HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
martes, 27 de septiembre de 2016
CAPITULO 4 (SEGUNDA HISTORIA)
Después de cambiarme de ropa, salgo del baño de un aeropuerto. Soy alguien diferente aquí. Soy alguien importante. Soy lo que los deportistas y chicos populares de la secundaria quieren volverse.
Por un breve momento, pienso en Annie y me pregunto si encontró el hombre que pudiera convertir en perfecto en la secundaria. Se decía que Annie tenía un brillo en sus ojos castaños cuando veía a sus pequeñas amigas del jet-set
mirándome. La hacía verse aún mejor. Aparentemente para ella, estaba de moda salir con alguien inferior a ella. Pero yo no tenía la intención de ser inferior a nadie.
Aquí, nadie me usaba de esa forma. Hice al hombre cuyo reflejo veo en el espejo hoy.
Como de costumbre, tiro uno de veinte en las ranuras del aeropuerto. Entré en el avión con doscientos mil y ese dinero me tiene que durar un mes, si no es que más.
El primer tirón es una pérdida. Los siguientes veinte van dentro y con el siguiente recupero mi dinero en efectivo. En mi tercera oportunidad, pierdo.
Un hombre como yo no es supersticioso; un hombre como yo está calculando. Perder no significa que pierda. Me dice dónde empezar.
Este es un ritual que hago cada maldita vez. Si pierdo, comienzo lejos de Strip, donde los límites y las reglas son más bajos. Cuando gano, voy primero a Strip, donde hay normas más estrictas, menos espacios y mayores límites.
¿Hay un método para mi locura? He cambiado como la mierda más de veinte veces y aprendí que esta manera establece el tono para mi juego. “Mi juego,” escuchaste bien.
La mayoría de las personas juegan un juego, pero yo no.
El juego es mío. Dirijo el juego.
Camino hacia el aire seco del desierto. Mis poros de inmediato se marchitan, mi cara se ruboriza y respiro profundamente, sintiendo que me ahogo. No estoy sofocado, sin embargo. La quemadura es mi bienvenida. Tiempo de jugar. Paro un taxi y me acomodo.
―3111 Bel Air Drive ―digo al taxista mientras subo al vehículo con aire.
Está oscuro, una hora del día cuando sólo hay algo acerca de las luces de Las Vegas que pone en marcha una oleada de energía en mi cuerpo. Me siento vivo, como si tuviera un propósito más grande que los rascacielos y los casinos, más brillante que las luces de Strip. Soy más audaz en Las Vegas y me gusta eso.
Cuando el taxi me deja enfrente de mi apartamento, siento una sonrisa esparcirse a través de mi rostro. No, no es un palacio. No es ni siquiera un hogar unifamiliar. El edificio ahora posee un pedazo de puerta y tiene vigilancia de
veinticuatro horas. Mis propios casi quinientos metros cuadrados de algo.
Tiene dos dormitorios, tres baños, una cocina como obra de arte, y una sala de estar que alberga no sólo una pantalla grande, sino un televisor de pantalla enorme y un sistema de sonido Bose la rodea. También tengo un garaje, y es al primer lugar al que voy, con el fin de asegurarme de que mi Porsche está en buena situación y sin daño alguno en su interior.
A medida que la puerta del garaje se levanta y lo miro, siento dentro mi orgullo hacer olas en mi pecho, porque todo lo que tengo está pagado. No le debo ni una mierda a nadie.
Mañana, él y yo pasearemos por las calles y encontraremos algunos buenos y bronceados traseros de Las Vegas para celebrar, para darme una bienvenida apropiada de vuelta a las luces brillantes y a la gran ciudad.
Susurro a la noche:
―Estoy de regreso, hijos de puta, y listo para continuar construyendo mi riqueza. ¿Ustedes están listos?
Conciliar el sueño en un colchón que compré en línea que no fue auto-hecho o de segunda mano en la tienda en el centro de Detroit fue una de las mejores cosas que hice aquí. Esta cama está hecha para un rey. Es hipo alergénica, una
necesidad para mí. Soy alérgico al polvo, al parecer, por eso pasé tanto tiempo en el médico cuando niño. Estoy seguro de que es también la razón por la que mamá no fue a menudo ella misma.
Ella había establecido un plan de pago cuando era más joven y el viejo se quejaba por las facturas. Cinco dólares a la semana. Cinco dólares a la semana, y pagué esa mierda con mi primera gran victoria.
La descripción decía “El Rey de California”: Almohada con cubierta afelpada con espuma fría. Vi “Rey” y vi “fría”.
Entonces miré el espejo y me di un guiño. Se hizo para mí, así que di un clic en esa perra. Estoy tan contento de
haberlo hecho, también. Me encanta esta maldita cama.
No más dormir en un viejo colchón en el suelo. Era el rey durmiente.
Me encanta ser rey, pero en Las Vegas, no era un rey. Aquí en Las Vegas, soy un As. Entro en cualquier casino y saben quién soy. Tengo un buen auto y estoy vestido para impresionar. Siempre tuve que fingirlo hasta en realidad
hacerlo, pero mirando alrededor de mi habitación, diría que lo hice.
Me levanto temprano en la mañana y me estiro, deseando dar un salto en el día, comenzando con una carrera. Mi cuerpo necesita estar cansado, para que así sentarme dentro de un casino durante horas no me vuelva loco.
Me dirijo al dormitorio número tres, enciendo el sonido surround marca Bose, y salto sobre la cinta de correr; que también compré en línea y fue entregada en mi puerta. Demonios, incluso hice que armaran la máquina para trotar.
No quería estropear una maquinaria de cinco mil dólares.
Después de mi carrera y ducha, tomo un pantalón de vestir color gris, una camisa de cuello con tirantes blancos y botones en azul. El azul hace que mis ojos resalten.
Entonces me quedo en mi vestidor, comprobando mi apariencia en el espejo.
―En el clavo, por supuesto.
Entro en el baño, seco mi cabello, agarro un poco de gel y acomodo cada cabello en su lugar, el aspecto no está completo sin eso. Me afeito, algo que hacía en la parte posterior del Rock City, después tomo mi Rolex plata de la encimera, paso la correa, doy un paso atrás y admiro el reflejo en el espejo.
Me partí el trasero para ser lo que soy hoy en día. Un triunfador, un gran apostador, un As, me llaman como quieren, pero todo vuelve a donde empecé.
Antes de dejar mi libreta patea traseros, agarro mi cartera y un preservativo.
Necesito agarrar un pequeño culo de alta sociedad hoy.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario