HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
martes, 18 de octubre de 2016
CAPITULO 34 (TERCERA HISTORIA)
Ella es una bola de nervios, y estoy tan jodidamente torcido que no puedo ver bien. No puedo ver nada excepto a ella.
Ella y yo. Yo y ella.
Ella y putamente yo, no él. Nunca él.
Me quito el traje mientras ella se quita su pequeño vestido negro, odio llevar esas jodidas cosas en las bodas y en los funerales. A medida que se pone de pie en ropa interior y sin sujetador, miro su trasero. A través de él se extiende un Soy
fuerte.
Emi, suspiro.
¿Cómo diablos lo hace? Tan intencional como fue, tenía que ver eso ahora más que nunca. Necesitaba el recordatorio de que Paula me ama. Me lo dijo antes, así que si ese hijo de puta mató a su padre y pensó que Pauly iría hacia él,
buscando protección, está equivocado. Maldita y putamente equivocado. ¿Por qué?
Debido a que mi chica es malditamente fuerte.
No la necesito debilitada y necesitada. Necesito su fuerza y...
Detengo la pequeña charla que estoy teniendo conmigo mismo cuando ella se da la vuelta y suelta su cabello.
―¿Pedro? ―dice mientras camina lentamente hacia mí como si fuera la depredadora, y ahora yo fuera la presa.
―Paula.
Ella me mira de arriba a abajo. Estoy tan desnudo como ella.
Diablos, llevo bóxers hoy y que me jodan si no coinciden con los de ella. Tal vez necesito una pequeña impresión de mierda sobre ellos, diciendo que soy su puto hombre, no el
puto que se llama a sí mismo como una serpiente, probablemente porque su pene es un jodido gusano.
Ella me agarra y aprieta mi pene, haciéndome gruñir.
Después, besa mi pecho y se mueve hacia mi brazo. Legado.
―Tu mamá estaría orgullosa de ti ―susurra―. Un hombre tan bueno, un hombre tan fuerte. ―Aprieta con más fuerza―. Mi hombre.
―Malditamente correcto ―gruño.
―Mi campeón... ―me besa la mano, luego lame mi dedo―, tiene la fuerza de un león y el corazón de un cordero
―Joder, Pauly ―digo mientras chupa mi dedo medio.
―Salvador estaría orgulloso de ti también. ―Mete otro en su boca y lo chupa. Lo chupa realmente bien. Luego lo saca lentamente y lo frota en sus labios―. Estoy orgullosa de ti. ―Toma mis manos y camina hacia mí, empujándome hasta que mi espalda está contra la pared. Luego besa mi pecho―. Me encantan tus cicatrices. ―Me besa más abajo―. Me encantan las mías ahora también. Hiciste eso por mí. Haces todo bien.
Se deja caer de rodillas, sacando mi pene de mis bóxers.
―Hermoso. Blando y duro al mismo tiempo, algo así como tú. ―Su lengua rodea mi pene, y agarro su cabello, teniendo cuidado de no tirar de él. Sólo necesito tocarla.
Pauly me toma en sus manos, colocando una parcialmente alrededor de mi pene y la otra tirando suavemente de mis bolas. Entonces me toma más profundo y me mira con ojos muy abiertos, buscando aprobación.
―Jodidamente perfecto, Pauly. Mejor que perfecto.
Parece contenta cuando su lengua acaricia la parte de abajo de mi pene, y me acaricia mientras me toma más y más profundamente.
―Tan bueno. Tan jodidamente bueno. ―Mi mano se estrecha alrededor de su cabello, y ella gime.
Me toma por completo, tragándose mi pene antes de retroceder, la saliva fluye de mi pene a su boca mientras me bombea más fuerte, más rápido, entonces me toma de nuevo.
Mis caderas se empujan hacia adelante, y Paula me mira.
Traga de nuevo, después retrocede. Me sostiene y lame la cara inferior de mí más y más abajo hasta que su lengua se desliza a través de mis bolas. Chupa una, luego la otra,
sosteniéndome firme, bombeando más fuerte. Luego me lame, frotando la cara contra mi pene, y me lleva a su boca lentamente, con los ojos en mí, hambrientos, atractivos, y necesitados.
―No quiero que pares, pequeña, pero necesito que te vengas conmigo. ―Extiendo mi mano y saco mi pene de su boca, lamentando de inmediato la pérdida de calor. La alzo desde debajo de sus brazos mientras ella se retuerce.
―Quiero terminar ―casi gruñe.
Me siento en la cama.
―Te quiero sobre mi cara.
Me recuesto, llevándola conmigo, y la beso con fuerza. Ella arrastra sus dientes por mi lengua y se aleja. Se da la vuelta sobre su lado y rápidamente se mueve hacia abajo, tomando mi pene dentro de su boca de nuevo. Mis caderas se
empujan hacia arriba, y ella traga.
―Lo siento, mierda ―gimo, tratando de llevar su boca de nuevo a la mía.
Sus dientes me muerden, no duro, pero lo suficiente como para decirme que no tiene intención de parar.
―Maldición, joder, maldición ―digo mientras su cabeza sube y baja en mi pene―. Haz lo que quieras, pero haré lo mío también. ―Me estiro detrás de ella y agarro su trasero, levantándolo y tirando de ella hacia mí.
―¿Qué estás haciendo? ―dice con expresión de sorpresa.
―No importa, Pauly. Sigue comiéndote mi pene. Voy a comerme tu pequeño y dulce coño, y te vas a venir conmigo. ―Levanto su pequeño trasero y me muevo para que esté por encima de mí. Entonces me apoyo y chupo con fuerza sus empapados labios―. Mmm...
―Oh, Dios... ¿Cómo...?
La chupo más duro, llevándola hacia abajo a mi cara mientras la extiendo más ampliamente con mis manos y meto mi lengua dentro de su caliente y húmeda vagina. Ella gira sus caderas, y chupa más duro.
Un festín. Estamos dándonos un festín el uno con el otro, teniendo placer y dándolo.
Ella tira de mis bolas mientras muerdo sus labios, y eso no la detiene. Estoy tan profundamente en su vagina y en su boca, que nunca quiero salir.
―Trágame, nena. Voy a llenar tu boca, y vas a venirte por toda la mía ―gruño cuando siento a mis bolas tensarse.
―Sí. ―Me acaricia más duro y me toma de nuevo más profundo.
Froto mi pulgar a través de su pequeño y apretado agujero mientras mi lengua la penetra. Ella tiembla, después se tensa, y sé que está tan cerca como yo.
―Vente, maldición. Vente ahora.
Grita su orgasmo mientras mi venida cae en su boca abierta.
Los dos estamos todavía tratando de recuperar el aliento, todavía en la posición sesenta y nueve, cuando finalmente puedo formar una oración.
―Ven aquí y déjame abrazarte.
Ella se da la vuelta sobre su lado, se sienta, y se mete en mis brazos con su cabeza en mi pecho. En cuestión de minutos, los dos estamos dormidos.
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