HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

jueves, 22 de septiembre de 2016

CAPITULO 30 (PRIMERA HISTORIA)




Absolutamente odio volar. El que decidió subirse a una lata y propulsarse en el aire como si fuera una buena idea, estaba loco como una cabra. Los hermanos Wright y toda su genialidad… lo que sea.


Las mariposas revolotean en mi estómago mientras mis nervios me alcanzan. Corro al baño y vacío el contenido de la cena de anoche. Inmediatamente, Pedro está a mi lado, sosteniendo mi cabello.


—¿Estás bien, Pau?


Asiento mientras trato de no pensar en estar en el aire. La subida centímetro a centímetro, metro a…


Me inclino sobre el inodoro otra vez, ahora sólo son arcadas.


Flotando en las nubes, volando en el cielo... No estaba destinada a ser un pájaro. Por consiguiente, nada de esto me atrae.


—Pau —Pedro no trata de ocultar su preocupación en su tono.


—Estoy bien. Supongo que debería haber mencionado que odio volar. —Resoplo, riéndome, lo que me causa una sacudida por las arcadas de nuevo.


Una vez que Pedro libera su agarre en mi cabello y desaparece del baño, me tomo el tiempo para reprimir el resto de mi náusea y cepillarme los dientes. Regresa con una taza de agua y pastillas para el vómito. Sonrío suavemente mientras me las tomo y termino de prepararme.


Nada más salir, veo el brillante auto deportivo de Gonzalo enfrente. Siempre con estilo, Gonzalo lleva pantalones negros, una camisa gris de botones y gafas de sol de aviador. Parece que acaba de salir de una sesión de fotos para una revista de moda de clase alta. Niego mientras se acerca a nosotros. Es muy temprano por la mañana para que cualquiera se ponga eso.


Asiente hacia Pedro antes de abrazarme. Pedro prácticamente gruñe, mientras me río con un resoplido. Soy una boba, pero, oh, bueno.


Tomando mi bolsa, Pedro carga todo en la parte posterior de su Chevy clásico.


—Mira, hombre, es poderosa, pero no está hecha para tomar esas curvas en un cambio como tu extranjero, lata de aluminio y excusa de auto, Gonzalo. No conduzcas como si lo hubieras robado, hijo de puta —ordena Pedro.


Los chicos y sus juguetes.


Niego y dejo escapar otra risita mientras me acomodo en el asiento trasero, sorprendida cuando Pedro se une a mí en lugar de sentarse al frente y estar en el asiento del pasajero con su hermano.


Los nervios me consumen cuanto más nos acercamos al aeropuerto. ¿Realmente volveré allí?


¿Por qué mi padre tiene tantas ganas de verme?


Realmente me gustaría poder vomitar otra vez; sólo que el medicamento está haciendo su trabajo.


Pedro entrelaza nuestras manos mientras caminamos por el aeropuerto. El único momento en que no me toca con algún tipo de consuelo, orientación o posesividad es cuando pasamos por el control de seguridad individualmente. 


Encuentro su atención hacia mí simplemente como otra razón para amarlo.


Jadeo.


—Pau, ¿estás bien?


No, no estoy bien. Me he enamorado de Pedro Alfonso.


Seguramente no está listo para esa admisión. No le puedo decir nada de esto.


Reprimiéndolo, trago.


—Estoy bien. Tengo miedo a volar, eso es todo.


Después de cerca de siete horas, llegamos seguros a California. Afortunadamente, Pedro sabía que no querría incomodar a mi madrastra ni estar en deuda con ninguno de ellos, por lo que alquiló un auto para nosotros.


Al detenernos en el hospital, me invade una mezcla de emociones. Hago esto para ganarme la vida. Trato, día tras día, con pacientes en la misma situación que la emergencia médica de mi papá y no estoy preparada para ello.


¿Mi malvada madrastra ya ha firmado una “orden de no reanimar”? Si uno de esos mini-ataques se vuelve algo más, ¿el papeleo de mi papá estará en orden? ¿Sus asuntos se encontrarán en orden? ¿Mi malvada madrastra comprende la necesidad y la importancia de un poder médico de un abogado? Si pierde la capacidad de ser consciente de su entorno y es incapaz de tomar decisiones acertadas, alguien tiene que tener un poder médico para manejar su cuidado de
salud y bienestar. ¿Tendrá testamento? ¿Cómo se siente realmente acerca del soporte de vida?


Cuanto más permito que mi cerebro trabaje en todas las preguntas que no tienen respuestas, más me doy cuenta de que no sé nada de mi papá.


Por primera vez en mucho tiempo, sé que ceder el control es exactamente lo que necesito.


Más importante aún, sé que Pedro Alfonso cumplirá su promesa. Sólo espero algún día poder ser la mitad de importante para él como lo es para mí.









No hay comentarios:

Publicar un comentario