HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
lunes, 10 de octubre de 2016
CAPITULO 7 (TERCERA HISTORIA)
Perdí la cabeza por completo. Si mi padre se despierta antes de que vuelva, soy una chica muerta. No hay ninguna manera de que vaya a sobrevivir un latido si me atrapa. No puedo evitarlo, sin embargo.
Una vez que las bolsas de papel comenzaron a aparecer regularmente, y no sólo la dejada por la señora Simmons, tenía que saber quién era. Esperando y observando detenidamente, me di cuenta que no era otro que Pedro Alfonso, quien estaba infringiendo la ley sólo estando tan cerca de la propiedad y de mi padre.
Paso los dedos sobre la cinta verde en mi muñeca. A alguien le importo.
Pedro Alfonso quiere cuidar de mí. No estoy sola ya.
Esta noche le di a mi padre su dosis de medicamento para la alergia.
Entonces, mientras estaba sentada en mi habitación, mirando por mi pequeño balcón, un movimiento llamó mi atención. Era Pedro y otra bolsa.
En lugar de desperdiciar un segundo, tiro de los zapatos que me dejó hace meses y escapo sin pensarlo dos veces.
Aunque corro, veo la luz trasera de su motocicleta.
Afortunadamente no va muy lejos o rápido, y los semáforos funcionan a mi favor. Lo miro entrar por un callejón. Sigo en esa dirección mientras voy tras Pedro en torno a un edificio abandonado, no lejos de nuestro edificio.
Hay muchos lugares abandonados en nuestra cuadra.
Mientras a los estadounidenses les gusta hacerlos aparecer en sus películas, yo vivo en el gueto.
No recuerdo Rusia lo suficiente para saber cómo era la vida allí, pero aquí, mi padre es lo que llamarían un amo de la especulación pobre, creo. Mantiene el edificio sólo con lo mínimo y le saca el máximo provecho.
Mi curiosidad se vuelve loca de porqué Pedro está allí cuando posee claramente un bar. Es posible que haya vivido en el gueto, pero es dueño de un negocio. ¿Por qué iba a pasar el rato aquí? La tarjeta de visita, decía Negocio Alfonso, y los documentos judiciales que tuve que leerle a padre decían que su nombre legal es Pedro Alfonso. Sin segundo nombre, simplemente Pedro Alfonso.
Sonrío. Por supuesto no es más que Pedro Alfonso. No necesita un segundo nombre. Es quien es. Un nombre seguro para un hombre fuerte.
Las calles están llenas de autos, y la gente pasa cerca de Pedro a medida que lo veo entrar por la parte de atrás. Al ver al gran hombre en la puerta, sé que no puedo seguir en esa dirección, por lo que me muevo a la parte delantera del
edificio, donde sigo a un grupo de mujeres con poca ropa, con el cabello excesivamente acomodado y con maquillaje.
El gran hombre en la puerta solo frunce el ceño mientras paso al interior con el grupo, mientras el chico en la parte
delantera le entrega una pila de dinero en efectivo.
Dentro del edificio, la iluminación es escasa, excepto en el centro de la habitación, donde una improvisada jaula se ha establecido con una estera en el extraño suelo. La gente se amontona en cada espacio libre cerca de él a medida que
más hombres y mujeres se acumulan en el edificio, todos están aparentemente aquí para ver algo.
El polvo en las vigas del techo apenas hace a este, un lugar ideal para cualquier tipo de reunión. Los olores a alcohol, a sudor y a perfume exagerado golpean mi nariz a cada paso que doy. Los hombres están rugiendo en voz alta mientras las mujeres se aferran a ellos con fuerza. La adrenalina parece estar en el aire en cada respiración que toman, ya que cada persona parece ser más enérgica que la anterior.
Voy contra las paredes, tratando de obtener una mejor visión de la parte de atrás. No entiendo por qué Pedro está aquí. El miedo se acumula dentro de mí. No debería haber hecho esto. No debería estar aquí. Si padre se despierta antes de que llegue a casa, lo pagaré. El tiempo pasa y el pánico me llena mientras lucho por no enloquecer.
Hay un sonido estridente ante los micrófonos. Tapo mis oídos mientras mi cabeza palpita con el ruido. Una sobrecarga sensorial es un eufemismo. El locutor dice en voz alta:
―El participante, Cobra. ―Lo que es seguido por un poco de música loca.
Entonces miro hacia arriba a través de la multitud mientras el locutor dice―:Pedro “Hitmaker Alfonso” ―Su corto cabello marrón oscuro esta noche es salvaje.
Le echo un vistazo al hombre que se ha convertido en mi héroe de arriba a abajo, mientras estira los brazos, balanceándose enfrente, haciendo que sus músculos se doblen y sus tatuajes bailen a lo largo de su piel. Ambos brazos están cubiertos desde el hombro hasta la muñeca con ellos. Su pectoral derecho está cubierto con lo que parece ser el casco de un caballero con la palabra mamá debajo de él. Sus abdominales se doblan con cada movimiento, que conduce a la palabra Hitmaker escrito en negritas por encima de su bajo vientre, debajo de su ombligo.
Sus caderas hacen una V que lleva a shorts cortos negros que dicen Tapout, que cubre sus tonificados muslos, curtidos de luchador, que lleva a sus grandes pies, descalzos.
Cuando su pierna derecha me llama la atención, entrecierro los ojos para leer las palabras Stay Grounded en la parte exterior de ella justo antes de que salte alrededor, calentando.
Cada centímetro de él es áspero, tenso, calloso, y grita para ser visto. Es glorioso. Cada movimiento, cada respiración me cautiva.
Una vez que suena la campana, la ilusión de Pedro Alfonso se estrella de forma rápida frente a mí.
Miro lo que parece en cámara lenta, mientras el hombre que me ha estado dando señales de vida baila alrededor del ring con su oponente. De repente se echa encima, y los dos van juntos alrededor agarrados de los hombros y el cuello.
Después de que se alejan, miro mientras Pedro comienza su asalto. Pega, una y otra vez, golpe tras golpe, al tipo Cobra.
Todo gira en torno a la violencia ocurriendo enfrente de mí.
Cobra tiene un alcance más largo y lo utiliza para su ventaja de acuerdo con el locutor, mientras Pedro lo tira a la lona, encerrándolo en un agarre que se ve doloroso.
―¿Hitmaker sucumbirá a la barra del brazo de Cobra? ―grita el locutor hacia la multitud, y abucheos resuenan con fuerza en respuesta.
―¡Ríndete, hijo de puta! ―grita Cobra, mientras la saliva vuela de su boca y la sangre se derrama de su nariz.
―¡Legado! ―dice Pedro en voz alta, abrazando y fijando a Cobra en su propio agarre.
Los dos hombres se separan y parecen empezar todo de nuevo, primero dando vueltas entre sí y luego yendo uno hacia el otro, antes de separarse. Pedro se avienta, mandando a Cobra a la lona. Los dos se agarran hasta que Pedro se mueve para levantar el brazo y tomar la cabeza de Cobra en lo que el locutor llama “la Anaconda” antes de que Cobra golpeé repetidamente contra Pedro.
El locutor se ríe en el micrófono, diciendo:
―Eso no es regulado, Cobra. Tócalo todo lo que quieras, niño bonito.Hitmaker todavía tendrá otra ronda contigo.
Mi cuerpo se siente como que está en llamas mientras la furia crece. ¿Cómo puede el hombre que me salvó ser tan bárbaro?
Quiero correr, pero me siento atrapada en mi lugar mientras suena la campana, anunciando que el round terminó.
Cada hombre va a su esquina. Pedro bebe agua y se la rocía por la garganta mientras el sudor sale de su cuerpo. No puedo darle la espalda.
La multitud se mueve, y caigo al suelo. Entrecerrando los ojos, veo que los dos combatientes se levantan, y la campana suena para el segundo round.
Poco a poco, me pongo de pie mientras Pedro se mueve y luego sigue con un gancho. Cobra va hacia abajo. Fuera, él está fuera.
Pedro Alfonso solo golpeó a un hombre por placer. Siento el sudor rodar por mi frente mientras entro en pánico. De alguna manera estaba bien para mí cuando Pedro golpeó a mi padre, pero ahora, viendo la brutalidad de todo, tengo
ganas de vomitar. Pedro no es mejor que el monstruo con el que vivo.
Me vuelvo para salir corriendo, pasando entre la multitud mientras el anunciador cuenta atrás la victoria de Pedro.
Todo el mundo se vuelve loco mientras quiero gritar y correr, pero estoy inmóvil, de espaldas al improvisado ring.
La necesidad de escapar me consume, y pierdo toda la concentración, excepto encontrar el camino a la puerta de salida.
Pedro Alfonso no es el hombre que creía que era.
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