Hay un sonido golpeando a mí alrededor. ¿Por qué alguien llama a mi puerta? Ni siquiera recibo visitas. Me quejo. ¿Por qué no se detiene? Si me acuesto aquí en silencio, va a desaparecer.
Además, mis párpados son demasiado pesados para abrirlos. Tengo que volver a dormir, quien está en mi puerta puede volver más tarde.
De repente, eso no se siente bien. Acaricio la cama a mí alrededor y abro un ojo.
La luz de la ventana brilla demasiado, luego mi mente comienza lentamente aclararse.
Los golpes no son de mi puerta. No, todo lo que me rodea está en silencio, posiblemente demasiado silencioso.
El golpeteo es la segunda resaca de mi vida atravesándome.
Me estiro y pongo el brazo sobre los ojos. Qué desastre.
Tuve sexo en un armario con un extraño. Lo dejé allí sin la intención de mirar atrás. Lo que conseguí de ello fue poder.
Ahora, siento que se lo quité a un tipo que realmente nunca ha sido bueno conmigo. Debe pensar que soy una puta. Me pregunto si piensa que sabía que era él. Me pregunto si piensa que lo estoy usando. Me dio un trabajo que me da solo las propinas suficientes para mantener mi agua corriendo y luego arregla mi auto. ¿Qué hice? Nada.
Mi auto.
Oh, arregló mi auto. Lo dejó mejor de lo que ha estado desde que se lo compré a mi mamá cuando tenía diecisiete años. Limpio, el auto estaba muy limpio... hasta que vomité en él.
La vergüenza me recorre. Soy un completo desastre. Mi vida es un completo desastre. Mi auto es un desastre.
Antes de que pueda pensar más en ello, el sonido de pisadas capta mi atención. Miro por encima del borde de la cama para encontrar a un pitbull mirándome.
Inclinándome, acaricio al perro que se encuentra a mi lado, apoyando la cabeza en la cama con la pequeña protuberancia de su descomunal cola contra el suelo, mientras absorbe mi atención.
¿Podría esconderme aquí todo el día con su perro? No. Con el tiempo, tendré que enfrentar a Pedro. ¿Qué voy a decirle, sin embargo? ¿Qué puedo decir?
—Floyd, ven aquí, perra —llama Pedro y las orejas del perro se mueven antes de tomar el camino para encontrar a su amo.
Eso en cuanto a la esperanza de poder escaparme mientras Pedro aún dormía.
El palpitar en mi cabeza no se disipa mientras trato de averiguar qué hacer entonces.
¿Por qué bebí tanto anoche?
Por mortificación, es por eso.
En el momento que Lucas lanzó mi ropa interior en la barra, habría hecho cualquier cosa para esconderme de la realidad.
Sentándome, gimo antes de mirar a mí alrededor y encontrar el reloj. Después, procedo a alucinar.
¡Las 10 a.m.!
Las diez de la mañana.
Dos horas después de las ocho de la mañana. Dos horas más de mi entrada al hospital. Dos horas tarde a mi trabajo.
Dos horas más tarde para mi carrera. Sin avisar, sin presentarme. Estoy completamente arruinada. No solo posiblemente voy a perder mi trabajo regular, sino que estoy bastante segura de que, después de saber que soy la chica del armario, Pedro también me despedirá.
Sin trabajo pronto estaré sin hogar.
Mis pies tocan el frío suelo de madera y, de inmediato, busco mi teléfono, mi ropa, mi cerebro y simplemente no están aquí. Ninguna de esas cosas está aquí. Mi corazón salta, manteniendo casi el mismo ritmo que mi cabeza.
Estoy enferma, literalmente enferma del estómago.
Corro a lo que supongo es el cuarto de baño y llego en el último momento. Al instante estoy inclinada sobre el inodoro, levantándome de nuevo, aunque solo sea una vez, gracias a Dios.
Decido tomar una ducha rápida. Me siento muy mal y ya estoy llegando tarde al trabajo y, muy probable, estoy completamente jodida. Si hay alguna esperanza de que pueda mantener mi trabajo en el hospital, tengo que caminar sin oler como, como...
Vomito de nuevo y con eso, vienen lágrimas.
Me levanto del inodoro y me quito la ropa. Soy una ruina, una maldita ruina. Solo necesito salir de aquí, olvidar las últimas veinticuatro horas y seguir adelante.
¿Seguir adelante? Ni en sueños. Estoy literalmente atrapada en un cuarto de baño, física y emocionalmente, por el miedo.
Esto es una locura y no puedo creer que me haya permitido bajar la guardia. Pensé que esa noche me haría una persona más fuerte. Pensé que esa noche me ayudaría a seguir adelante de los acontecimientos de mi pasado. Oh Dios, no puedo permitirme el lujo de bajar la guardia de nuevo.
Después de bañarme, me lavo los dientes con el dedo y luego vuelvo al dormitorio, donde tomo un pantalón de chándal de una cesta de ropa y una camiseta, olfateándolos para asegurarme de que están limpios.
Me miro en el espejo, rodando mi cabeza y hombros y estirándome para frotar mis bragas de inspiración, pero no hay ninguna. Como resultado, cavo profundamente en mi bolsa emocional de trucos y las agarro buscando fuerza. Las bragas han estado funcionando desde hace años, pero en momentos como este, sin bragas y necesitando fuerza, tomo la poca fuerza que puedo.
La Reina B. Sí, Beyonce. Mi canción de elección “Run the World”.
¿Quién dirige esta madre? Yo dirijo esta madre. Soy fuerte.
Puedo enfrentar esto. Me he enfrentado a peores cosas.
Dirijo mi mundo. Dirijo mi mundo. Dirijo esta madre.
Con las palabras de la reina B en mi cabeza, salgo de la habitación con toda la falsa confianza que puedo reunir.
Camino por las escaleras, dispuesta a enfrentarlo a él, a Pedro Alfonso, el hombre que permití que me follase en el armario, el que me dio el mejor sexo de mi vida, luego me dio trabajo cuando estaba a punto de que me cortaran el agua, el tipo que arregló mi auto y que me ha ayudado más que cualquier otra persona que haya tenido y pedido... Oh rayos, ¿podría exigir algo de él? No. No, no podría.
Independientemente, mi reina interior B está aquí y sé que puede encargarse de esto.
Llego a la parte inferior de la escalera y el perro viene a mi lado. Pedro Alfonso está en la cocina, sin camisa, el sudor brillando en su piel tatuada y “Alfonso” está, literalmente, mirándome al rostro con el tatuaje en su espalda. Llámame Alfonso corre por mi cabeza mientras veo su cabeza moverse un poco por cualquier tipo de música que está en los audífonos de sus oídos. Está sacando mantequilla de maní de su armario, claramente disfrutando su momento. La verdad sea dicha, estoy disfrutando de la vista.
Nunca he amado los tatuajes, pero Dios mío, los suyos son hermosos.
Empuja el pan en su tostadora, luego sus dedos rasguean el mostrador con el ritmo tocando en sus oídos. Doy un paso más cerca, tratando de averiguar de qué canción se trata, pero entonces el perro ladra, haciéndolo girar rápidamente.
Su teléfono cae al suelo, tira de los audífonos de sus orejas, lo que permite que la canción explote a través de la vivienda.
—Siento interrumpir. —Estoy siendo fuerte aquí, porque estoy dirigiendo esta madre, me recuerdo antes de continuar—: me gustaría discutir algunas cosas contigo; sin embargo, llegaré tarde al trabajo. Se cruza de brazos, sus bíceps se doblan y me distraen un poco. Observo sus ojos mirarme de arriba abajo—. Señor Alfonso, yo...
—Pedro —me corrige, con voz firme.
—A fin de mantener esto profesional... —continúo, llegando a mi espalda para frotarme el culo.
Me mira como si estuviera tratando de entenderme mientras recuerdo que no tengo inspiración en ese momento, pero la Reina B me dio permiso para dirigir esta madre, por lo que rápidamente regreso y centrada.
—Puedo estar en peligro de perder mi trabajo en el hospital, por lo que te pido que por favor no sostengas contra mí que me permití actuar extravagante y te dejé hacerme el amor en un armario.
Alza las cejas y se ve confundido.
Mi rostro arde inmediatamente y la Reina B, bueno, huye para esconderse. Me aclaro la garganta, tratando de seguir liderando esta conversación en la dirección que necesito que vaya, sin bragas y sola.
—Fue...
—Mira, Pau, tuvimos sexo en un armario. Somos dos adultos. —Puedo decir que está luchando para no sonreír—. El consentimiento para tener sexo fue dado y recibido con una ovación de pie, un par, si la memoria me sirve bien.
—No es necesario ser crudo —protesto, manteniendo el contacto visual.
—No hay nada crudo en follar y te puedo asegurar que eso es lo que fue. No hubo hacer el amor en ese armario.
—Me gustaría dejar eso atrás.
Me estudia por un momento.
—No estoy seguro...
—No voy a aceptar un no por respuesta. —Cuando veo mis llaves en el mostrador, la Reina B dentro de mí se encamina directamente a ellas. Manejar, concentrarse, resolver. Tengo que terminar con él y salir de aquí—. Tengo que ir a trabajar, pero te veré esta noche.
—Tu chica llamó. Te cubrió y tienes el día libre, así que, ¿por qué no disminuyes la velocidad y te relajas? Desayunas un poco y podemos discust...
—Cuando te haya pagado por arreglar el auto, habré terminado en el bar.
Entrecierra un poco los ojos.
—Comer, hablar y escuchar, pero no hacer exigencias. No me gusta esa mierda.
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