HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

martes, 20 de septiembre de 2016

CAPITULO 23 (PRIMERA HISTORIA)




No puedo dormir. Son las siete y media de la mañana y estoy agotado. Ojalá pudiera dormir hoy, pero, joder, no puedo. Lucas necesita dinero extra, por lo que va a abrir y dice que quiere quedarse hasta las cinco o seis. No sucede a menudo. Diablos, no se ha ofrecido a hacerlo desde antes de que mamá muriera. Mi bar es mi bebé, soy el que se despierta todos los días y se asegura de que está todo bien, así que nunca tengo ayuda. Es mío. Sin embargo, Lucas es mi hermano, así que estoy bien con eso.


Pau está acurrucada a mi alrededor como un gato viejo, absorbiendo el calor de mi cuerpo y sacando alguno del suyo. Mierda, estoy duro. Estoy tan jodidamente duro como una maldita barra de roble. Ella me pone de esta manera. 


Medio esperaba haber estado jodido esa noche y haber realzado el jugueteo en el armario, pero joder si es tan buena sobria como borracha. Demonios, es mejor. También sabe increíble. Mierda, es hermosa y siento que todavía no he terminado con su pequeña y ardiente figura.


Eso no es bueno, no es bueno en absoluto. Como mínimo, está medio loca, abusaron de ella y, mierda, trabaja para mí. 


Esas son tres líneas que nunca he cruzado antes. Tengo que sacarla de mi sistema, aunque también la necesito para obtener algo. De esa manera, este pequeño aprieto en el que me encuentro estará bien, igualado. Dar y recibir. Y, joder, quiero dárselo en este momento. Mi boca se hace agua por dárselo.


Miro hacia abajo para ver que me observa con sus ojos brillando bajo la luz de la mañana. Se ve emocionada, pero cautelosa.


—Eh, ¿lo siento? —dice, mirándome y midiendo mi reacción. No puedo evitar sonreír—. En serio. —No es una pregunta, sino una declaración. Sé que no lo siente y yo tampoco.


Deja escapar un suspiro mientras descansa la barbilla en mi pecho, sin apartar la mirada en ningún momento, mientras se encoge de hombros.


—Trabajo para ti.


—Síp.


—Por lo tanto, ¿esto es normal para ti?


—Nada sobre ti es normal. —Tal vez debería sacar mis pelotas de mi vagina ahora, porque eso es un comentario de perra—. No, no es normal acostarme con una empleada, no es normal tener a una chica durmiendo. —Mi mano de alguna manera encuentra su camino a su cabello—. Y no es normal que permita que una pequeña cosa sexy tome el control.


—¿Crees que soy sexy? —Sonríe mientras asiento—. Supongo que lo soy. —Pone los ojos en blanco y se sienta—. Quiero decir, me frotaba contra ti en la recaudación de fondos, y fue una primera vez para mí. Quiero decir, el único chico con el que alguna vez... bueno, ya sabes...


—No, no lo sé, maldita sea. —Murciélagos revolotean en mi pecho mientras me incorporo.


Se encoge de hombros, se ruboriza y luego sacude la cabeza como si estuviera alejando algo.


—Vamos a seguir con lo sexy que soy, ¿de acuerdo? —Se lame los labios mientras mira fijamente los míos.


Empiezo a acercar su cabeza hacia mí, pero no quiero esa mierda, así que me detengo.


Me mira confundida, de nuevo.


—¿Por qué te detienes?


—¿Honestamente? —Sonríe y da una pequeña inclinación de cabeza—. Ayer por la noche nunca debería haber ocurrido.


—Lo sie…


—No lo sientas; sé tú. Sé real. No quieres algo, no me lo des. Soy un hombre, Pau. Te deseo, pero me gustaste anoche. Diablos, me gustaste en el armario. Me gustas.


—Te gusto, ¿pero te detuviste cuando me ibas a besar? —Sus cejas se fruncen un poco.


Me gusta que sea directa y la forma en que habla tan abiertamente. Como resultado, decido ser sincero también.


—Quieres darme un beso, bésame. Quieres…


Sus labios están en los míos en un abrir y cerrar de ojos. Su pequeña lengua se desliza entre mis labios y empiezo colocarla a horcajadas, pero cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me detengo. ¿Qué hace? Se sube encima de mí mientras nuestras lenguas siguen frotándose y sus caderas comienzan a restregarse.


—Pau —digo, deteniendo sus caderas.


—¿Sí? —pregunta con voz lujuriosa.


—Si quieres algo, tienes que preguntarme por ello.


—Quiero... —Se sonroja y luego se encoge de hombros—. Te deseo.


—Yo también, pero esto tiene que ser un dar y recibir entre tú y yo.


Asiente con entusiasmo. Maldita sea, está jodidamente loca, pero, mierda, no puedo detenerme.


Le doy la vuelta sobre su espalda y chilla.


—¿Consentimiento? —pregunto mientras beso sus labios, siguiendo por su mandíbula.


—Dado. —Sus ojos se amplían cuanto más abajo beso su cuerpo.


Estoy entre sus tetas y, de repente, odio mi camiseta de MotleyCrew que se puso para dormir. Llego a su vientre, levanto la camiseta y sumerjo mi lengua en su ombligo.


Aparta su pierna de debajo de mí, así que estoy entre ellas. 


Entonces, se muerde el labio mientras froto mi rastrojo de la mañana a través de sus bragas y arquea su espalda hacia mí.


Me detengo y miro hacia arriba, extiende la mano y mete su dedo en mi boca. Cuando lo empiezo a chupar, engancha ese pequeño dedo y lleva mi mandíbula hacia su coño.


—Te quiero ahí.


—¿En serio? —Medio sonrío mientras me acerca más.


Aparto sus bragas a un lado, rompiéndolas accidentalmente, y luego mi boca la cubre. Sin dirección, sin bromear, me zambullo.


—Sí, por favor... Oh, Pedro... Alfonso... ¡Oh, Dios!


Mi lengua da vueltas en su dulce coño de miel y gimo, incapaz y poco dispuesto a ocultar la satisfacción que sale de su coño. Gime, sus manos sujetan mi cabello mientras se empuja contra mí.


Envuelvo mis brazos alrededor de sus piernas y las abro más, entonces me sumerjo en su miel. La quiero sobre todo mi rostro. Quiero olerla todo el día. Quiero darme un banquete para siem… durante horas. ¡Mierda!


Se tensa cuando la siento llegar. Le meto el dedo, dándole su orgasmo mientras chupo su clítoris. No se necesita mucho antes de que se caiga a pedazos, tirando de mi cabello, montando mi mano y gritando mi nombre.


Mientras desciende de su clímax, la veo jadear y pienso: Jimmy Hendrix habría muerto como un hombre feliz si se hubiera asfixiado en su coño en lugar de en su propio vómito. Estoy seguro de que podría morir justo ahora y ser un hombre feliz, y todavía no me he corrido.


Aún.


Asciendo, besándole el cuerpo, arrastrando su camisa con mis dientes y descubriendo su pecho.


—¿Consentimiento?


—Dado —jadea mientras tomo su pequeño guijarro en mi boca y hago un círculo con mi lengua.


Me alejo de ella y me pongo de rodillas. Entonces, la sujeto por las caderas y la acerco más antes de colocarme. Paso la cabeza arriba y abajo de su hendidura y gimo. Cuando miro hacia arriba, se está apoyando sobre los codos para mirar.


—Malditamente ardiente.


—Sexy —dice, impulsándose hacia adelante, pidiendo sin palabras mi polla.


—Sexy —digo cuando la penetro.


—¡Pedro! —vuelve a gritar, mientras me quedo quieto completamente en su interior.


—Lo siento, Pau, no me puedo contener.


—No —gime—. Hazme… —Se detiene y cierra sus ojos con fuerza. Luego, en la más pequeña y baja voz, oigo sus valientes palabras—: Fóllame.


Y la follo, lo hago. Sujetando sus caderas, entro y salgo de su interior mientras empuña las sábanas, luciendo completamente sexy, y persevero. Su cabeza se mueve de lado a lado mientras se muerde el labio.


Su coño me estrangula, haciéndome saber que está lista para correrse otra vez. Acelero el ritmo, deseando liberarme con ella, corriéndonos juntos, ella y yo.


Momentos más tarde, me corro, sin contener nada, y está ahí conmigo. Un maldito orgasmo, de la mejor clase que hay.


Después, sus ojos están caídos pero abiertos mientras me observa rodar a mi lado. Está jadeando y así estoy yo cuando veo su mirada perdida en el techo.


La tomo de la mano y froto sus nudillos antes de presionarlos sobre mis labios.


—El mejor coño.


Traga con fuerza y asiente una vez.


—Mierda, ¿hice algo m…?


—¿Usaste condón? —Su voz tiembla.


—Sabes que no lo hice. No hubo tiempo; no pude evitarlo. Estoy limpio, sin embargo. Me hago pruebas. Nunca antes lo he hecho sin nada y tu coño es tan apretado que estoy seguro de que nada ha entrado allí desde hace tiempo. —Ruedo hacia mi lado y planto un beso en sus hinchados labios rojos.


Se sienta lentamente y baja su camiseta. Ni siquiera puede mirarme. Hay lágrimas en sus ojos, y siento como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago dos veces. Primero, porque está a punto de llorar y segundo, porque no me he quedado atrapado en el momento, no después de mamá.


—Está bien, no llores, Pau. Mierda —digo mientras le tomo la mano, acercándola para darle un pequeño abrazo—. Estoy limpio. Nunca lo hago sin condón.


—Estoy limpia, también. Perdí a alguien, así que me hago pruebas. —Se seca los ojos y me mira—. Y si…


—¿Y si, qué? —Intento de entrar en pánico. No quiero asustarla más de lo que probablemente está—. Lo juro, Pau, estoy limpio.


—¿Eres estéril, también?


—No. —Me rio—. Además, tomas la píldora o algo así, ¿no?


—No —murmura.


Me levanto de un salto.


—¡No lo haces! —¡Joder! Ni siquiera consideré esa mierda. La tomo de la mano y la llevo al cuarto de baño—. ¿Quieres intentar, no sé, limpiarte? —La suelto junto al inodoro y camino hasta la bañera—. ¿Cuán caliente te gusta…? Quiero decir... ¿cómo te gusta tu baño?


—Me gusta caliente —resuella.


La miro mientras abro el agua, en secreto queriendo quemar a esos pequeños cabrones nadando allí.


—Pau, no estaba tratando de ser un idiota. Supuse que, bueno...


—Ni siquiera estaba pensando sobre…


—Bien, está bien. —Me pongo de pie, levantando la tapa del inodoro, y casi bajándola y limpiando su coño, cuando me mira con extrañeza—. Mierda, lo siento. Adelante.


Salgo, esperando que se lave bien, deshaciéndose de mi carga, dejando sólo su delicioso sabor.


Me paseo arriba y abajo, pasando mis manos por mi cabello, y espero hasta que oigo el chorro. Cuando entro de nuevo, tiene el culo desnudo y está metiéndose en la bañera. Su culo es jodidamente hermoso.


Al mirarla, veo cómo me observa por encima del hombro, atrapándome mientras me aprieto intentando evitar la erección que está surgiendo rápido.


—¿Sexy todavía? —pregunta, buscando aprobación. Ese es el tercer golpe al estómago.


—Diablos, sí —digo sinceramente, porque ese trasero redondo es más que eso—. Haré el desayuno…


—No te preocupes por eso —comenta mientras se sienta en mi bañera—. ¿No tienes que abrir pronto?


Agarra mi toalla y se lava el rostro.


—No. Lucas necesitaba cambiar de turno, así que tengo el día libre.


—Y la noche. Es mi…


—Pau, hablé en serio acerca de darte algo de tiempo libre. Trabajas cuarenta horas a la semana, además de veintiocho en el bar. Es demasiado.


—No, lo necesito. —Mira hacia otro lado, lavando su brazo—. Estoy atrasada en algunas cosas y el auto…


Estoy muy duro y necesito salir como la mierda de allí, o voy a lastimar su bonito y pequeño coño rosa.


—¿Necesitas algo antes de que salga de aquí y nos haga algo para desayunar?


—¿Tu amigo te llamó sobre las llaves? Necesito unas pocas, eh… —Hace una pausa y después susurra—: bragas.


Sonrío y asiento.


—Le voy a llamar. Disfruta de tu baño. Asegúrate de intentar…


—¿Pedro? —Sus ojos son amplios.


—Lo siento, todavía eres bastante sexy, Pau, con o sin mi sem…


Me lanza la toalla húmeda y nos reímos.


—¡Fuera!


Se la lanzo de vuelta, salgo de mi habitación, y quiero golpear mi cabeza contra la pared. Sexo ardiente, una chica desnuda en mi bañera… olvida eso, una sexy chica desnuda que me gusta en mi bañera… ¿y estoy preocupando por un accidente en el calor del momento? Joder, estoy volviéndome loco.


Le envío un mensaje a mi chico, averiguando si sus llaves están literalmente atascadas. La mierda se congeló, y no las va recuperar en un día más o menos. Esa noticia hace que mi polla se agite en mi pantalón. Me pregunto si se va a quedar aquí hasta entonces. El auto está parado por ahora. 


No hay remolque. Sólo tengo que encontrarle un repuesto.


Durante el tiempo en que bato unos huevos, hago un poco de pan tostado, exprimo un poco de jugo de naranja, todavía no ha salido de la bañera. Le preparo un plato y camino de un lado a otro. Ha pasado mucho tiempo desde que me he sentido así. Joder, ¿a quién estoy engañando? Nunca me he sentido así.


Miro el reloj para ver que han pasado quince minutos. Tomo su plato y subo por las escaleras, pensando que puede comer en la cama. Diablos, la voy a comer mientras come en la cama, tal vez sacar con la lengua cualquier remanente de mis nadadores.


Me detengo cuando la oigo cantar. Tiene esta dulce voz que me hace parar y acercarme más para escuchar.


—Won’t let nobody hurt you. I’ll stand by you. So if you’re mad, get mad. Don’t hold it all inside. Come on and talk to me now...


No está cantando alto, pero la letra de I’ll Stand ByYou de The Pretenders tiene un sonido ensordecedor.


—Hey, what you got to hide? I get angry, too. Well, I’m a lot like you. When you’re at a crossroads and don’t know which path to choose, let me come along, ‘cause…


Luego, no oigo nada.


Llamo a la puerta y la abro, entonces, camino hacia la bañera. Sus pies están en el borde y su cabeza sumergida con los ojos cerrados. Cuando sus párpados se abren, se levanta de un salto, salpicando agua por todas partes.


—Me asustaste como la mierda —dice mientras sostiene su mano en su pecho.


Mantengo mis ojos en los de ella.


—Perdona, has estado aquí un tiempo.


—Lo siento, el agua está realmente calentita.


—Todo bien, entonces. —Coloco el plato en el tocador e intento pensar en algo que decir.


—Oye, hombre… vaya. Mierda, es Pau.


Miro hacia atrás, viendo a Lucas pasar por la puerta.


Pau y yo tenemos la misma maldita expresión en nuestros rostros, sorpresa y mierda, hasta que se empieza a reír y resoplar, entonces se cubre la boca.


—Joder —refunfuño y cierro los ojos con fuerza.


—Lo siento mucho. —Se ríe con nerviosismo—. Yo…


—No te preocupes por eso. Mira, las llaves tomarán un tiempo en salir. ¿Alguien tiene un repuesto?


—No —dice, tratando de no reír, y sacudo la cabeza—. Qué desastre.


—¿La puerta de entrada estaba cerrada?


—¿De mi casa? —Se apunta con el dedo.


—Sí. —Asiento.


—Si la sacudes lo suficiente, no necesitas una.


—¿Tu juego de llaves para el auto...?


—En la mesa al lado de la puerta. —Empieza a salir, así que sujeto una toalla.


—Quédate aquí. Hace frío. Voy a tomar un algo de… —hago una pausa y niego—… bragas y ropa.


—No puedes entrar —dice mientras envuelve la toalla a su alrededor—. Tienes que sacudirla sólo a la derecha.


—Puedo hacerlo.


Se queda dudando y empieza a mirar alrededor, evitando el contacto visual. Sin embargo, no le doy la oportunidad de convencerme o distraerme. Siempre evita preguntas con más de su locura.


—¿Número de Apartamento, Pau?


—1223 —murmura.


—Cuando estés vestida, conseguiremos tu auto para que puedas regresar a casa y descansar. Come, Pau. —Apunto a la comida—. Volveré pronto.


Bajo las escaleras y miro a Lu, que tiene una sonrisa de comemierda en su rostro.


—Cierra la puta boca y ven conmigo. Le daremos a Pau algo de privacidad mientras vamos a por su auto. Después, necesitas llevar tu culo al bar.






2 comentarios: