HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
sábado, 15 de octubre de 2016
CAPITULO 25 (TERCERA HISTORIA)
La estación de policía es sólo eso, una estación. Al entrar en el edificio, no hay sensación de comodidad. No, es todo negocios. Hay una dureza en la atmósfera que sentí la noche que tuve que venir con mi padre a presentar cargos contra Pedro.
El miedo me atenaza. Padre dijo que me iban a enviar lejos si hablaba.
Tiro de la mano de Pedro, deteniéndolo.
Él se vuelve y se encuentra con mis ojos.
―Pauly, no voy a dejar que te pase nada ―afirma, leyendo mis temores.
Estamos tan conectados, pero todavía tenemos mucho que aprender uno del otro.
Asiento y le permito guiarme a través del lugar hasta que estamos frente a alguien que Pedro claramente conoce.
―¿Cómo supe que la traerías?―le pregunta a Pedro con aire de suficiencia.
―Johnny, Johnny, Johnny, deberías avergonzarte de ti mismo de que un mocoso como yo pueda hacer mejor tu trabajo que tú.
―No seas un idiota, Pedro. Ve con cuidado. ―Extiende una mano a modo de saludo hacia mí―. Señorita Chaves, soy Johnny Adkins. Tome asiento. ―Hace un gesto hacia las sillas frente a su escritorio―. Tendré que verificar alguna
información de usted, y luego nos dirigiremos a una habitación donde tengo que hacerle unas cuantas preguntas.
Después de confirmar mi identidad para que pueda cerrar el caso de la persona desaparecida, me lleva a una pequeña habitación con una mesa, dos sillas, y sin espejo, pero una cámara se encuentra en la esquina superior. Tomo asiento y
noto tardíamente que Johnny dejó a Pedro en el pasillo.
―No puedo tenerte aquí, Alfonso.
―¿Por qué no, Johnny Ley?
―Ley, esa es tu respuesta.
Sin darle la oportunidad a Pedro de responder, se voltea a la habitación y cierra la puerta detrás de él. El cerrojo cae en su lugar de forma automática, y siento que mi cuerpo se calienta con ansiedad mientras coloca un archivo en la
pequeña mesa y toma el asiento de al lado.
―Paula, no soy el enemigo aquí.
Retuerzo las manos juntas, después me detengo, pensando que eso puede hacerme parecer culpable.
―No entiendo ―le digo sinceramente, sin saber lo que piensa que podría o no podría haber sucedido.
―Vamos a empezar con el lugar donde has estado.
―Con un amigo.
Él levanta una ceja.
―¿Con Pedro Alfonso?
―No ―le contesto. Técnicamente, estaba con Cobra cuando mi padre me estaba buscando.
―¿No? ―Sonríe, y me doy cuenta que necesito explicarme un poco. Es obvio que estuvimos juntos.
―No todo el tiempo. Dejé la casa de mi padre y me quedé con un amigo. Luego fui a un hotel.
―Bien. Entonces describe a tu padre la última vez que lo viste.
―Estaba durmiendo. ―Decido que corto y simple es el mejor curso de acción. No voy a decir que se desmayó en el pasillo, y que pasé por encima de su cuerpo inconsciente mientras me escapaba.
―Su padre está muerto, señorita Chaves ―afirma, estudiándome.
―Eso me han informado. ―Las lágrimas llenan mis ojos mientras el miedo me atrapa. ¿Me enviará lejos?
―¿Sabes cómo murió tu padre?
―No, señor ―declaro con firmeza porque no lo sé.
―La última vez que lo viste, ¿estaba durmiendo?
―Sí, en nuestra casa.
Sus ojos parpadean con rapidez antes de ocultar su intriga.
―Tu padre fue encontrado en la parte inferior de la escalera de su edificio de apartamentos, señorita Chaves.
Jadeo y me tapo la boca. Pedro estaba en lo cierto. Yo no lo hice. El alivio me llena.
―A mi padre, es que... mmmm...le gustaba beber.
Señala las contusiones amarillentas curándose en mi cara y brazos.
―Le gustaba hacerte otras cosas también, ¿no es así, Tatiana?
―Le gustaba beber, señor Adkins.
―¿Qué lo hizo despertar y salir de su apartamento?
―No lo sé. Una vez que perdió el conocimiento, llené una bolsa y me fui.
―Alguien tuvo que llamar su atención. Alguien lo golpeó en la parte posterior de la cabeza. Un golpe con un objeto contundente. Luego cayó por las escaleras.
Mis ojos se vuelven enormes.
―¿Quién querría golpear a tu padre en la parte posterior de la cabeza? ¿Tal vez alguien que vio las marcas en ti y sabe lo que te pasó?
Niego.
Él abre un archivo y me muestra un informe.
―Los hermanos Alfonso vivían una vida similar a la tuya. Sólo que no estaban solos. Tu novio no puede ser un vigilante. Tenemos leyes en este país por una razón.
―Pedro Alfonso no es mi novio. Es un buen hombre.
―No dudo que se pudiera pensar eso, pero tiene una reputación de violencia y una hoja llena de antecedentes.
La fecha y la hora en el informe frente a mí mantienen mi atención. Esa fue la noche en que estuve con Pedro en la pelea. Llegamos en el auto con Salvador y Kid, y
más tarde cambiamos autos con el de Pedro y pasé la noche sola. Estuvo conmigo.
Yo estaba con él, por lo que Pedro no tuvo nada que ver con la muerte de mi padre. ¿Por qué Johnny no ve eso?
―Señor Adkins, ¿por qué está tan seguro de que Pedro tuvo algo que ver con esto?
―Sólo estoy haciendo mi trabajo, señorita Chaves. Estoy en busca de justicia para aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos.
Su afirmación tuvo una acumulación de rabia dentro de mí que nunca he sentido antes.
Alzo las cejas hacia él.
―Estaba con Pedro Alfonso esa noche. ―No estoy segura que las peleas sean exactamente legales, por lo que digo mis palabras cuidadosamente―. Él me recogió y me llevó al hotel, donde las cámaras mostrarán mi hora de llegada.
―Mentirle a un oficial es un delito.
Saco el teléfono que Pedro me dio.
―Aquí, mire los mensajes. Le envié un mensaje y lo recibió, sentado a mi lado. Tire esos informes.
Él niega hacia mí, y yo veo rojo.
―Habla de delito, pero yo voy a hablar de ofensa personal. Señor Adkins, ¿sabe lo que me parece ofensivo?
―Estoy seguro de que está a punto de decírmelo ―responde con sarcasmo.
―Me parece ofensivo que usted, un oficial de la ley, que ha jurado proteger y servir, no pueda ver más allá de sus propios problemas en el asunto que nos ocupa. Dice que simplemente está haciendo su trabajo. Está en busca de justicia para aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos. Fueron sus palabras, ¿estoy en lo correcto?
―Sí. ―Asiente.
―Bueno, ¿dónde estaba cuando necesité justicia? ¿Dónde estuvo en busca de justicia para mí cuando yo no pude tenerla? Vio las marcas, sin embargo, me puso una trampa para tener que hablar por mí misma. Bueno, mi padre seguro no puede hablar ahora, pero usted está presionando esto, ¡y sin embargo, cuando no podía hablar, no hizo nada! ―Las lágrimas caen por mi cara. Tantas veces, me hubiera gustado que alguien, alguien hablara por mí, pero nadie vino al rescate hasta Pedro Alfonso. Ahora, debido a mi padre, este hombre frente a mí está acusando a Pedro por algo que sé en el fondo de mi corazón que no hizo.
Sorbo y me seco las lágrimas.
―Un borracho se cayó por las escaleras, señor Adkins ¿Qué más necesita aparte de eso?
―Señorita Chaves...
―No, señor Adkins, usted está detrás de sus leyes, pero ¿dónde está su corazón? Viví en el infierno en manos de ese hombre. ―Señalo la foto de mi padre en el archivo―. No tengo madre. No tuve a nadie que alguna vez se haya
preocupado hasta Pedro Alfonso. Y le digo ahora que él no lo hizo. Francamente no me importa quién lo hizo más allá de querer enviarle un agradecimiento por salvarme. Me escapé porque sabía que la próxima vez que me golpeara sería el momento en que no podría soportarlo, y me mataría. Poco a poco, golpe tras golpe, he estado muriendo por dentro. La siguiente vez, me habría vencido. La siguiente
vez, yo habría sido la del archivo, no él. Si defiende la justicia, bien, que haya justicia en mi oportunidad en la vida por primera vez en la historia.
Pedro golpea brutalmente la puerta, y Johnny se mueve para abrirla. Le doy la espalda, no quiero me vea hecha un desastre.
Quiero tener vida. Quiero vivir. Quiero ser libre del pasado y de su dominio sobre mí.
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