HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
sábado, 24 de septiembre de 2016
CAPITULO 37 (PRIMERA HISTORIA)
Las cosas se mueven tan rápido, y sin embargo, a paso de tortuga al mismo tiempo. Pedro es todo lo que jamás podría desear y mucho más. Dice que estoy loca, y tal vez lo estoy. Me enamoré de él desde la cabeza hasta los talones en tan poco tiempo. Más que eso, quiero tener a su bebé.
Sí, estoy completamente loca.
Puse mi brazo contra mi frente. No, no tenía fiebre. No estoy delirando a menos que delirar sea estar enamorada.
¿Estamos repitiendo los errores de nuestros padres? Mis padres nunca se casaron, ni los de él.
Permito que mi mente imagine cinco años a partir de ahora con dos niños. No me veo a mí misma sin él. Pedro me completa de muchas maneras. Cuando tengo problemas, puedo ir a él, y está ahí para sostener mi mano mientras yo ordeno todo. Es mi compañero. Diablos, si soy real sobre él, es mi protector y mi proveedor. Es todo lo que mi madre nunca tuvo con mi padre.
¿Podría haber tenido más con mi padre? Con la pequeña conversación que mi padre tuvo con Pedro donde dijo mi madre era mejor, no puedo evitar preguntarme, ¿qué hubiera pasado sí? Mi mamá felizmente se volvió a casar, pero, ¿mi infancia podría haber sido diferente? Si la hubieran hecho diferente, si las circunstancias hubieran sido diferentes, Brian nunca hubiera estado en mi vida.
Brian. Incluso después de todo este tiempo, todo vuelve a él.
No se lo he dicho a mi madre. Las cosas han sido tan caóticas últimamente que sólo le he hecho llamadas rápidas para actualizarla sobre el progreso de mi papá. Si voy a tener a mi papá aquí, necesito tener una conversación seria con mi madre, sin embargo. Es justo en lo que a mi papá se refiere. Dejo escapar un suspiro. No hay tiempo como el presente.
—Hola, Pau—saluda mientras responde a la primera llamada.
—Mamá, ¿cómo ha estado tu día? —pregunto con indiferencia.
No somos cercanas igual que algunas madres con sus hijas, sin embargo, estamos en nuestro propio camino. Mi mamá me ha apoyado con lo mejor de su capacidad. Siempre ha funcionado. Y aunque hizo tiempo para mí, después de que las cosas comenzaron con Brian, me aparté de ella, de todos.
Como madre soltera esos primeros años, peleó. Entonces, se casó con mi padrastro, y estuvimos mejor, aunque todavía sólo como una familia de clase media.
—Día largo en el trabajo. Charlie todavía no está en casa. Está haciendo horas extras debido a que Jason necesita retenedores. ¿Alguna actualización sobre Dario?
—Está estable. Tendrá que tener a una enfermera privada o un centro de atención a largo plazo. Con el divorcio de Victoria, vive solo. Mamá... —suspiro.
—¿Qué pasa, Pau? Algo te está molestando.
—¿Te molestaría si papá fuera trasladado a un centro aquí en Detroit? ¿Te sentirías dejada atrás? —¿El balance de ser una niña con dos casas?; No quiero que sienta como si estuviera priorizando a mi padre más que a ella.
—Cariño, que te mudaras a Detroit me dio miedo. Estuviste tan lejos de casa, lejos de mí, de tu papá. Sé que los años de la adolescencia son difíciles. Sé que Victoria puso tensión en tu relación con Dario durante todos esos años. De alguna manera, creo que me sentiría mejor si Dario estuviera más cerca. Al menos tendrías a alguien. No digo que tus amigos no son suficiente gente alrededor, pero la familia lo es todo, Pau.
Me río y resoplo.
—Tengo una familia aquí, mamá. —Las palabras vuelan de mi boca antes de que pueda tomarlas de vuelta.
—Pau, cariño, ese muchacho, estoy segura de que está bien. Estoy segura de que te dice lo hermosa que eres y llena tu cabeza con tanto, pero, Pau, el primer amor rara vez es lo que piensas que es.
La ira me golpea como una tonelada de ladrillos.
—Mamá, no me digas qué es el amor o qué no es. Sabes qué, Pedro no es un niño; es un hombre, todo un hombre. No me dice lo guapa que soy; me lo muestra. Cada día, me demuestra con sus acciones lo mucho que significo para él. Él y sus hermanos han estado conmigo, apoyándome, respaldándome, y ayudándome con todo lo que parece estar chocando a mi alrededor. —Estoy temblando por mi necesidad de defender a Pedro y lo que compartimos—. Él me devolvió lo que Brian me quitó hace tiempo. —Las palabras simplemente caen en un lío de emociones.
Así no era como quería que saliera. Esperaba sinceramente llevarla a planificar una visita, y entonces se lo diría en persona. Sólo, que el gato está fuera de la proverbial bolsa ahora.
—¿Qué tomó Brian de ti, Pau? —pregunta mi madre con miedo atado a cada palabra. Inhalo y exhalo rápidamente—. Pau, dímelo por favor —ruega mientras las lágrimas llenan mis ojos.
Mi mano se extiende debajo de mí para frotar mi trasero entre el sofá en el que estoy sentada. Aprópiate de ello, supéralo me cubre hoy. Qué apropiado que mis bragas estén así mientras batallo para continuar superando mi pasado.
—Es el pasado, mamá.
—Pau...
—Él se siente mal por ello —murmuro.
La oigo sollozar.
—Pau, mi Pau. —Llora con más fuerza, y me siento peor por decírselo—. Debería haberlo sabido. Cuando llegaste a casa después del verano, cuando tenías catorce años, estabas diferente. Debería haberlo sabido. Debería haber estado más cerca de ti, presionarte más duro para que pudieras hablar conmigo. Dios mío, Pau, lo siento mucho.
A medida que ambas lloramos sin tener que entrar en detalles, Floyd se acerca a mí, lamiendo mis lágrimas.
Finalmente, mi mamá estornuda, luchando por recobrar la compostura.
—Él te-hizo... —Está tartamudeando—. ¿Tu papá, lo sabía?
Me limpio el rostro con una de las camisetas de Pedro que actualmente tengo puesta.
—No en ese entonces.
—¿Hasta cuándo, Pau?
—Dos años después —susurro, luchando por contener las lágrimas a raya.
Ella grita en el teléfono, y luego oigo el sonido de su caída al suelo y de su mano golpeando algo en el suelo.
—No, no, no. Lo siento mucho, Pau. Mi preciosa Paula. Yo te enviaba allí. Confié en Dario. Confié en Victoria. Tan grosera como siempre fue, todavía confié en ella contigo, mi primera hija, mi bebé —solloza mientras se mueve a sí misma.
—Mamá, por favor, mamá. Está bien. Estoy bien. No lo sabías. No es tu culpa.Vi a Brian cuando fui por ahí, y se disculpó. —Trato de calmarla.
—Se disculpó. Dios mío, Pau, debería hacer más que pedir disculpas. ¿Lo enfrentaste sola? No me dijiste sobre eso cuando fuiste al hospital. ¿Dario estaba bien con tener a ese cabrón en su habitación en el hospital? Tú... tú... —se desvanece, murmurando incoherentemente.
—No estaba sola. Pedro estaba allí. Fue bueno conmigo. Me abrazó. Brian se siente culpable. Ha estado en asesoramiento, y fue abusado. Victoria no le cree, pero papá sí. Lo que es más, yo le creo. Creo que realmente lo siente. Me estoy moviendo más allá de esto, gracias a Pedro. Él me ha liberado de mi pasado, mamá. No te enojes, sólo comprende, ¿de acuerdo?
—No sé cómo hacer eso, Pau. Fallé como madre.
—No fallaste en nada, tanto como yo no hice nada malo, ni Brian cuando fue violado. No es fácil, pero todos tenemos que seguir adelante. No quiero perder más tiempo con mi papá sobre esto. Tampoco quiero más secretos entre nosotras, mamá. Te quiero. Siento no habértelo dicho.
Ella solloza.
—Nena, no te disculpes. No tienes nada que lamentar. Te quiero, siempre.
Oigo a Alejandro en el fondo.
—Barbara, nena, ¿qué pasa? ¿Por qué estás llorando?
Ella solloza en mi padrastro, amortiguando sus sonidos. Él toma el teléfono.
—Pau, ¿estás bien? ¿Tenemos que ir a Detroit? —pregunta con sinceridad.
—Estoy bien, Alejandro. Todo está bien. Mira, tengo que ir a la cama. Tengo que trabajar mañana. Cuida de mamá y dile que la llamaré en unos pocos días. Los quiero a ambos.
Bajo el teléfono, sintiéndome aliviada de que no tengo secretos con mi mamá. La culpa me atraviesa por dejar caer todo esto en ella, sin embargo. Planeé llevar mi secreto a la tumba hasta que todo esto ocurrió con mi papá.
Mirando el centro de entretenimiento, mis ojos de inmediato aterrizan en una de las pocas fotos que Pedro tiene en su casa.
Levantándome, acaricio a Floyd en la cabeza mientras me dirijo a la fotografía. Tomándola, camino de regreso al sofá, sosteniéndola en mis manos. Sentándome, repaso el rostro de la mujer frente a mí. Sus tres hijos son hombres grandes que ahora la rodean en la foto.
Hay sinceridad en los ojos de Julia Alfonso. Hay una fuerza silenciosa en sus facciones. Es una mujer que era dueña de su vida, de sus problemas, y que los venció. Froto el extremo.
Aprópiate de ello, supéralo pienso para mí.
Sigo mirando la foto. Tres chicos. La mujer delante de mí crió a tres chicos increíbles, a hombres leales, fuertes.
Las palabras de Pedro se repasan en mi cabeza
—Pau, nos guste o no, eres de mi familia. Pelearé igual de duro por ti como por ellos. Joder, más duro si tengo que hacerlo.
Soy su familia. Él peleará por mí.
Las lágrimas se deslizan por mi rostro. Lágrimas de felicidad.
Encontré exactamente donde pertenezco.
Estoy tan perdida en mis pensamientos que no oigo el ruido detrás de mí. Antes de que pueda reaccionar, Pedro está de rodillas delante del sofá. Empuja a Floyd a un lado con la rodilla mientras toma mi rostro, secando las lágrimas con sus pulgares.
—Pau, ¿qué pasa? ¿Por qué estás llorando?
—Era hermosa, Pedro. —Sonrío mientras un hipo se me escapa por el llanto.
Sus ojos se mueven a la foto en mi mano.
—Lo era —responde, sin dejar de limpiar mis lágrimas y mirándome con cautela.
—Estoy loca, Pedro.
—Malditamente loca, Pau. —Está de acuerdo mientras le sonrío.
—Tu mamá... ella me calma. Me consuela. Me gusta tener esta foto aquí.
—Pau, nena, no lo tomes a mal. Yo... umm... me alegro que mi mamá pueda consolarte cuando no estoy. Podrías tal vez compartir conmigo cuando necesites algo reconfortante, sin embargo, porque mi corazón está latiendo fuera de mi pecho aquí, y estoy perdido.
Toma la foto y la coloca sobre la mesa detrás de él.
Entonces, se mueve para sentarse a mi lado en el sofá y envuelve sus brazos alrededor de mí, tirando de mí a su regazo. Pongo mis manos a ambos lados de su rostro. Lo beso. Memorizando este momento.
—Te amo, Pedro Alfonso. Eres fuerte, amable, leal, y sexy. Eres un buen hombre, un hombre que la mujer en esa foto quiso, adoró, y un hombre del que estaría orgullosa. Tú, Pedro Alfonso, me haces una mejor persona, una persona más fuerte.
—Pau, llego a casa temprano, y ya estás llorando en el sofá. Mi mamá era la mejor, te voy a dar eso, pero ¿por qué dices que te calma y te consuela? ¿Qué sucedió mientras estaba en el bar después de que vine a casa del trabajo?
Yo dejo escapar un suspiro, sabiendo que, de hecho, estoy loca. Malditamente loca, como diría Pedro. Me río al pensar en la palabra.
—Nena, en serio, no es bueno para mi ego tenerte llorando o riendo cuando estás en mis brazos.
—Me haces sonreír. Me haces feliz. —Miro el amor brillando en sus ojos por mí.
—Es bueno saberlo. ¿Qué te hizo llorar, Pau?
—Le dije a mi mamá sobre... ya sabes... Brian.
—Bueno, ahora que el secreto está afuera, es un peso menos sobre ti. No quiero nada sobre mi chica.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Divinos los 3 caps. Se aman con locura. Me encanta esta historia.
ResponderEliminarHermosos capítulos! Que bueno que Pau pudo sacarse ese peso de encima y tenerlo a Pedro ahí! 💕
ResponderEliminar