HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS
LENGUAJE ADULTO
domingo, 25 de septiembre de 2016
CAPITULO 39 (PRIMERA HISTORIA)
Es lunes por la noche, y la madre de Pau vendrá; como resultado, nos estamos preparando para su visita. Pau está emocionada, pero nerviosa. Debía ser el que debería estar nervioso. Mi casa es una pensión de mala muerte para mis hermanos, soy dueño de un bar, y estoy con su niña, tratando de llegarle, como, tratando todo el tiempo de ser mejor.
Mierda, ahora estoy duro.
—¿Pau? —le grito. Ella está en el bar, y yo en la cocina.
—¿Sí? —pregunta mientras camina dentro.
Sonrío cuando la veo pasar el dorso de su mano por su frente, quitándose el sudor que se ganó trabajando.
—¿Puedes venir aquí y tomar ese trapo?
—¿Tú no puedes? —Sacude la cabeza y se ríe antes de agacharse delante de mí.
Agarro sus caderas y la sostengo contra la isla de acero inoxidable.
—No, tú te ves mucho mejor haciéndolo que yo. —Ella se ríe de nuevo mientras mira por encima del hombro—. Por mucho que me gusta mirarte cuando te penetro, he estado viéndote agachar durante el último par de horas, y no puedo... —Tiro de sus leggings hacia abajo, y luego estoy mirando la “pieza Alfonso”—. Joder, sí —digo, mientras pellizco su trasero.
—Pedro —jadea ella.
—Lo siento, cariño, pero dice mío, y parece jodidamente delicioso. —La acomodo de nuevo, y ella se ríe—. No te rías. Te castigaré bajándote las bragas y luego quitándome la ropa yo mismo. —Nos alineo, silbando con el calor que está produciendo.
—Oh, mi... —dice, arqueando la espalda y levantando su trasero en el aire.
—Sexy —digo antes de embestir dentro de ella. No me quedo quieto, sin embargo. Agarro su trasero y lo veo rebotar con cada embestida—. Malditamente hermoso.
—Sí —dice ella mientras sus brazos se extienden hacia fuera y sus dedos se doblan alrededor del borde de la isla.
—Te amo, nena —le digo a través de mis dientes. Llego a su alrededor, empujando mi mano en su camisa y tomando su seno—. Malditamente amo estos, también.
—Te amo.
—¿Qué más amas? —Me empujo en ella de nuevo.
—Tu-tu...
—Me encanta tu vagina, Pau. Mi vagina. ¿Qué te encanta?
—Quiero que diga algo desagradable sólo una vez.
—Tu... cosita —grita.
—Mi pene, nena. —La penetro duro—. ¿Se siente como una cosita?
—No —grita—. Tan bueno.
—¿Qué te gusta, nena?
—Tú dentro de mí. —Se empuja hacia mí—. Más por favor.
—¿Más qué? —Agarro sus caderas más duro.
—De ti —grita.
Me doy por vencido. Pau no va a hablar sucio, y no necesito que lo haga. Es sexy y dulce y mía. Me encanta la forma que es.
Me detengo y la volteo antes de levantarla en brazos sobre el mostrador. De pie entre sus piernas, me empujo de nuevo en ella.
—No puedes decir pene, ¿verdad?
Ella envuelve sus piernas alrededor de mí y me tira hacia ella hasta que tengo mis bolas profundamente en ella.
—Te amo.
Me río y tiro hacia atrás.
—Te voy a llenar el depósito con la futura generación. —Ella asiente y se prepara a sí misma. Sabe lo que viene—. Esto no es una cosita. —Me empujo en ella de nuevo, y ella grita mientras me sostiene apretado, básicamente subiéndose a mí.
Ojo a ojo, ella dice:
—Si necesitas que lo diga, lo haré.
—No, nena, no cambies nada de ti. —La beso mientras tomo una profunda respiración, preparándome para dar un paso adelante y ser el hombre del que aún mi mamá estaría orgullosa—. Bueno, tal vez una vez.
Su rostro muestra preocupación. Salgo de ella y entonces me esfuerzo para quedar sentado en la isla, y luego tiro para que ella esté en la parte superior de mí, a horcajadas.
Sonrío, tomando una respiración profunda, estirándome al bolsillo de mi pantalón, y luego saco el anillo.
—Paula Chaves, eres todo y más de lo que podría desear. Ambos fuimos atraídos juntos, tan rotos de una manera, pero lo suficientemente fuertes como para nunca darnos por vencido. No hay nadie más con quien me gustaría pasar mi vida, tener hijos, o volverme viejo y arrugado. Entonces, ¿mi hermosa, malditamente loca amor, Paula Chaves me darías la oportunidad de iniciar nuestro para siempre con los votos que nuestros padres nunca tuvieron? ¿Te casarías conmigo, nena?
—Me encanta tu pene. —Ella sonríe, haciéndome reír, y ella se ríe aún más—. Te amo. —Se ríe, y sí, resopla—. Sí. ¡Sí por supuesto!
Pongo el anillo en su dedo, el que compré hace una semana y luego esperé el momento adecuado para dárselo, pero no llegaba.
—¿Nena?
—¿Sí?
—Si los niños alguna vez preguntan, mentiremos sobre la propuesta. Ahora, espera.
Y me quedo allí penetrando a mi niña sin descanso. No contengo nada. Sé que es egoísta de mi parte, pero no lo puedo evitar. Necesito la conexión física después de dar tal gran paso emocional.
Cuando terminamos, la llevo fuera de la cocina y al bar donde me siento, sosteniéndome mientras ella se queda mirando el anillo.
—¿Te gusta? —le pregunto mientras beso la parte superior de su cabeza.
—Es impresionante —dice, mirándome y sonriendo—. Igual que tú.
Se pone de pie, y la sigo con los ojos.
—¿Qué es ahí?
—Solía ser un apartamento. Fue donde crecí, así que lo destruí después de que le di una patada a mi viejo. Quería que fuera más, pero no sé si lo tengo en mí. En este momento, siento que tengo todo lo que necesito.
—¿La habitación? —Ella asiente hacia la puerta de la parte trasera del balcón
—Imponente, sí, bueno, eso se dejó así porque era la habitación donde mamá solía leernos. Los mejores recuerdos de mi infancia, y el lugar al que íbamos cuando mamá nos decía que lo hiciéramos. No podías oír las palizas tanto desde allí.
—Lo siento mucho —dice con tristeza en su voz.
—Él la dejó de golpear después de que crecí y le rompí la nariz.
—¿Peleaste contra él?
—En cada oportunidad que tenía.
—Siento que hayas tenido que pasar por eso.
Me siento, mirando hacia arriba durante unos minutos, perdido en mis pensamientos mientras siento que ella me mira.
Con el tiempo, agarro su mano, beso su anillo, y sonrío.
—Todo terminó ahora. No más mirar atrás. Quiero mirar no más lejos de mi lado, y quiero que hagas lo mismo. Nuestras vidas son nuestras, no de ellos.
—¿Alguna vez hablaste con él?
—No, no lo necesito. —Sabía que iba a seguir presionando, así que cambié el tema—. Pau, tú y yo nos casaremos.
Una sonrisa se extiende por todo su rostro.
—¿Cuándo?
—¿Mañana?
Ella ríe.
—Lo haría, lo sabes.
—Está bien, vamos a hacerlo.
—Mis padres... Papá se acaba de acomodar. Mamá estará aquí pronto.
—Estarán aquí la noche del jueves.
—Lo harán. No puedo esperar a que mi mamá te conozca.
—Nos casaremos el sábado.
—¿Qué?
—Lo digo en serio. Tu familia estará aquí. Nosotros…
—No hay tiempo para planificar.
—Quiero que tengas mi apellido antes de que tengamos una familia, Pau. Nos casaremos este fin de semana.
—¿Dónde? —Ella comienza a sonreír de nuevo, sin verse como si fuera a discutir conmigo.
—Aquí, como la mierda aquí. Ya tienes música en vivo. —Sonrío y miro hacia arriba—. Puedes ocultarte en esa habitación y caminar por las escaleras hacia mí. Para decir, acepto.
—Está bien.
—Quise decir el sábado, pero me gusta lo entusiasta que eres.
Su boca se estrella contra la mía, y nuestras lenguas bailan hasta que ella se empieza a reír.
—Pau, sin reírte.
—Estoy feliz—. Se ríe de nuevo—. Tan feliz.
—Me aseguraré de que lo hagas el resto de tu puta vida.
—Sé que lo harás.
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