HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
viernes, 14 de octubre de 2016
CAPITULO 22 (TERCERA HISTORIA)
Es una muy buena cosa, pienso mientras me tumbo en el sofá en el apartamento encima del gimnasio. Es realmente una muy buena cosa que el consentimiento fuera dado como la mierda porque no puedo incluso oír su voz sin casi reventar fuera de mis vaqueros.
De todos modos, no iría con bolas profundas, no al principio, de todos modos. Ella está demasiado terriblemente ansiosa, y eso me asusta como la mierda.
Ser criado como fui resultó ser el infierno, pero ella no tuvo mamá, y yo tuve a mis hermanos. No tuvo una mierda excepto ser abusada. La necesito fuerte, primero por ella y luego por mí.
Algunos hombres necesitan romper a una mujer para hacerlas crecer de la manera que quieren. Vi a mi viejo romper a mi madre una y otra vez. Cuando se hizo más fuerte, la golpeó más, haciendo todo lo posible por poseerla.
Siempre pensé que era sólo la forma en que era para algunas personas. También sabía que no estaba malditamente bien.
Oyes mierda en la escuela, en la televisión, o lees acerca de que si abusan de ti, especialmente los hombres, es probable que seas un abusador. A pesar de que mamá se quedó, asumo que fue del miedo por nosotros, y muchos la miraban con lástima, pero siempre se enorgullecía de lo que tenía, y de que nos tenía, su legado.
Fue su elección quedarse, y diablos lo que soportó nos hizo más fuertes. No en el sentido físico, sino en el bien del mal y en la lealtad y en la hermandad de los tres que siempre nos tuvimos entre sí. Esa mierda es irrompible.
Vi a mis hermanos y la forma en que lidiaron con las chicas que eran atraídas por algo más fuerte que la necesidad de un acostón o de liberación física de bombear para entrar en un ambiente cálido de vagina, disponible. Nunca quise esa
responsabilidad. El miedo a convertirme en un abusador comprando la mierda que los psiquiatras y los llamados expertos vomitaban me hacía sentir. No era como Martin, podría alejarme de la auto conservación, o Gabriel, que recibió un golpe tras otro de un maldito borracho como el viejo o estar ahí cuando sabía que era lo mejor para alguien.
Luché contra eso, y cuando quería algo, luchaba por ello.
Todo eso cambió hace seis meses cuando vi a Paulaa encogida en un rincón.
Durante seis meses, tuve una necesidad que sobrepasó la lógica, el deseo, o la razón. Tenía una necesidad de cuidar de ella de la mejor manera que sabía. La mejor manera que sé es hacerla fuerte por su cuenta. Entonces, y sólo entonces, me permitiré ceder ante el deseo de besarla, saborearla, tocarla, en todas partes.
Oigo a Kid en la cocina y me levanto, ajustando la semi erección que tengo forzándome en mi pantalón de entrenamiento, y camino alrededor de la esquina.
Me capta por el rabillo del ojo y agarra la botella de píldoras del contador, metiéndolas en el bolsillo de su pantalón.
Se traga algo y me mira.
―No necesito niñera, Alfonso. Te puedes ir.
―¿Qué es lo que acabas de tomar?
―No es tu asunto.
―¿Son de Salvador o tuyas? ―pregunto mientras pasa más allá de mí, evitando responder mi pregunta.
Agarro la parte posterior de su camisa, y le doy la vuelta, haciéndolo pivotar y casi me golpea en la cabeza.
―Sera mejor que seas mas rapido que eso, hijo de puta ―chasqueo hacia él.
―Nunca me agarres por detras, Alfonso. De hecho, nunca me agarres de nuevo ― vuelve a encajar.
―¿Cómo crees que se sentiría si supiera que estabas tragandote sus píldoras?
―Entendería que había tenido suficiente y que necesitaba un puto sueño. ―Se vuelve y va al dormitorio, cerrando la puerta detrás de él.
―Al diablo esto. ―Miro mi reloj, ya son las once en punto de la noche. Grito―: tienes mi número, hombre. ¡Ten en cuenta, que pasó por todo un infierno de montón por ti, así que no le faltes al respeto, vivo o muerto! ¡Tenemos un servicio que planear, por lo que será mejor que estés preparado para hacer eso cuando vuelva!
Agarro mis llaves y mi sudadera y voy por la puerta, necesitando soltar un poco de vapor. Abro la puerta del gimnasio, tirando de mi camisa, y voy a la máquina elíptica.
Tengo que tener mi cabeza bien puesta. Necesito tener un duelo, proteger y moverme como la mierda.
La vida es a veces una tormenta de mierda, y hoy es uno de esos días.
Diez kilómetros adentro, no veo una luz al final del túnel. La veo a ella.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario