HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
domingo, 25 de septiembre de 2016
CAPITULO 38 (PRIMERA HISTORIA)
—Te tenemos cubierta, chica. Ve a ver que tu padre se instale y pasa algún tiempo con Pedro. —Tamy ríe mientras Anto me sonríe.
Una vez que papá se estabilizó, lo enviaron a rehabilitación, mientras Pedro me ayudaba a investigar y a encontrar un hogar que se ajustara a mi padre y que no estuviera demasiado lejos de mí. Va a ser trasladado a un centro en las afueras de Detroit la próxima semana.
Pedro y yo nos hemos asentado en nuestra nueva rutina.
Han pasado casi dos meses, y finalmente estoy sintiendo que todo es sólido.
Lucas y Gonzalo se han mantenido en el bar, y como había prometido, Pedro no trabaja más los jueves. No quiere sacudirse para nadie, excepto a mí, y yo estoy bien con eso.
Alterna los domingos para que podamos tener un día juntos, y todavía voy al bar los martes, viernes y sábados por la noche, ya que es una manera de ayudar a Pedro, ganar propinas, y todavía pasar tiempo con él.
Me voy temprano ya que las chicas cubrieron mi turno. Pedro y yo tenemos mucho que hacer, y estoy de vacaciones. Mi madre estará aquí la próxima semana, el día que papá se mudará, para visitarme y ayudar a instalarlo.
Todavía está teniendo un momento difícil con lo que me pasó, pero espero que para cuando venga de visita, haya llegado a un acuerdo con eso.
Quiero hacer que la habitación está lista para ella; Por lo tanto, voy directamente a casa para hacer una lista de lo que puedo necesitar para que sea perfecta. Floyd me saluda tan pronto como entro en el garaje, y lo primero que hago es ponerme en cuclillas y frotar mi rostro contra su piel. El perrito es una de las mejores partes de mi día. Rasco detrás de su oreja y luego me pongo de pie, yendo al interior mientras me sigue de cerca como siempre.
—¿Qué vamos a hacer para la cena, Floyd? ¿Pollo y arroz? Sé que suena bueno para ti. —Hablo con el perro, riendo para mis adentros—. ¿No? Pastel congelado tendrá que ser suficiente.
Me muevo alrededor de la cocina, calentando la comida congelada.
—La primavera está aquí. La primavera está aquí. Floyd, eso significa días más largos. —Miro hacia el perro, y juro que gira su cabeza hacia un lado, como si entendiera cada palabra que sale de mi boca—. Días más largos significan ir al parque con los perros a jugar.
Su pata va a lo largo de su nariz para cubrir sus ojos como si no estuviera de acuerdo con mi idea de cita para un juego.
Lástima, niña, muy mal. Me río de mí misma otra vez.
Gonzalo sale de su habitación en pantalones cortos de baloncesto y sin camisa con su rubio cabello hecho un lío en la parte superior de su cabeza. Me río, mirando el reloj para ver que son las cuatro de la tarde.
Él se mueve a través de la cocina en silencio, sacando un zumo de naranja de la nevera.
—¿Largo día, querido? —Me río mucho más.
—Paula, mis días son tus noches, y debes saber, que cuando un Alfonso está involucrado, es sin duda uno largo.
—De todas formas, ¿cuánto tiempo estarás en la ciudad esta vez? —Le pregunto debido a que se ha ido más de lo que está en casa.
Pedro ha estado estresado en los últimos dos meses desde que es mi casa. Un día en que incluso consideré la idea de encontrar mi propio apartamento nuevo, me cortó rápidamente.
—Pau, ¿no vives aquí ahora? ¿No tengo bragas en mi cajón de los calcetines? ¿No mudé cada cosa que a propósito trajiste aquí y la puse con mis cosas? —Abro la boca en estado de sorpresa de que supiera que hice eso para fastidiarlo—. No, no lo he hecho. ¿Me he quejado de tenerte aquí? ¿Has tenido alguna queja sobre estar aquí? ¿Por qué irte? ¿No te dije que quiero poner un Alfonso en tu abdomen? Si vamos a hacer todo eso, entonces, ¿por qué diablos te querrías ir?
Una sonrisa se acumula mientras pienso en Pedro recordándome que me quiere aquí, y que pertenezco aquí.
—Deja de pensar en mi hermano cuando estoy tratando de tener una conversación aquí, Pau.
Gonzalo me sonríe.
—Lo siento, pienso un poco en él todo el tiempo. —Sonrío más grande.
—Maldita chica loca. Supera y a la mierda con el maldito Alfonso.
Golpeo a Gonzalo en el brazo.
—Él es el Alfonso adecuado para mí. Un día, una mujer va a venir y te dejará desinflado, resbaloso.
—Oh, las mujeres me dejan fuera todo el tiempo, Pau, justo antes de que suban a mi pene —responde Gonzalo con arrogancia.
—Asegúrate de envolverlo, Gonzalo. Algunas cosas no las puedes hablar suaves, sabes —le recuerdo, riendo, aún queriendo protegerlo al mismo tiempo.
—Puedo hablar suave de la nada, Pau. No me subestimes.
—Nunca, resbaladizo. —Simplemente sacudo la cabeza hacia él.
¿Que más puedo decir? Realmente tiene “cara de póquer”.
No se puede leer. Siento en mis huesos que hay más en él que el playboy que personifica. Simplemente no deja que nadie lo vea. Un día, sin embargo, un día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario