HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

jueves, 13 de octubre de 2016

CAPITULO 19 (TERCERA HISTORIA)




No he dormido una mierda. No podía dormir con la idea de que ella estaba sola. Agarro mi teléfono y la llamo, sabiendo muy bien que no debo hacerlo. Joder, si esta mierda sale mal, Johnny podría arrestarme por complicidad.


Ella responde, no dice mierda. Buena chica.


―¿Dormiste bien?


―Creo que sí. ―Su voz es soñolienta y sexy como el infierno, y mi erección de la mañana se vuelve aún más difícil de ignorar.


Salto de la cama y voy por la casa de Martin al baño a hacer pis.


Escucho su risa.


―¿Qué es tan gracioso?


―Estas haciendo pis. ―Se ríe de nuevo.


―Nada de mi pene es para reírse, pequeña ―dije mientras lo sacudo y luego me lavo las manos.


―Buen toque ―susurra, coqueteando conmigo.


Maldita sea, pienso, y un gemido se escapa de mi boca. Ella imita mi sonido, y casi me vuelvo loco.


―Quiero buen toque ―me susurra―, de ti.


―Joder ―digo, sacudiendo la cabeza. Ella suspira―. Escucha, eso no es lo que tú y yo tenemos, ¿me entiendes?


―Oh ―dice con una voz triste que hace que me duela el pecho.


―Lo que quiero decir es que...


―Entiendo ―dice en voz baja.


―No, no creo que lo hagas. Nunca tuve la intención de ser amable contigo para poder entrar en tus bragas. Quería mantenerte a salvo, segura. La mierda salió mal después de la pelea esa primera noche. Pasé por encima de algunas
líneas, y no quiero que pienses que eso es de lo que se trata. Puedo tener mi pene mojado en cualquier lugar, ¿entiendes?


El teléfono se queda muerto, y estoy sorprendido.


Al diablo eso.


Le marco de nuevo, y ella no dice mierda cuando contesta la llamada.


―No putamente me cuelgues, ¿entiendes?


―No me grites, ¿entiendes?


Oí portazos de cajones cerrándose.


―¡Deja lo que malditamente estés haciendo y escúchame!


―Por qué no vas a darle a quien quiera que sea algo de ese buen toque, Pedro Alfonso, y me dejas en paz. Tal vez podría ir a ver a mi amigo que cuide de mí hasta que pueda volver a casa y...


―Por encima de su cadaver― gruño.


―La palabra es sobre mi cadaver ―dice en tono un poco enojado que se clava en mí.


―No en esta puta situación. Si vas a él, Paula Chaves, juro que esto se acaba.


El silencio se extiende entre nosotros, estoy molesto por ella diciendo esa mierda de Cobra.


―Entonces sera mejor que no toques a ninguna otra persona, tampoco ―dice en voz baja.


No puedo evitar sonreír, deseando poder verla afirmando eso tal cual es.


―No te preocupes por lo que haga.


―Entonces probablemente no deberías preocuparte por lo que yo haga.


―Imposible ―sale de mi boca antes de que pueda pensar con claridad.


El silencio de nuevo.


―¿Estas ahí? ―pregunto.


―Sí ―dice en un suspiro.


―¿En qué estas pensando?


―En ti. Estoy pensando en ti y en la forma en que me haces sentir. Nunca me sentí así antes, Pedro, así que o bien simplemente te alejas y me dejas lidiar con el lío que he creado, o me dices que está bien que me sienta tan celosa por lo que acabas de decir sobre... tocar a otra persona como pareces sentir cuando menciono su nombre.


―No quiero que te sientas de ninguna manera por mí, Paula, excepto que confíes en mí para ayudarte. También debo mencionar que dije que podría mojar mi pene en cualquier lugar, pero nunca dije que lo fuera a hacer. También necesitas saber que, por mucho que no quiera que te sientas de ninguna manera acerca de mí, desde luego no puedo apagar lo que siento por ti. Así que... ―Suspiro y
muevo la cabeza.


―Entonces... ―Suspira de nuevo.


Un par de minutos pasan cuando ninguno de los dos dice nada.


―¿Todavía estas ahí? ―pregunto.


―Aja ―dice, sonando como si estuviera llorando.


―Maldita sea, pequeña, no llores.


―Yo... ―Se detiene―. Nunca me había sentido de la forma en que me siento por ti.


―Correras hacia algo mejor que yo algún día. Sólo no ha habido nadie más todavía, pero lo habrá.


―No ha habido otra persona. Cobra fue muy agradable conmigo, ¿y adivina qué? No sentía nada por él aparte de amistad. Nada.


―Es una buena maldita cosa. Lo mataría.


Ella se ríe, y vaya si no es el sonido más dulce que he oído.


―No iré a cien metros cerca de ti hasta que tengas dieciocho años o hasta que veas el mal que sería para ti.


―Alguien esta en la puerta. ―Suena nerviosa como el infierno, y me siento de esa manera también.


―Ve por la mirilla y dime lo que ves.


La escucho mover los pies por el suelo.


―Es una mujer con una bolsa.


―Mantén la cadena enganchada y abre.


Lo hace, y escucho la voz de Emilia.


―Hola, Tatiana. Soy Emilia Alfonso, la hermana de Pedro.


―Abre, pequeña. Es una de las buenas.


―Él dice que abra la puerta ―le dice a Emi.


―Esperaré ―dice Emi en el fondo.


―Dos días mas y deberíamos tener todo configurado y listo para conseguir que vivas de la forma que te mereces ―le digo.


―Espero caerle bien ―susurra Paula.


―Así sera. Te llamaré esta noche, ¿de acuerdo?


―Esta bien ―dice, y luego cuelga.


Me dirijo a la cocina y me hago un batido. No podría comer si quisiera en este momento, pero no hay manera que vaya a perder lo que he estado trabajando muy duro por ganar. No sólo es fuerza o peso, sin embargo. Necesito saber que puedo protegerla siempre, especialmente con Cobra en sus talones. El gato y el ratón, ¡al diablo eso!


Mientras termino mi batido, suena mi teléfono, mostrando el número de Salvador.


―¿Qué hay de nuevo, viejo? ―respondo, manteniéndome ligero, sobre todo ahora con la muerte cerniéndose sobre su cabeza.


―Te encontraré en el hospital. La ambulancia acaba de llevarse a Salvador. ―Oigo romperse la voz de Kid―. No es bueno, hombre, no es bueno en absoluto.


―En camino. ―Me muevo y voy a mi habitación para tomar mi ropa. Esto no puede ser todo. No puedo perder a otra persona.


Mientras me lanzo por las escaleras, Martin se asoma.


―¿Estas bien?


―Joder, no, ¡no estoy bien! ―le grito, luego me rompo. Mis rodillas golpean el suelo, y grito de rabia mientras muevo los puños contra la madera una y otra vez.


Martin me agarra por detrás y mueve mis brazos hacia atrás.


―¿Qué demonios esta pasando? ¿Es la chica? Emi esta con ella, por lo que derrama, ¡maldita sea!


―Es Salvador. ―Muevo mis brazos lejos―. Se esta muriendo. Tiene cancer.


―Ay, mierda, Pedro ―Suelta mis brazos.


Ahuyento las lágrimas que siento calentando mi piel y salto.


―Me tengo que ir. Acaba de ser trasladado al hospital.


―Te llevaré. Vamos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario