HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
sábado, 15 de octubre de 2016
CAPITULO 24 (TERCERA HISTORIA)
Cálido. Seguro.
Me acurruco con mayor profundidad, y el golpeteo constante de su corazón me arrulla al lugar donde los sueños pueden convertirse en realidad. Estoy saciada, satisfecha, y a salvo en los brazos de Pedro Alfonso.
Por primera vez en mi vida, creo en el futuro.
Todas las preocupaciones de mi pasado, de mi padre, y de lo que puede suceder desaparecen en el momento en que está alrededor. La única cosa que puedo pensar o sentir es a él.
¿Esto es lo que es el amor, una necesidad que todo lo
consume por estar con alguien, como un volcán a punto de entrar en erupción, siempre con la sensación de estar llena?
Cuando Pedro está alrededor, estoy llena de emoción, llena de vida, y llena de posibilidades.
No puedo evitarlo, froto los pies arriba y debajo de sus musculosas pantorrillas. La sensación de su cuerpo endurecido en contra de mi suave piel me calienta de adentro hacia afuera.
No tuve televisión con mi padre. Cuando era pequeña y la vieja señora Simmons me cuidaba, veía cosas con ella que recibía en su antena. Estando aquí en este hotel con nada que no sea tiempo en mis manos, he visto un mundo de
posibilidades a través de la televisión por cable.
Ver a las personas tener sexo era una cosa, pero Pedro aquí y besándome...
Esa es una experiencia totalmente diferente. Él guiándome y mostrándome cómo llevarme a mí misma a una altura diferente de lo que nunca he sentido antes sólo hace que la experiencia sea mucho mejor. Me he tocado, me he sentido, pero nada como con él. ¿Sabe lo que me hace?
Cuando me despierto, abro los ojos lentamente e inhalo el olor que es especiado y todo a Pedro Alfonso. Paso mi mano sobre la piel tensa de su abdomen, disfrutando de cada ondulación de los músculos debajo de mí.
Mordiéndome los labios, pienso en los espectáculos que he visto, después levanto la sábana, mirando hacia abajo para ver su masa dura luchando contra la tela de su pantalón.
Pedro sigue durmiendo. Bien. Es mi momento para jugar.
Con cuidado, me muevo hacia abajo y abro su pantalón antes de deslizar mi mano debajo de sus bóxers para encontrar la longitud engrosada. Sintiéndome valiente, muevo la cabeza hacia abajo y saco mi lengua, lamiendo la parte superior de su pene. Sus piernas se mueven, y hago una pausa, sosteniendo su eje en la mano. Cuando no se despierta, le toco la aterciopelada piel antes de arremolinar
mi lengua alrededor de la punta. Entonces abro bien la boca para tomarlo.
―¿Qué demonios? ¡Pauly! ―Pedro se sacude, quitando la sábana de mi cabeza y revelando a mi patio de juegos y a mí.
Inmediatamente, me muevo hacia atrás y lo suelto.
Él se recuesta contra la cabecera, soltando un suspiro de frustración.
―¿Qué voy a hacer contigo? ―pregunta más para sí mismo que para mí.
Sin pensar, murmuro:
―Amarme como nadie ha hecho antes.
Él golpea la cabeza contra la cama.
―Si solo fuera así de fácil.
La confusión me llena. ¿Por qué hacer todo esto por mí si no puede amarme?
¿Por qué, por todos estos meses, preocuparse para sólo alejarme? ¿Por qué darme la mejor liberación del mundo anoche y no dejarme devolverle el favor hoy?
―Tengo dieciocho años, Pedro ―susurro. No sé por qué importa mi edad. He mantenido la casa de mi padre limpia por toda mi vida. Cocino, soy inteligente, y me siento como si tuviera treinta y cinco, no dieciocho años. Sé que no he tenido mucha experiencia en la vida, pero lo que he experimentado es el infierno en el mundo real. Aun así, lo soporté y lo superé. No soy una niña.
―Pequeña...― dice, y yo espeto: ―¡No soy pequeña! Soy una mujer adulta con la regla. Soy una adulta legal aquí en este país. De acuerdo con la ley, puedo tener trabajo y vivir en mi propia casa. Incluso puedo votar. Puede ser que no pueda beber alcohol aquí, pero en Rusia, ¡podría hacerlo! ¡No me llames pequeña! ―Mi voz va más alto de lo que
quiero, pero estoy cansada de que piense que no soy adulta.
He sobrevivido un infierno, y no tengo ni idea de lo que me depara el futuro, pero no voy a dejar que mi edad me impida tener algo bueno en mi mundo que ha estado lleno de mal.
Quiero gritarle, pero algo me detiene.
Lo miro a los ojos para ver que su conflictividad es real.
―Pauly ―dice con calma ante mi arrebato loco―. Sé exactamente la edad que tienes. Sé lo fuerte que eres. Eres tan condenadamente pequeña.
El rechazo pica. Salgo de la cama y arrastro los pies, luego me deslizo en el pantalón. Sé que no piensa que soy demasiado joven, pero es mi tamaño. Algo con lo que no estoy cómoda. El dril de algodón contra mis delgadas bragas se siente nuevo para mí después de mi explosión de anoche.
La fricción se siente bien. Argh, ¿por qué tenía que mostrarme algo tan genial, sólo para quitármelo?
Lo escucho moverse de la cama, pero me niego a mirar hacia él. Mis senos son pequeños, así que tiro una camisa sobre mi top, saltándome el sujetador. Tengo que estar cubierta para así no sentirme tan... tan... tan expuesta.
Dos brazos me rodean desde atrás, y la palabra tatuada Legado me llama la atención.
Su respiración cae caliente en mi cuello mientras dice:
―Estoy tratando de hacer lo correcto por ti, Paula. Por una vez en mi vida, estoy tratando de hacerlo bien. ―Entonces, susurra―: Déjame hacerlo bien, por favor.
Suspiro, sin saber qué decir.
―Peq... ―Se detiene―. Pauly, los dos hemos pasado por muchas cosas, especialmente la semana pasada. Tenemos que ir y hablar con Johnny y los chicos de azul sobre tu padre. Ahora que eres mayor de edad, servicios sociales no podrá intervenir. Necesitamos pensar acerca de los servicios para tu padre. Bastardo o no, las cosas tienen que ser manejadas. Y tengo que arreglar algunas cosas para el
hombre que era más que un padre para mí de lo que el mío jamás podría haber pensado ser. No quiero añadir nada más para ninguno de los dos.
Asiento, tratando de ser comprensiva.
―No iré a ninguna parte, Paula. Tienes mi palabra. Nada es más sólido que la palabra de los Alfonso. No importa lo que depare el futuro, estaré aquí para ti por cualquier cosa. ―Besa la parte superior de mi cabeza y simplemente me
sostiene con su barbilla apoyada en mi cabeza.
Envuelta en sus brazos, segura en su abrazo, la seguridad que es todo Alfonso me envuelve. Tiene razón. No importa lo que depare el futuro, él estará allí para mí. Sé eso.
Ahora es el momento de afrontar el pasado.
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