HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
sábado, 1 de octubre de 2016
CAPITULO 19 (SEGUNDA HISTORIA)
Todo dentro.
Salgo del baño en el aeropuerto, vestido con putos vaqueros y una camiseta.
¿Por qué? Porque cuando tiré mierda en mi bolsa, no estaba pensando en mi espectáculo, eso es porqué. Esa mujer me tiene todo jodido.
Lanzo uno de veinte en las máquinas del aeropuerto, y el primer tirón es una pérdida. Los siguientes veinte entran, y el siguiente gano, lo cambiaré por dinero en efectivo. En mi tercera oportunidad, pierdo.
Una pérdida, así que debería evitar la Franja. El ritual se ha ido.
No jugaré mi juego normal, estaré jugando un juego por ella, por mi chica.
Sí, la llamo “Mi chica” y también está a punto de perder la etiqueta de “Hard Knocks” que le dieron y que parece aceptar. ¡Al diablo con eso! Ella es de platino.
Solo tiene que aceptarlo, y por Dios, ¡haré que eso suceda!
Estoy totalmente dentro. Es un juego, donde o pierdo o gano el puto mayor premio por el que he jugado.
Salgo y pido un taxi.
―Bel Air Drive 3111 ―le digo al taxista mientras me subo.
La primera vez que fui a esa caja de arena, esperaba que cambiara mi mundo. Y en cierto modo, lo hizo. Por un lado, de repente pude comprarle cosas agradables a la gente que quería. Pero, ¿cambiarme la vida? No.
Aun así, es seguro que se sintió, y se siente, bien. La popularidad se siente bien. Tener gente mirándote y queriendo ser como tú se siente bien. Acostado con una vagina que es ordenada, recortada y cuidada en exceso se siente bien.
Pero nada de eso cambia una vida.
La fama o la virtud, ¿cuál escoges?
Hace un mes, se trataba de la maldita fama para mí. Fama es lo que tengo aquí. La gente me conoce, jodidamente me conoce. El hombre que elegí ser, no el hombre que todos pensaban que sería. No el puto hombre que mi viejo crió.
Aquí, en Las Vegas, saben que soy bueno en el juego.
Pero quería un cambio de vida, y hasta ahora, todo lo que había conseguido eran cosas materiales.
La virtud, sin embargo… Ahora, la virtud cambia vidas. Las personas virtuosas cambian vidas, y rompían los ciclos de la vida. Y la virtud ahora está al alcance de la mano. Si pierdo el juego, perderé a la chica, sé eso hombre, este hombre Alfonso, hizo algo que dejó a su mamá orgullosa, darle a una chica de vuelta lo que debería ser su derecho de nacimiento, algo que fue despojado de ella: Su libertad de elección.
Cuando llego a mi casa, entro y me doy cuenta que ni siquiera veo cómo está mi auto. Pero, ¿a quién le importa?
No a mí. Hoy no.
Abro la caja fuerte y agarro dos grandes, después tomo las llaves de la mesa de entrada.
Abriendo el garaje, veo el pequeño auto de Paula y decido que voy a manejarlo. Ese hijo de puta está ahí fuera, y eso lo va a sacar como una cucaracha en la noche. Me deslizo dentro y busco las llaves, pero no están en el encendido.
Compruebo en el respaldo del asiento, no están ahí. Miro por encima de la visera y en todos los lugares típicos donde las personas dejarían las llaves, pero no están.
Entonces miro por el espejo retrovisor y veo el asiento de auto de la chica, me estiro hacia la parte de atrás, y tiro hacia arriba de la cubierta. Llaves. Me río de mí mismo, porque Paula no es nada como las chicas que he tenido.
Piensa, planea, hace estrategia, y tiene más inteligencia que cualquier otra persona que conozca. Ocultar las llaves debajo de un asiento para automóvil. El típico ladrón de autos ni siquiera pensaría en comprobar allí. Eso es porque no sabría que la pequeña chica es más importante para ella que nada ni nadie en este mundo. Eso dice, y es su razón para pelear, esa pequeña belleza.
Quiero entrar en cualquier basura de torneo clandestino que Monte tenga por venir, porque ese hijo de puta no tiene ni idea de cómo tratar a una chica como Paula, y no tiene ni puto derecho con la pequeña chica, tampoco.
Paso por su casa tres putas veces. El tres no es mi número de la suerte, pero hace que la mierda suceda tres veces en mi vida. Hay un principio, un medio, y un final. El medio es el lugar más seguro para estar; siempre he sabido eso, a
decir verdad. Odiaba la idea de elegir lo más seguro, el que flota, por lo que nunca lo hice.
Estaciono delante de un bar, el Double Down Saloon.
Entonces camino dentro, pido una cerveza, me siento y espero. Antes de que mi cerveza se haya acabado, veo a cuatro hombres caminar en conjunto, y detrás de ellos está Monte.
Dejo mi taburete, poniéndome de pie en la parte posterior de la barra, y me siento en una cabina de la esquina. Miro hacia arriba para ver a ese bastardo caminando hacia mí con sus chicos.
Se detiene frente a mí.
―Quiero las llaves de ese pedazo de mierda en el que llegaste. Después será mejor que me cuentes dónde está mi pequeña puta.
Me río, provocándolo intencionadamente.
―No sucederá.
―No sé con quién diablos crees que estás tratando aquí, As, pero en estas partes, no puedes joderme.
―Sí, bueno, no sigo mucho las reglas de un pedazo de mierda como tú.
Uno de sus chicos da algunos pasos hacia adelante.
―Es posible que desees calmarlo, porque de la manera en que veo esto, puedes no querer que haya ningún altercado físico entre tú y yo. Porque, si alguna vez te enfrentas cara a cara con ese trasero fino de nuevo, ella te estará mirando como si no fueras una mierda. No después de haberme tenido.
―Voy a putamente arruinarte.
―Bueno, sí, yo la arruiné… para ti o para cualquier otro hombre que opte por estar dentro de esa pequeña vagina apretada de ella. ¿Alguna vez escuchaste sus gritos que no fueran “aléjate de mí”? Porque la forma en que grita mi nombre es como…
―Eres hombre muerto.
―Si muriera hoy, sabría que moriría después de que probé el cielo, algo que tú nunca tuviste. No tengo idea de cómo diablos puedes llamarte hombre y no haberte comido una vagina. ―Miro a uno de sus muchachos―. ¿Puedes creer
esa mierda?
―Yo no como putas.
―Por lo que entiendo, tenía diecisiete años cuando te la echaste, y no tenía a nadie más, porque le hiciste creer que te lo debía, eso suena mucho como a violación para mí. Por lo tanto, si mis cálculos son correctos, Monte, ella ha tenido
dos penes, una lengua, y solo un hombre que la hizo sentir como una mujer y no una puta cautiva.
―Ella y yo estamos casados; su madre dio su consentimiento. No hubo violación involucrada.
―No es un verdadero matrimonio, y era una chica de diecisiete años, quien fue asustada después de haber sido criada por una mujer que no conocía la verdadera libertad. Malditamente violaste ese trasero.
―¿Es eso lo que está diciendo? ―Se ríe.
―No, eso es lo que es real. Está aprendiendo verdaderamente rápido, sin embargo. Va a criar a la niña para ser lo que elija ser algún día. Se lo debes; ella no te debe ninguna mierda.
―Escucha, puto punk, ella me debe trescientos mil dólares, y tengo la intención de conseguir todo de regreso, por cualquier medio que sea necesario. Si tienes esa cantidad de dinero, es toda tuya.
―No.
―¿No?
―No, ella es toda de ella.
―El hombre no quiere reclamar a un trasero por el que está dispuesto a morir. ―Monte ríe, y luego también lo hacen sus chicos.
―Lo que diablos no captas es que una mujer elige al hombre que está debajo para tener sexo y que posea su mente, cuerpo y alma. Si consigo el dinero y ella se queda conmigo, voy a tener mucho más que su propiedad, tendré a una mujer que estará a mi lado de buena gana. No va a ser una chica en busca de un escape. Y si no me elige, todavía no tendré que bajarme el pantalón para comprobar y ver si cuento con el equipo que me hace hombre, ya sé por mis acciones que soy todo un hombre, un hombre mejor que el que tuvo antes.
―Trescientos mil dólares y me importa un carajo si está dispuesta a ser una participante contigo o no. Solo sé que la putita pagó su deuda. Tienes tres días.
Cuando se levanta, mira a sus chicos, y luego a mí.
― Tres putos días e iré por ti, después por ella, y después por la niña.
―Tocas a alguna de las dos, y yo personalmente te pondré tres metros bajo tierra.
―Esto no es un juego, As.
―No, eso sería demasiado fácil. Ya te derroté.
Susurra algo en el oído de uno de sus matones, luego camina lejos.
El hombre saca una carta y la tira sobre la mesa delante de mí.
―Tu boca deberá permanece cerrada. Monte no solo quiere su dinero; quiere su juego, también. Te quiere allí o le daré tu dirección.
―¿Qué diablos se supone que significa eso?
―Tengo a gente vigilándote. Haz tu juego, consigue su dinero en efectivo, y no usaré la información. Si no te presentas y no le pagas, sabrá lo que eres y dónde encontrar a su esposa e hija.
―¿Cuál es tu maldito problema?
―Pregúntale a Paula. ―Se voltea y camina lejos.
―¿Qué le pregunte qué?
No vuelve atrás.
Miro hacia la carta. Es el boleto de oro, la dirección del torneo en el que voy a jugar por el premio más grande de mi vida.
Cree que soy un jugador.
Pero no lo soy.
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