
Su respiración se vuelve más superficial, y putamente sé que está en el borde.
Sólo necesita un poco de algo más.
Tomo su mano y lentamente dejo que vaya a su estómago.
Usando mi dedo para levantar la cintura de sus bragas, después guío su mano debajo de ellas, y ella se queda sin aliento. Muevo las manos arriba y abajo lentamente al principio, y ella se tensa cuando sus ojos se abren. Luego sus piernas comienzan a cerrarse, y retira la mano.
―No ―le digo en un tono mucho mas suave del que siento.
―Que es...
―Vas a venirte, Paula. Vas a dejar que la quemadura te consuma hasta que putamente estalles.
―Pero...―Se ve asustada.
―¿Dejaría que algo te lastimara? ¿Haría cualquier cosa que pudiera causarte dolor?
Ella niega mientras muevo la mano más abajo.
―Dedo en el interior, pequeña. Eso es todo...Tan profundo como sea posible, hermosa.
Su cabeza cae hacia atrás mientras gime.
―Oh, Dios mío.
―Así es ―gimo, presionando con firmeza lo que sólo puedo imaginar es la bolita más dulce de nervios.
―Estoy ―balbuceó―, estoy...
―Vente por mí, bebé. Vente duro. Ese es buen toque. Tan bueno, pequeña. ―Mi voz es gruesa y tensa con tanta puta necesidad que casi espero venirme en el pantalón.
―Oh, tan bueno ―grita mientras su cuerpo se estremece con el orgasmo.
Debería hacerla montarme, mostrarle cómo llegar al siguiente anillo, pero no es así. Quiero darle eso.
Tiro de su mano hacia arriba y lamo sus dedos y su boca se abre, formando una O.
―Sabes bien. Jodidamente bien.
Su cara se ruboriza, haciendo que sonría.
―No puedes seriamente estar avergonzada después de esa muestra erótica como el infierno.
―Erótica ―dice y cierra los ojos mientras una leve sonrisa se arrastra.
Me seco el sudor de la frente, luego beso su cabeza una y otra vez hasta que está sobre su lado como un pequeño gatito, acurrucado alrededor de mí, para conciliar el sueño.
Empujo su cabello de la cara, así puedo ver sus ojos cerrándose mientras lucha con su sueño.
Cuando sé que está fuera, la levanto, acunándola en mis brazos, y la llevo hacia el dormitorio. Mientras la bajo, se despierta.
―Por favor, no te vayas. Por favor.
Me saco mi camisa sobre mi cabeza y la tiro en la silla, luego subo a la cama junto a ella.
Señalo mi pecho.
―Ven aquí. ―Ella lo hace, acurrucándose en mí otra vez mientras se deja ir, sus pequeños pies fríos frotándose arriba y abajo en mis pantorrillas. Si no fuera tan linda, le pondría unos calcetines de mierda. Sin embargo, me gusta. Me gusta
que esté contenta.
Lo que no sabe, es que es la presa y yo soy el depredador.
Tan caliente como fue esta noche, no volverá a repetirse.
Una lamida de sus dedos después de que habían estado dentro de ella fue todo lo que necesitaba para saber que es mía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Excelentes capítulos!!! Están en llamas!
ResponderEliminarEspectaculares los 3 caps. Están on fire jajajajaja.
ResponderEliminar