HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

jueves, 20 de octubre de 2016

CAPITULO 41 (TERCERA HISTORIA)





Entreno al chico que llamo Buck, un hijo de puta alto y desgarbado. Parte de la clientela femenina parece pensar que es bien parecido. No tengo idea de lo que las mujeres piensan que es atractivo, realmente me importa una mierda, también. Tengo a mi chica. Buck es joven y piensa que lo sabe todo. También está lleno de algo que pocos podrían entender a menos que hayan estado allí.


Venganza.


No tengo que preguntarle cómo se crió. Sé que probablemente hubo una sensación de ausencia de control en su entorno. Su padre o madre se apoderaron de todo el poder y se aprovecharon de los más débiles en el hogar.


Cuando lo corrijo, parece enojarse. Necesita estar bien porque nunca antes lo estuvo. Podría seguir veinte rondas con él, y no se daría por vencido. Se enfada cuando le demuestro que soy más fuerte, pero si no lo hago, va a terminar muerto.


Aparece a las 7:59 de la mañana sin falta. Necesita la estructura, así que se la estoy dando. Tiene que golpear algo, despejar la mente, sacar su ira y agredir algo.



Es rápido y fuerte, y tan lleno de ira.


Soy yo sin las partes buenas que aprendí de mamá.


Veo a Pauly caminar por el rabillo del ojo. Tiene una clase de diez mujeres, la mayoría son del Nido. No pagan membresía porque ella no necesita el dinero.


Bueno, todavía no, de todos modos. Mi chica puede tener un poco de dinero. El dinero no significa nada para ella, pero si dejas una toalla en el suelo, y está en modo sigiloso, se va contra ti como la mierda.


Me río de mí mismo, y luego me golpean duro con la derecha.


¡Cabrón!


Barro sus piernas, y él cae. Luego se levanta, con los ojos enrojecidos y enojado.


―Ve a hacer unas escaleras, Buck ―digo, alejándome.


―¿Porque te atrapé? ―se burla de mí.


―No, porque acabaste sobre tu trasero cuando pensabas que estaba bien golpearme. Ve a las putas escaleras.


―Pero... ―se queja.


Tiro hacia arriba de la cuerda y subo.


―Pero nada. Escaleras. ―Apunto a la máquina.


Él no se mueve, con la mandíbula apretada.


―Ahora.


Entrecierra los ojos y se toma su propia hora para quitarse los guantes.


Cabeza de mierda.


Miro a la pequeña enseñando la misma mierda de siempre, una y otra vez.


Tiene corazón. Tiene tracción. Cree que llegará a ser instintiva usando sus movimientos si alguna vez la atacan. 


Estoy seguro como el infierno de que eso espero.


En mi experiencia, o apuntas a herir o a matar, o recibes un golpe. Pero soy hombre. Estoy orgulloso de lo que está haciendo, en lo que se está convirtiendo, y cuanto más entrenamos juntos, más capto sus reacciones. Es cada vez más fuerte por dentro y por fuera. Tiene pequeños músculos y esas cosas, es caliente.


Kid se acerca y me da una botella de agua.


―Los chicos de Cobra están graznando en la calle, te llaman gatito.


―Eso es porque quiere a mi chica y piensa que lo conseguirá si pierdo. La estúpida mierda no tiene ni idea... ―tomo un trago―, que es tan mía como yo de ella, no tiene idea de que va a perder. Estoy en mejor forma y más fuerte que nunca.


―Creo que se lo debemos al joven Buck. ―Sonríe.


Sonrío de vuelta.


―Tal vez.


―Hay una gran cantidad de dinero que hay que ganar. Muchos de los grandes compradores desean participar en la acción. ―Sigo viendo a Pauly mientras habla―. No puedes ocultarte tras el cinturón, hombre. ¿Dónde está el
deporte en eso?


Se aleja, y me deja solo.


Tiene razón. ¿Dónde está el deporte en eso? No sólo eso, sino que quiero otra pieza del hijo de puta que pensaba que con tomar una vida se ganaría la admiración de alguien que es mía. Es hora de que el hijo de puta se dé cuenta de ello.


Me acerco mientras Kid sostiene la bolsa para otro de nuestros nuevos chicos.


Me mira.


―Arréglalo ―le digo y luego me uno a Buck en las máquinas de correr para quemar algo de mi propia rabia de mierda.



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