HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

viernes, 23 de septiembre de 2016

CAPITULO 33 (PRIMERA HISTORIA)





—Podemos hablar de eso más tarde. Duerme un poco, para que podamos llegar al hospital temprano.


—No estoy cansada, y lo único que he hecho es hablar de mí. Quiero conocerte mejor. —Ella apoya la cabeza en mi pecho y comienza a trazar los tatuajes.


—Ella falleció hace más de un año.


—¿Qué? —Se levanta en la cama y toma mi mano—. ¿Cuándo?


—El veinticuatro de enero, pero realmente no quiero hablar de ello.


Ella me mira con tristeza.


—Está bien. —Su mano cae de la mía, y entonces me agarra el rostro—. Estoy aquí para ti, igual que tú para mí.


Se sube sobre mí y entierra su rostro en mi cuello mientras sus uñas masajean mi cuero cabelludo. Me siento relajado inmediatamente.


—Cáncer. Comenzó con el VPH —digo por fin en voz baja, abriéndome a ella.


—El cáncer es una mierda —susurra ella.


—Murió en el hospital en el que trabajas.


—Lo siento mucho.


—No había vuelto hasta que fui a verte.


—Eso debe haber sido difícil —dice ella con dulzura.


—No, sabía a lo que iba. No tuvimos que bajar en el segundo piso.


—Por mí.


—Le hubieras encantado, Pau.


—Ella me hubiera encantado también.


Siento lágrimas en mi piel y la jalo hacia mí un poco más fuerte.


—Estaría muy orgullosa de que hubiera encontrado a alguien como tú.


—¿Cuál era su nombre?


—Julia. —Sonrío.


—¿Y tu papá?


—Es un borracho que le golpeó mientras estaba trabajando para él, consiguió embarazarla, se mudó con ella, la engañó, comenzó a empujarla, luego nos empujó a nosotros, y luego la golpeó un poco más. Eso terminó siendo lo que la mató su maldito y sucio pene.


Ella no dijo nada, pero sé que está viendo un tema aquí.


—Yo nunca haría eso.


Ella asiente y luego sacude la cabeza y pone los ojos en blanco.


—No me puedo imaginar a alguien lastimándote. No estaba pensando en ti y en mí, pero guau. Guau, Pedro, ¿es por eso que te fuiste así no…?


—Nunca quise ser como él, y era un poco familiar. Los pecados del padre, ya sabes.


Ella se inclina y me besa.


—Ni siquiera puedo cantar.


—Sí puedes hacerlo. Oí tu voz en la bañera.


—No es muy buena. —Se sonroja.


—Sonó hermosa para mí. —Paso la mano por su espalda y luego hago un puño de su cabello, tirando de ella para un beso—. Mamá solía cantar esa canción todo el tiempo. Si no cantaba, la tarareaba. Era su manera de decirnos que siempre estaría allí para nosotros. Juro por Dios, que ella te envió.


Sus ojos se mojan de inmediato, y puedo sentir los míos amenazando con hacer lo mismo. La sostengo con fuerza contra mí, mientras nos quedamos dormidos, envueltos en el otro.



***


Me despierto con ella en mí en la mañana. Sé que ese período de mierda es más ligero que el agua. También sé que esta será la última vez que estaré desnudo con ella hasta que tome la píldora o algo de mierda.


Me incorporo, sosteniéndola, y ella se despierta.


—¿Pedro?


—Te penetraré en la ducha.


—¿En serio? —Se ríe y se sostiene apretado mientras la llevo al baño.


—¿Tienes algún problema con eso?


—Supongo que no te detendrías si lo tuviera. —Se ríe de nuevo, y me detengo inmediatamente.


—Cariño, no soy él. Si no quieres…


—No estaba pensando así. Sé quién eres. Eres el hombre que cambió mi vida completamente, el hombre que me ama, el hombre al que amo, y puedes considerar esta la última vez que tengamos esta conversación. No te pregunto por tu cosita; no preguntas por la mía.


—¿Es propiedad comunal?


Ella se muerde el labio inferior, sonríe, y luego asiente.


—¡Gracias mierda!


Tiro de su camisa y empiezo a quitársela. Veo que va al baño, así que le doy algo de privacidad mientras se ocupa de lo que sea que tiene que hacer.


—Quieres que esté caliente, ¿no? —pregunto después de que oigo el inodoro y me doy la vuelta para verla con el trasero desnudo, mirando mi pene.


Asiente.


Me agarro el pene, dándole unos golpes.


—No esto, nena, el agua.


—Eres tan corriente, umm...


—Trae tu vagina aquí, Pau. Ha pasado demasiado maldito tiempo.


Después de que se acerca a mí con un pequeño movimiento en sus caderas y envuelve sus manos alrededor de mi cuello, agarro su trasero y la levanto en brazos. Llego debajo de ella, agarro mi pene, y nos alineo mientras entro en la ducha.


—Espera —digo mientras golpeo en ella. Su espalda está contra la pared, y grita—. Mierda, lo siento. —La beso en el cuello.


—Pedro —grita mi nombre mientras golpeo en ella de nuevo.


—¿Es demasiado? —pregunto.


—Más duro, házmelo más duro, Dios —grita mientras choco contra ella de nuevo. Sus dientes se aprietan en mi hombro, sus uñas corren por mi espalda, y la penetro más fuerte—. Sí —dice agitada—. ¡Oh, sí!


—Joder, Pau, espera. — No puedo ser suave con ella. Tengo que ser duro.


Le doy todo lo que puedo físicamente, porque sabe todo lo que trato de ocultar. Ella lo toma, porque me lo ha dado todo y no tiene nada que ocultar.


—Yo. —Me detengo y empujo con fuerza hacia arriba, golpeando su dulce lugar—. Te. —Salgo y entro de nuevo—. Amo. —Su cuerpo se tensa mientras sostiene su respiración—. ¿De quién es esta vagina?


—Nuestra —grita mientras me meto en ella de nuevo.


—Mía —la corrijo.


—Sí... Oh, sí —gime mientras golpeo en ella de nuevo.


—Toda. Malditamente. Mía.


—Siempre. —Envuelve sus brazos alrededor de mí y tiembla mientras se viene.


—Joder, sí —le digo justo antes de bombear mi liberación en ella.


No me suelta mientras arrastro mi pene fuera de ella. Meto mi rodilla entre sus piernas, y ella se inclina contra mí. 


Entonces, agarro una toalla y froto arriba y abajo de su espalda, lavando su hermoso cuerpo.



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