HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
jueves, 15 de septiembre de 2016
CAPITULO 6 (PRIMERA HISTORIA)
Los lunes ya no son días para descansar; son días para renovar. Con el bar cerrado, puedo romper la mierda en pedazos y poner este plan en marcha.
Lucas, Gonzalo y yo nos pusimos de acuerdo para que el apartamento de mierda en el que nos criamos fuese destrozado. No necesitaba tener su participación, pero esto era algo emocional, así que quería asegurarme de que estuvieran listos para seguir adelante, también.
Ninguno de nosotros ha escuchado una palabra de nuestro padre desde que se fue con Lola, y por mí está bien.
Tomamos la decisión de que el rincón más alejado, el que una vez fue nuestro dormitorio —nuestro refugio cuando las cosas se ponían feas, el lugar en el que mamá nos leía, el único lugar en el que nos sentíamos seguros—, sería un salón VIP de alguna clase. Prohibida la entrada a menos que estuviéramos de acuerdo.
Hace una semana, vaciamos el lugar. Ayer por la noche, lo desmantelamos y levantamos los soportes. Hoy, he recortado el suelo, y ahora estoy mirando desde el primer piso el techo de nuestro viejo apartamento al que le añadimos cielorraso de metal. Se ve increíble. No puedo esperar a tener tiempo para terminar la barandilla alrededor del perímetro del hueco, para que se pueda mirar hacia abajo, al área del escenario y la pista de baile.
No es que esté tratando de convertir este sitio en un club bailable, al diablo con eso. Lo que quiero es un bar de rock. Talentos locales y gente llenando el lugar durante las noches en las que se ofrece entretenimiento. Sin cobrar entrada, sin aumentar los precios de las bebidas, sin ninguna mierda. Solo pasar un buen jodido momento junto a otras personas que aman la música como mamá lo hacía.
En solo dos semanas más, este lugar debería verse como algo mejor que un antro; en el interior, al menos. Me gusta el exterior tal como está. Nada exagerado, nada lujoso, sin que las luces que cuelgan de las ventanas superen a las de los tugurios que están calle abajo. Sin nada diciendo que somos algo que no somos.
Silvia, la chica nueva, lo está haciendo bien. Lola la entrenó bastante bien, así que, al menos, puedo centrarme en contratar a otra persona sin tener a todos los nuevos empleados a la vez. Sin embargo, ella es un poco dura por fuera. Demonios, tienes que serlo con el fin de sobrevivir aquí. Está en sus treinta y tantos años, es madre soltera con una hija de dieciséis, quien cuida a sus hermanas menores, mientras Silvia trabaja. Ha estado llegando a tiempo todos los días, lo que es una gran ventaja.
Mientras trabaja, paso mi tiempo haciendo las barandillas en mi garaje; mi lugar, mi cielo en medio del infierno del que a veces estoy rodeado. El garaje no es demasiado grande, pero es más que suficiente para albergar mis herramientas, mis autos, mis juguetes, y me da espacio para trabajar.
No tengo miedo de ensuciarme las manos. Además, no hay nada mejor que unas pocas astillas en el camino para crear algo magnífico. Toma un árbol de corteza endurecida, desbástalo hasta la madera interior, y te encontrarás con algo hermoso. Cortado, aserrado, lijado, preparado, pintado y moldeado en una nueva creación, y todo hecho con mis propias manos. Hay orgullo en esa creación, en el producto final. El trabajo está progresando bien. No debería pasar mucho tiempo antes de que esté terminado.
Levanto la vista cuando la puerta se abre y Lucas entra tranquilamente.
—Se ve bien, hombre. —Frota la barandilla de madera a la que acabo de aplicarle una capa de poliuretano—. Se ve jodidamente bien.
Me limpio las manos con un trapo y luego lo dejo.
—¿Cerveza?
—Claro.
Mientras camino hacia el refrigerador, le pregunto:
—¿Qué te trae por aquí?
—¿Recuerdas esa recaudación de fondos, la del VPH…?
—La que dije que no asistiría, sí. —Me acerco para alcanzarle la cerveza.
—Tres bandas locales estarán tocando. Compré dos boletos y los llamé, diciéndoles que quería verlos, que mi hermano podría querer contratarlos.
—Genial, te lo agradezco. —Extiendo la mano y choco mi botella con la suya. Supongo que voy a ir a la recaudación de fondos después de todo. No es lo mío, pero las bandas locales son buenas para los negocios.
—Pero aquí está la cosa…
—Lucas, no quiero escucharlo.
—Habrá una pelea y la necesito, Pedro. La. Necesito. —Toma un trago y luego mira hacia abajo—. Igual que tú necesitas conocer a esas bandas.
Lucas ha estado en una situación muy difícil desde que mamá murió, y consiguió que le dieran una paliza en su última pelea. Fue y se dejó caer en la lujuria por la chica que se está acostando con la Cobra; su nombre de luchador encaja con su trasero, también. La maldita serpiente golpeó a su chica delante del Alfonso equivocado. Luego, los matones de Cobra atacaron a Lucas una noche. Sin embargo, a la noche siguiente, les devolvieron el golpe.
Créanme esa mierda.
—Si vas a pelear, voy a ir contigo.
—No. Gonzalo va a ver a la pelea. P, necesitas esto. Consíguelos mientras están hambrientos. Yo estaré bien.
—Hay que ir de etiqueta. No hago esa mierda.
—Ya conseguí el esmoquin y recogí la máscara para usar con el traje. Nadie sabrá que estuviste allí.
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