HISTORIA DE Chelsea Camaron y MJ FIELDS

LENGUAJE ADULTO

sábado, 17 de septiembre de 2016

CAPITULO 13 (PRIMERA HISTORIA)





El viernes por la noche llega. El bar atrajo a un montón de curiosos clientes del barrio, y estoy sirviendo Prime Rib debido a que contratar a Paula me liberó un poco para cocinar. Ella lo arruina un poco, bueno mucho, pero está intentándolo en serio. Estoy seguro de que lo logrará finalmente.


Mientras cierro, me doy cuenta de que está checándome.


—¿Estás bien?


—Sí, sólo tenía curiosidad. Los tatuajes, ¿te dolieron?


—Como una picadura de abeja. No fue gran cosa.


—Tienes un montón de ellos.


—Seguro que sí. ¿Tú tienes alguno?


—No. —Comienza la limpieza de los vasos que aún están apilados—. Supongo que nunca nada significó bastante para mí como para haberlo puesto permanente en mi cuerpo. —Se ríe nerviosamente.


—¿Qué es tan gracioso? —Camino un poco más cerca, con la esperanza de poner de nuevo esa sonrisa en su rostro.


Ella se encoge de hombros.


—Me encantaba Hello Kitty.


—¿Hello Kitty? —No tengo idea de lo que es ese infierno.


Esta chica es tan aleatoria. Guau, todo va y viene rápidamente, atrápala mientras puedas.


—Un pequeño gatito blanco de dibujos animados. Estaba pensando... —Se detiene y se ríe. Maldita sea, me gusta su  risa.


—¿Qué estabas pensando? —¿Y por qué diablos realmente quiero saberlo? Necesito saberlo, pero, ¿por qué? Sigo preguntándome por qué. La loca Pau me está volviendo loco.


—Bueno, hubo un tiempo en que probablemente me habría hecho un tatuaje de Campanita. Después, la fase de Hello Kitty. Si fuera lo suficientemente valiente, podría haberme hecho ese también. —Me mira y sonríe grande otra vez. Putamente me encanta esa sonrisa—. Quisiera haber sido un personaje de dibujos animados caminante.


Me río con ella.


—Supongo que es por eso que está la ley de tener dieciocho años para hacerte tatuajes.


—¿Cómo fue tu primera vez?


Yo tomo una respiración profunda y me siento en el taburete mientras le lanzo el trapo limpio sobre la barra para que pueda secarse las manos.


—Raro. Ya sabes, bastante normal. Me alegré de haber tenido esa experiencia. Ella se hizo cargo de mi equipo, lo que lo hizo más fácil para mí. Uno se pregunta cómo será, y una vez que empiezas, te das cuenta de que nunca podrías haber siquiera soñado lo bien que en realidad se siente. Cierras los ojos y tratas de ser hombre, pero cuando empieza, pierdes el control. —La miro, viéndola mirarme confundida. Me río—. ¿Cómo fue tu primera vez?


La expresión de su rostro no tiene puto precio. Su mandíbula cae cuando se da cuenta de que no estoy hablando de hacerme un tatuaje. Balbucea mientras su rostro se pone rojo, y me encanta, pero me dejo descolgar con una risa fácil.


—No tienes que contestar. Pero, tú me lo preguntaste. —Me pongo de pie y agarro el cajón de la caja registradora.


—Me refería a la primera vez que te hiciste un tatuaje. —Su voz chilla.


—Oh, mierda, mi error, Paula. —Me doy la vuelta y le hago un guiño—. Voy a guardar esto. ¿Quieres vaciar los sumideros?


Ella se queda callada en el camino a su casa. No dice una palabra. Las pocas veces que me permito mirar por encima, está bostezando. Cuando me coloco en el frente y estaciono, veo que está profundamente dormida.


Mierda.


—¿Paula? —Ella no se mueve, por lo que repito—. Paula.


Ella ni siquiera se mueve.


Me muevo en el asiento y decido darle unos minutos. Las siestas son cosas hermosas.


Sin nada más que hacer, veo la calle y un montón de nieve en un auto. Obviamente no ha sido limpiado en mucho tiempo. La gente no hace esa mierda por aquí. No dejan que la nieve se acumule en sus autos a no ser que no estén funcionando. El auto de Pau no se ha movido.


Empiezo a poner las piezas juntas en mi mente. Froto mis ojos y miro más de cerca. Es un Chevy Camaro Iroc Z, me atrevería a conjeturar. Es un hermoso puto auto de 1982. 


Casi me pongo duro de mirarlo cuando pienso en Paula.


Me siento y miro la nieve comenzar a caer con más fuerza, cubriendo más de ese hermoso auto. Algún tiempo después, me despierto con ella empujándome.


Poco a poco abro un ojo a la vez y luego miro el reloj.


—Mierda.


—Lo siento.


—No lo hagas. Te quedaste dormida. Entonces al parecer yo lo hice, también. —Me siento delante y paso mis manos por mi cabello un par de veces—. Si supiera qué número de departamento tienes, habría llevado tu trasero.


—¿Lo habrías hecho? —Su voz es un susurro, haciéndome inmediatamente lamentar haberlo dicho.


—Como el infierno sí, este auto no es tan cómodo. —Miro por la ventana a ese hermoso auto—. ¿Ese es tuyo?


Ella asiente.


—Sí.


—Es un dulce maldito paseo.


—Bueno, lo fue en su día, estoy segura —dice con una sonrisa mientras abre la puerta.


—Siento haberte quitado de tu novia...


Niego, y ella sonríe. Mirando hacia abajo mientras su sonrisa crece, su cabello cae sobre su rostro para ocultarlo.


—¿Te veré más tarde esta noche, entonces?


Asiento.


—Sí.


Conduzco a casa rápidamente. Eso no fue malditamente estupendo en absoluto. Debería haberla despertado para que se levantara. Definitivamente no debí haberle dicho que había considerado cargarla al interior. Es como malditas burbujas de cerveza nublando mi mente cuando estoy sobrio. Sólo hay algo acerca de ella. No puedo putamente sacudírmelo, pero tengo que hacerlo.



***


El sábado por la noche, tengo a Lucas ayudándome. No podía pasar tres noches espalda con espalda con la chica de la universidad que se encuentra ahora en mi cabeza todo el maldito tiempo.


Decido que debería echar un vistazo a su auto, ya saben, así no tendría que llevarla a su casa de nuevo. Soy un hombre fuerte, pero no putamente invencible. Para empeorar las cosas, ella está constantemente echándome vistazos. Podría penetrarla tan fácilmente como lo hice con esa chica en la recaudación de fondos, pero ella parece tan inocente, demasiado malditamente inocente para gente como yo.


Empujo la nieve del auto, y no me cago, es hermoso.


Con la esperanza de tener que utilizar mis herramientas para irrumpir en el auto y usar mis cables, siento a lo largo de la parte inferior del guardabarros y río. Ella tiene un guarda llaves. Por supuesto que lo hace, es una chica. Necesita una. Ha perdido las llaves y pasó más de veinte minutos buscándolas una vez en el bar y estaban en el bolsillo de su maldita chaqueta cada vez.


Mierda.


Abro el capó y agarro mi caja portátil, conectándola. Cuando ha pasado tiempo suficiente para darle una carga a la batería, me meto en el asiento y luego giro la llave y nada, ni un solo ruido. Lo intento una, otra vez, no hay clics en el motor de arranque para mostrar que está encendiendo. Nop, está muerto, y la causa más probable es el alternador.


Corro hasta el lugar donde compro mis partes, por suerte, Roy el propietario, encuentra la correcta.


Tiene que quitar tres pulgadas de polvo de ella y no promete que vaya a funcionar, pero la tomo de todos modos. 


Después de congelarme las pelotas mientras la cambio en la oscuridad, le doy una y otra vuelta a la llave.


Clic, clic, clic, y encendido.


El auto regresa a la vida, sonando un par de veces al mismo tiempo que las bandas le comienzan a chillar en el frío, haciéndome saber que hay mucho más que esta belleza necesita. Me siento y acelero el motor unas cuantas veces más.


Acaricio el volante, pasando mi dedo por el borde exterior del círculo que es tentador debajo de mí. Ajusto el asiento, pasando mi mano hacia abajo por la palanca de cambios, acariciándola arriba y abajo para tener una idea de la belleza bajo mis manos. Entonces, paso mi palma plana sobre el asiento del pasajero para sentir la textura de los hilos hechos jirones antes de llevarla a mi lado para rastrear el volante una vez más. Cuando me he acostumbrado a la sensación del auto, agarro la palanca de cambios y me aseguro de que está en primera antes de salir.


Siento el movimiento del auto debajo de mí mientras los neumáticos luchan por agarrarse a la carretera, mientras el motor tira para mover la máquina, y el auto se mueve en el frío clima invernal. Conduzco a mi casa y aprieto el abridor de puertas para el garaje y entro en él.


Al abrir la puerta del apartamento, llamo a Floyd.


—Vamos, pequeña, sólo una carrera de cuatro cuadras.


Cuando volvemos a la playa de estacionamiento de Paula, abro la puerta del pasajero de mi auto, y Floyd comienza a saltar.


—Hazlo, y vas a dormir en el suelo.


Ella se detiene y me quito el abrigo para tirarlo por encima del asiento.


—Entra y mantén ese trasero en el asiento, ¿entiendes?


Una vez en casa, toco un poco el auto de Paula, dándome cuenta de que necesita una sólida puesta a punto y un par de bandas reemplazadas. Tendré que poner una nueva batería, también.


Mientras limpio el interior y le paso la manguera. Consigo perderme fácilmente en esto durante horas, y lo hago. Con el tiempo, miro mi reloj, y antes de darme cuenta, son las dos de la mañana. Hijo de puta.


Voy a llegar tarde a recoger a Pau. No quiero que camine en el frío. Por mucho que desee permanecer lejos, no puedo. 


Ahora que mi intento de evasión fracasó. Estoy ansioso por verla de nuevo. Además, estoy emocionado de contarle lo de su auto.






No hay comentarios:

Publicar un comentario